Me
han dado la dolorosa noticia de que Ibrahim Doblado ha muerto. Y después de
rememorar nuestras bromas, complicidades y simpatías, sentí alivio por él.
Desgraciadamente desde hacía muchos años se hallaba abandonado. Para el
Gobierno, por supuesto, sólo será un escritor menos, que es lo mismo a: un
enemigo menos.
Fue
uno de los últimos amigos que tuve, y uno de los últimos que también perdí.
Pero antes había estado muy agradecido por mi amistad. Siempre que llegaba a La
Habana iba por mi casa, allí le imprimía sus últimos textos, y también le
pasaba correos a sus amistades dispersas por el mundo, que le prometían alguna
publicación. Adolecía de enfermedades de los nervios y otros males de los que
su anciano cuerpo se resentía.
En
una oportunidad fui a visitarlo a su amada isla de Turiguanó adonde vivía, se
lo había prometido, y recorrí setecientos kilómetros para verlo. Cuando nos
encontramos no podía creerlo, solo me abrazaba y reía feliz. Estuve varias
horas en su apartamento y recorrimos el poblado. Tenía una paranoia constante:
la Seguridad del Estado le revisaba el apartamento. Dejaba marcas en la puerta
para saber cuándo entraban, eso me decía.
Después,
cuando abrí el blog y comencé a ser un enemigo público del régimen, le dediqué
un post, quería defenderlo, exigir la atención que él merecía. Por ese entonces
el Instituto Cubano del Libro, con el talibán de Iroel Sánchez al mando,
entregaba computadoras por toda la isla a supuestos escritores, mediocres y
oportunistas, que el único camino que tenían para que los llamaran creadores
era hacerles el juego al sistema, por supuesto, puros mercenarios sin obra, que
ganaban puntos por sus “defensas” a la revolución, y los funcionarios los proveyeron
de equipos y acceso a Internet para que le salieran al paso a cualquier crítica
que se le hiciera a la dictadura. Entonces llamé la atención de que deberían
darle una de esas computadoras a Ibrahim Doblado, creador de verdad, con obra
reconocida, que en las noches tenía que suplicar al Custodio del Joven Club de
Computación, para que le permitiera la entrada a la sala de informática y así
poder digitalizar sus textos.
Días
después Ibrahim pasó por la casa, como era costumbre, muy asustado, y con miedo
evidente,me hizo saber que una escritora argentina residente en nuestro país
le había enseñado mi post impreso, le dijo que yo no era su amigo puesto que le
buscaba conflictos con las autoridades. Que yo era un contrarrevolucionario y
no debería visitarme más para evitar complicaciones. Supongo que él escuchara
en silencio, sin poder evitar el temor que les inyectaron a todos los creadores
de su generación.
En
las ocasiones que nos encontramos después, no volvió a tocar el tema, aunque
tampoco sentí que disminuyera su afecto hacia mí. Luego cambié de vida, tuve que
abandonar mi casa para huirle a las detenciones y los actos de repudios, me
convertí en un nómada, y nos perdimos el rastro Ibrahim y yo. Ni siquiera supe
que estaba viviendo permanente en La Habana. La noticia de su muerte me llegó
casi un mes después de ocurrida, a través de un amigo que supuso, por mi
silencio, que yo desconocía el hecho.
Ahora
he leído que los comisarios de la cultura planean hacer coloquios sobre su obra
y no sé cuántos homenajes más. Hipocresías de aquellos que callaron el
sufrimiento de Ibrahim y ahora alzan su nombre con la venia de la dictadura.
Piensan que los muertos ya no pueden hacerle daño a este sistema. Así hicieron
con el escritor Guillermo Vidal, y antes con tantos. Por estos días debo
escribir el post sobre Virgilio Piñera, otro gran escritor incomprendido y que
el régimen se encargó de lastimar en vida con particular saña.
Ahora,
Ibrahim, ya estás junto a tu Dios y a esos escritores que tanto admirabas y
leías. Descansa en paz, como tú mereces, después de padecer tanto infortunio en
estas, a pesar de todo, tus islas amadas.
Ángel
Santiesteban-Prats
2 comentarios:
Angel..... Eres
Angel Santiesteban tengo poco tiempo para leer pero acabo de poner tu blog en mi lista de imprescindibles, algún día tendré más tiempo y haré lo posible por conocerte más.
saludos
Yoel
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