El desierto literario con el que comparabana Miami hace unos años va quedando atrás. La noche del viernes ocho de febrero sumó al espacio La otra esquina de las palabras al novelista Daniel Morales, esta vez trajo la novela La casa del sol naciente (Homagno 2011). Entre fragmentos de su prosa minimalista y los guiños a un país fantasma que todos asocian con Cuba pudimos descubrir a un narrador con la fuerza capaz de decir verdades, entrar en los predios de la imaginación y crearnos un mundo de realidades que nos perteneces por haberlas vivido o haberlas perdido para siempre entre el exilio, la desilusión y la muerte de la esperanza. La casa… busca su caldo de cultivo en aquellos atroces años ’70 u ’80, la marginalidad y la represión institucionalizada contra todo lo que oliera a ‘extranjerizante’. Es un cuerpo narrativo bien logrado y solo con esa paciencia de Daniel se puede llegar tan lejos… y tan bien.
La otra esquina de las palabras es regalo que nos ha hecho el poeta Joaquín Gálvez para los amantes de los libros y la bohemia miamense. Ubicado en el patio del Café Demetrio, Joaquín especificó que la noche estaba dedicada al narrador Ángel Santiesteban, quien en Cuba pasa por el terror de la espada de Damocles sobre su cabeza. Cualquier tarde se aparece un hombrecito vestido de azul para pedirle amablemente que le acompañe a los calabozos para que extinga su sanción de cinco años. ¿La razón? Ante la falta de pruebas, la retirada de los cargos por su ex esposa acusadora y el testimonio del testigo falseado ante las cámaras, una perito policial decidió que la manera de Ángel escribir inclinado develaba que estaba mintiendo. La noche del ocho de febrero las palabras encendidas de Idabel Rosales, la presencia de la hermana de Santiesteban y sus amigos hicieron de la solidaridad un acto humano. Los resultados de la venta del libro han sido enviados a Ángel y algo más se hará, han dicho sus más cercanos.
Hace un par de años cuando esta odisea comenzó una excelente narradora cubana me dijo algo parecido: ‘Dicen que
Ángel está en candela´, por entonces solo eran rumores. Hora que el fuego ha subido y quema no solo su casa sino la de todos los que nos creemos sus amigos, hace falta que se levante dentro las voces de los que le acompañaron a los saraos literarios, a los proyectos de buscar narradores jóvenes y los que se creyeron que podían constituir una república letrada donde cupieran todos: los que aplauden sin preguntar y los inquietos, esos que ya conforman una larga lista negra.
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