La Televisión Cubana posee, en su horrible horario estelar, otro programa de noticias manipuladas proveniente de Telesur, con un ideólogo-manipulador-agente-“periodista” venezolano, Walter Martínez, que ha olvidado la ética y la primera razón del reportero: respetar la noticia sin agregar su criterio personal que, en todas las ocasiones, va ligado a la ideología que representa y le paga y, por ende, al interés particular (como un pirata sin garfio aparece todas las noches en las pantallas cubanas oliendo los traseros de Chávez y Castro). Habría que preguntar a cuánto asciende su ganancia monetaria en este asunto, y el beneficio publicitario que recibe por parte del presidente de su país, por prestar su rostro y desvergüenza en defender un socialismo que, ya sea del siglo XX o XXI, porque es la misma estafa, como un virus, arruina la economía de nuestras naciones, y si los venezolanos quieren estar seguros, que se den una vuelta por la Isla, pero no por esos hospitales-hoteles que les facilitan para sus tratamientos, de los cuales no tengo nada en contra, ni mucho menos de sanar a un ser humano del país que sea, pero sí del uso mediático con que luego son usados, y, que salgan a las calles, visiten viviendas, hospitales prácticamente en ruinas, sin médicos, sin medicinas, ni utensilios quirúrgicos, etc.
Como si fuera poco para el pueblo cubano, en el intento de educarnos a través de varias generaciones como autómatas, recordemos que existen decenas de programas que a diario van acomodando la noticia oficialista escogida por la censura política, con idéntica redacción para todos los medios de información, y se va repitiendo como una tortura por el resto de nuestra existencia. Con dos horas diarias, el despliegue de la mejor tecnología que poseen y de los más altos gastos de producción, la inadvertida Mesa Redonda, que se ocupa de construir una anti-lógica militarizada, de atacar a todo lo que huela a capitalismo, su plato fuerte es los Estados Unidos, luego los Presidentes de derecha, antes fue Aznar, ahora Sarkosy, Berluscononi, entre tantos, y a la vez defender a los Presidentes Latinoamericanos que se han aliado a Chávez. A eso hay que agregarle los tres noticieros, los reyes de la desinformación mediática que también se ocupan de justificar los desastres internacionales de sus pares ideológicos. La ineptitud y desmanes de la pésima administración de los hermanos Castro ante la economía nacional enflaquecida por medio siglo. Los constantes noticieros radiales. El famoso Radio Reloj, que entre minuto y minuto cuelgan las noticias manipuladas más increíbles e injustificadas. La prensa escrita, con leerte una de ellas de seis hojas ya es como si se hubieran leído las demás. El Diario Juventud Rebelde, que no es más que el Diario de los Vejetes en Rebeldía que se encuentran en el poder. La publicación de Trabajadores, que no es otra cosa que la voz de la traición de la clase obrera cubana, al servicio de los amos tiranos. Agréguenle el órgano impreso del Partido Comunista de Cuba (y el único), que es la madre de las noticias, que escoge y decide qué debe conocer la población de Cuba. La Revista Bohemia, que ni en los peores momentos de dictaduras pasadas fue sumisa ni oficialista. Los periódicos provinciales regidos y vigilados por los comunistas de los Partidos territoriales. Los boletines digitales de noticias, también como papagayos copiando lo aceptado por las instancias políticas superiores.
Es como si nos pusieran altavoces en los oídos y nos gritaran una vez tras otra lo que debemos pensar, memorizar y ejecutar, y, como ejercicio del hastío, comiencen a contar del 1 al 53, los años de dictadura, para que corroboren lo vacío que luce ese espacio. Y como si fuera poco, aparece este Don Oficialista Walter Martínez, y a cada imagen, escogida también por su censura, nos da las noticias masticadas, subestimando la inteligencia de los espectadores y lo único que logra garantizar es tener el peor programa de noticias jamás visto ni siquiera en la República “Democrática” de Corea del Norte. Reportero que no hace silencio ni por un minuto, con aires de sabelotodo o dios omnipotente, se va ocupando de colgar carteles, apodos, con la ironía constante que siempre rema hacia el beneficio de su orilla chavista y castrista; que en el pasado viniera a Cuba a grabarle una entrevista a Fidel Castro, que no fue otra cosa que una Oda al anciano Comandante, un coro de críticas a sus enemigos políticos, una mamada al caudillo mayor. Lo único que ha logrado este señor, es que en Cuba se practique nuevamente el cine mudo. Los espectadores, con el volumen en el mínimo, garantizan eliminar la interrupción de su voz sumisa y así poder disfrutar de las imágenes que el Gobierno Cubano censura en los noticieros nacionales. Lo que no conoce, o quizá sí sabe y no le importa, es que también su programa es revisado y editado antes de salir al aire, que después de la censura, en Cuba hay otra más refinada donde él, por momentos, parece demasiado “periodista” y pregonero al servicio del enemigo. Ni siquiera él, un vocero oficial de ambos Estados, ha salido ileso de la arrogante y extremista ideología fidelista.
Y como acostumbra el vocero Walter Martínez, cuando finaliza su farsa periodística y dice “disponga usted de las cámaras, señor Director”, y se retira, ante la atmósfera oscura que va captando la cámara, y su imagen, con la marcialidad del frustrado oficial que le gustaría haber sido, recorre el pasillo para acercarse a la pantalla como símbolo de la pesadilla y el peligro que representa, y luego, con impudicia y cinismo mayor, hace el saludo militar ante la cámara que reafirma lo que ya sabemos, que está al servicio de las cúpulas castrenses de Venezuela y Cuba.
Un día, estoy seguro que muy cercano, usted señor Walter, perderá los beneficios con que ha sido comprado, y ojala que no se encuentre en las nóminas que reparte los cheques a los sabuesos.
Ángel Santiesteban-Prats
Como si fuera poco para el pueblo cubano, en el intento de educarnos a través de varias generaciones como autómatas, recordemos que existen decenas de programas que a diario van acomodando la noticia oficialista escogida por la censura política, con idéntica redacción para todos los medios de información, y se va repitiendo como una tortura por el resto de nuestra existencia. Con dos horas diarias, el despliegue de la mejor tecnología que poseen y de los más altos gastos de producción, la inadvertida Mesa Redonda, que se ocupa de construir una anti-lógica militarizada, de atacar a todo lo que huela a capitalismo, su plato fuerte es los Estados Unidos, luego los Presidentes de derecha, antes fue Aznar, ahora Sarkosy, Berluscononi, entre tantos, y a la vez defender a los Presidentes Latinoamericanos que se han aliado a Chávez. A eso hay que agregarle los tres noticieros, los reyes de la desinformación mediática que también se ocupan de justificar los desastres internacionales de sus pares ideológicos. La ineptitud y desmanes de la pésima administración de los hermanos Castro ante la economía nacional enflaquecida por medio siglo. Los constantes noticieros radiales. El famoso Radio Reloj, que entre minuto y minuto cuelgan las noticias manipuladas más increíbles e injustificadas. La prensa escrita, con leerte una de ellas de seis hojas ya es como si se hubieran leído las demás. El Diario Juventud Rebelde, que no es más que el Diario de los Vejetes en Rebeldía que se encuentran en el poder. La publicación de Trabajadores, que no es otra cosa que la voz de la traición de la clase obrera cubana, al servicio de los amos tiranos. Agréguenle el órgano impreso del Partido Comunista de Cuba (y el único), que es la madre de las noticias, que escoge y decide qué debe conocer la población de Cuba. La Revista Bohemia, que ni en los peores momentos de dictaduras pasadas fue sumisa ni oficialista. Los periódicos provinciales regidos y vigilados por los comunistas de los Partidos territoriales. Los boletines digitales de noticias, también como papagayos copiando lo aceptado por las instancias políticas superiores.
Es como si nos pusieran altavoces en los oídos y nos gritaran una vez tras otra lo que debemos pensar, memorizar y ejecutar, y, como ejercicio del hastío, comiencen a contar del 1 al 53, los años de dictadura, para que corroboren lo vacío que luce ese espacio. Y como si fuera poco, aparece este Don Oficialista Walter Martínez, y a cada imagen, escogida también por su censura, nos da las noticias masticadas, subestimando la inteligencia de los espectadores y lo único que logra garantizar es tener el peor programa de noticias jamás visto ni siquiera en la República “Democrática” de Corea del Norte. Reportero que no hace silencio ni por un minuto, con aires de sabelotodo o dios omnipotente, se va ocupando de colgar carteles, apodos, con la ironía constante que siempre rema hacia el beneficio de su orilla chavista y castrista; que en el pasado viniera a Cuba a grabarle una entrevista a Fidel Castro, que no fue otra cosa que una Oda al anciano Comandante, un coro de críticas a sus enemigos políticos, una mamada al caudillo mayor. Lo único que ha logrado este señor, es que en Cuba se practique nuevamente el cine mudo. Los espectadores, con el volumen en el mínimo, garantizan eliminar la interrupción de su voz sumisa y así poder disfrutar de las imágenes que el Gobierno Cubano censura en los noticieros nacionales. Lo que no conoce, o quizá sí sabe y no le importa, es que también su programa es revisado y editado antes de salir al aire, que después de la censura, en Cuba hay otra más refinada donde él, por momentos, parece demasiado “periodista” y pregonero al servicio del enemigo. Ni siquiera él, un vocero oficial de ambos Estados, ha salido ileso de la arrogante y extremista ideología fidelista.
Y como acostumbra el vocero Walter Martínez, cuando finaliza su farsa periodística y dice “disponga usted de las cámaras, señor Director”, y se retira, ante la atmósfera oscura que va captando la cámara, y su imagen, con la marcialidad del frustrado oficial que le gustaría haber sido, recorre el pasillo para acercarse a la pantalla como símbolo de la pesadilla y el peligro que representa, y luego, con impudicia y cinismo mayor, hace el saludo militar ante la cámara que reafirma lo que ya sabemos, que está al servicio de las cúpulas castrenses de Venezuela y Cuba.
Un día, estoy seguro que muy cercano, usted señor Walter, perderá los beneficios con que ha sido comprado, y ojala que no se encuentre en las nóminas que reparte los cheques a los sabuesos.
Ángel Santiesteban-Prats