La Habana, 20 de diciembre de 2011
Presidente Mariano Rajoy, me dirijo a usted el día en que mi hija cumple años de nacida. Precisamente pensando en los jóvenes cubanos decido escribirle estas humildes y sinceras palabras sin más regocijo que darle la felicitación merecida, y clamar por esa juventud de mi país que solo encuentra horizonte en el Estrecho de la Florida y que tantas muertes nos causa. No sin antes hacerle un pequeño recuento de los últimos dos gobiernos de su país y, por ende, la repercusión que tiene en el nuestro.
A partir que se ausentara del plano oficial el Partido Popular, tres elecciones atrás, la libertad de los cubanos se ahuyentó. Raudo recibimos a un embajador medio comunista representando al PSOE que vino a pactar con los hermanos Castro. Desde entonces el silencio y la complicidad zapaterista echó su manto oscuro sobre el archipiélago cubano. Los días en que la libertad y el pueblo eran más importantes para España que las relaciones con el tirano, se alejaron.
Aquella complicidad con el Agregado Cultural nos daba la bienvenida, con la intención de participar en algún concurso literario en España, los sobres llenos de cuentos y esperanzas se terminaron. A partir de ese momento dejamos de recibir las últimas publicaciones de libros en la península ibérica, así como la entrega de la revista Encuentro de la Cultura Cubana que nos proveía de los últimos acontecimientos culturales en el mundo y, especialmente, de nuestra cultura de la diáspora prohibida en suelo cubano.
El concurso literario, ensayo y fotografía que idearon en la Embajada española, del cual fui jurado y me consta, que no existieron presiones porque se premiara algún texto irreverente con el sistema político que despreciamos y que impera en el país, solo alcanzó una convocatoria. El apoyo a artistas marginados por la política oficial, se desvaneció. También perdimos el trabajo constante y profundo del Centro Hispanoamericano el cual la dictadura cerró su sede por no ser de su agrado el espacio de libertad cultural que venía desempeñando.
Luego, el encuentro con el Embajador desgarbado del que solo recuerdo su nombre “Lázaro”, y que burló el pasaje bíblico de “Lázaro, levántate y anda”, porque el Lázaro que nos enviaron más bien vino a echarse a los pies del dictador. Y el siguiente encuentro del Día de la Raza, que celebrábamos desde hacía varios años en la residencia del Embajador, y apenas Lázaro nos agrupó leyó lo que sería luego su plan de trabajo, que era “nada”, hacerle la segunda al Gobierno de la Isla. Desde entonces no regresamos a pesar de continuar llegándonos la invitación.
Meses después los Embajadores de la Unión Europea quisieron un encuentro-dialogo con escritores cubanos en la residencia del Embajador de Austria que presidía la Unión en ese entonces. Allí estábamos Leonardo Padura, Amado del Pino, Pedro Juan Gutiérrez, Reinaldo Montero y yo. Cada cual dio su visión de la realidad social.
Algunos Embajadores se mostraban en suspenso con las relaciones de Venezuela con Cuba, y pensaban que quizá, según expresó el Embajador español, a partir de una mejora sustancial en el orden económico, podía suscitarse una mejoría en las libertades individuales. Que él esperaba mejores tiempos para Cuba, el levante de la economía nacional y libertades sociales.
Cuando intervine dije que referente a la posibilidad de “mejora económica”, me manifestaba pesimista puesto que los años de dictadura habían demostrado la pésima administración de los bienes del Pueblo, y que en el supuesto caso que Venezuela se convirtiera en lo que fue la Unión Soviética y el resto del campo socialista para Cuba, sería desastroso para las libertades individuales, pues al verse fortalecidos, también se acrecentaría la represión.
Que el Gobernante (en ese entonces era Fidel Castro, ahora es su hermano, pero siempre ha sido el mismo binomio), había cedido espacio de su férrea dictadura a partir del Período Especial donde perdió credibilidad y seguidores, pero si sucedía un retorno de consolidación económica, lo cual dudaba, podían dar por seguro que se agudizaría la represión, censura y encarcelamientos de los opositores al gobierno.
Luego que la reunión terminara, mientras tomábamos algún refrigerio, se me acercó el Embajador Lázaro, para decirme con aires de bonachón “no seas tan pesimista”. Lo recorrí con la mirada porque la impotencia hacía amago por superarme. Señor, le dije, cómo es posible que usted se atreva a pedirle optimismo a uno de los integrantes de la tercera generación que el proceso consume sin reportarle ningún beneficio. Fidel Castro es una trituradora humana.
El Embajador quiso escapar, pero lo detuve: nunca, sentencié, he visto que el Estado cubano prospere en materia económica ni libertades individuales, y desgraciadamente vamos a estar vivos los dos para verlo.
El Embajador levantó los brazos y se alejó. Nunca volvimos a encontrarnos. A sus invitaciones no accedí. En el lugar que hoy se encuentre debe recordar las palabras que sin ser un entendido en las materias políticas y sociales, lo dejan a él, diplomático de carrera, en la mayor desventaja por nuestros pronósticos, con su fracaso como Embajador y parte de una política de partido aburrida y sumisa, tanto, que los propios trabajadores de la embajada española en La Habana nos dejaron saber que tenían una habitación llena de revistas de Encuentro de la Cultura Cubana, por no repartirla, porque el gobierno se lo había prohibido en negociaciones secretas.
En estos dos gobiernos zapaterista, hemos sufridos la desvergüenza de ambas presidencias (Zapatero-Fidel y Raúl Castro) y sus acólitos. Aquellos supuestos logros en materia de presos de conciencia solo han servido para ser cómplices y ayudar a destapar la olla y sacar presión y así evitar un estallido social en la Isla, procurar respiro a un proceso que por momentos se asfixia, y que recurre a estrategias con la intención de mejorar su imagen internacional, premiar a sus encubridores y en definitiva alargar un sistema en el cual su población no cree, como la excarcelación de los presos de conciencia y que España aceptó recibirlos como refugiados políticos, con los cuales se desentendieron después de su llegada y han lanzado a la buena de Dios. El Maestro de Ceremonia de tamaño circo fue el Ministro de Exteriores Miguel Moratinos.
Al final demostraron que excarcelarlos no fue una intención humana, sino política. También ruego por ellos y le pido encarecidamente que les provea el lugar que ellos merecen después de padecer persecución, torturas y encarcelamientos, sería muy bondadoso de su parte detener esa escalada de agonía, y finalizar con algo que comenzó enfermo. Está en sus manos lograrlo.
Por supuesto, sabemos que aunque el Partido Popular haya ganado, no quiere decir que resolverá los inmensos problemas que sacuden a España, mucho menos solucionará el dilema de los cubanos. Lo que sí estamos seguros es que al menos con usted, Presidente Mariano Rajoy, tendremos una mano solidaria y que sabrá tomar distancia de una dictadura que agoniza, pero aún en sus últimos estertores, patea y está dispuesta a cobrar vidas de los que la enfrenten.
Por estos días los cubanos hemos perdido al amigo, intelectual y ex presidente de la República Checa, Václav Avel, pero Dios nos ha proveído de usted. Sus razones habrá tenido para llamar a Su lado al escritor checo, y dejar esa misión en sus manos.
Con humildad sólo le pedimos Presidente Rajoy, un Embajador que nos respete y nos devuelva el lugar de una oposición atenta, consagrada y resuelta a alcanzar las libertades inherentes al ser humano.
¡Bienvenido sea!
Saludos,
Ángel Santiesteban-Prats
A partir que se ausentara del plano oficial el Partido Popular, tres elecciones atrás, la libertad de los cubanos se ahuyentó. Raudo recibimos a un embajador medio comunista representando al PSOE que vino a pactar con los hermanos Castro. Desde entonces el silencio y la complicidad zapaterista echó su manto oscuro sobre el archipiélago cubano. Los días en que la libertad y el pueblo eran más importantes para España que las relaciones con el tirano, se alejaron.
Aquella complicidad con el Agregado Cultural nos daba la bienvenida, con la intención de participar en algún concurso literario en España, los sobres llenos de cuentos y esperanzas se terminaron. A partir de ese momento dejamos de recibir las últimas publicaciones de libros en la península ibérica, así como la entrega de la revista Encuentro de la Cultura Cubana que nos proveía de los últimos acontecimientos culturales en el mundo y, especialmente, de nuestra cultura de la diáspora prohibida en suelo cubano.
El concurso literario, ensayo y fotografía que idearon en la Embajada española, del cual fui jurado y me consta, que no existieron presiones porque se premiara algún texto irreverente con el sistema político que despreciamos y que impera en el país, solo alcanzó una convocatoria. El apoyo a artistas marginados por la política oficial, se desvaneció. También perdimos el trabajo constante y profundo del Centro Hispanoamericano el cual la dictadura cerró su sede por no ser de su agrado el espacio de libertad cultural que venía desempeñando.
Luego, el encuentro con el Embajador desgarbado del que solo recuerdo su nombre “Lázaro”, y que burló el pasaje bíblico de “Lázaro, levántate y anda”, porque el Lázaro que nos enviaron más bien vino a echarse a los pies del dictador. Y el siguiente encuentro del Día de la Raza, que celebrábamos desde hacía varios años en la residencia del Embajador, y apenas Lázaro nos agrupó leyó lo que sería luego su plan de trabajo, que era “nada”, hacerle la segunda al Gobierno de la Isla. Desde entonces no regresamos a pesar de continuar llegándonos la invitación.
Meses después los Embajadores de la Unión Europea quisieron un encuentro-dialogo con escritores cubanos en la residencia del Embajador de Austria que presidía la Unión en ese entonces. Allí estábamos Leonardo Padura, Amado del Pino, Pedro Juan Gutiérrez, Reinaldo Montero y yo. Cada cual dio su visión de la realidad social.
Algunos Embajadores se mostraban en suspenso con las relaciones de Venezuela con Cuba, y pensaban que quizá, según expresó el Embajador español, a partir de una mejora sustancial en el orden económico, podía suscitarse una mejoría en las libertades individuales. Que él esperaba mejores tiempos para Cuba, el levante de la economía nacional y libertades sociales.
Cuando intervine dije que referente a la posibilidad de “mejora económica”, me manifestaba pesimista puesto que los años de dictadura habían demostrado la pésima administración de los bienes del Pueblo, y que en el supuesto caso que Venezuela se convirtiera en lo que fue la Unión Soviética y el resto del campo socialista para Cuba, sería desastroso para las libertades individuales, pues al verse fortalecidos, también se acrecentaría la represión.
Que el Gobernante (en ese entonces era Fidel Castro, ahora es su hermano, pero siempre ha sido el mismo binomio), había cedido espacio de su férrea dictadura a partir del Período Especial donde perdió credibilidad y seguidores, pero si sucedía un retorno de consolidación económica, lo cual dudaba, podían dar por seguro que se agudizaría la represión, censura y encarcelamientos de los opositores al gobierno.
Luego que la reunión terminara, mientras tomábamos algún refrigerio, se me acercó el Embajador Lázaro, para decirme con aires de bonachón “no seas tan pesimista”. Lo recorrí con la mirada porque la impotencia hacía amago por superarme. Señor, le dije, cómo es posible que usted se atreva a pedirle optimismo a uno de los integrantes de la tercera generación que el proceso consume sin reportarle ningún beneficio. Fidel Castro es una trituradora humana.
El Embajador quiso escapar, pero lo detuve: nunca, sentencié, he visto que el Estado cubano prospere en materia económica ni libertades individuales, y desgraciadamente vamos a estar vivos los dos para verlo.
El Embajador levantó los brazos y se alejó. Nunca volvimos a encontrarnos. A sus invitaciones no accedí. En el lugar que hoy se encuentre debe recordar las palabras que sin ser un entendido en las materias políticas y sociales, lo dejan a él, diplomático de carrera, en la mayor desventaja por nuestros pronósticos, con su fracaso como Embajador y parte de una política de partido aburrida y sumisa, tanto, que los propios trabajadores de la embajada española en La Habana nos dejaron saber que tenían una habitación llena de revistas de Encuentro de la Cultura Cubana, por no repartirla, porque el gobierno se lo había prohibido en negociaciones secretas.
En estos dos gobiernos zapaterista, hemos sufridos la desvergüenza de ambas presidencias (Zapatero-Fidel y Raúl Castro) y sus acólitos. Aquellos supuestos logros en materia de presos de conciencia solo han servido para ser cómplices y ayudar a destapar la olla y sacar presión y así evitar un estallido social en la Isla, procurar respiro a un proceso que por momentos se asfixia, y que recurre a estrategias con la intención de mejorar su imagen internacional, premiar a sus encubridores y en definitiva alargar un sistema en el cual su población no cree, como la excarcelación de los presos de conciencia y que España aceptó recibirlos como refugiados políticos, con los cuales se desentendieron después de su llegada y han lanzado a la buena de Dios. El Maestro de Ceremonia de tamaño circo fue el Ministro de Exteriores Miguel Moratinos.
Al final demostraron que excarcelarlos no fue una intención humana, sino política. También ruego por ellos y le pido encarecidamente que les provea el lugar que ellos merecen después de padecer persecución, torturas y encarcelamientos, sería muy bondadoso de su parte detener esa escalada de agonía, y finalizar con algo que comenzó enfermo. Está en sus manos lograrlo.
Por supuesto, sabemos que aunque el Partido Popular haya ganado, no quiere decir que resolverá los inmensos problemas que sacuden a España, mucho menos solucionará el dilema de los cubanos. Lo que sí estamos seguros es que al menos con usted, Presidente Mariano Rajoy, tendremos una mano solidaria y que sabrá tomar distancia de una dictadura que agoniza, pero aún en sus últimos estertores, patea y está dispuesta a cobrar vidas de los que la enfrenten.
Por estos días los cubanos hemos perdido al amigo, intelectual y ex presidente de la República Checa, Václav Avel, pero Dios nos ha proveído de usted. Sus razones habrá tenido para llamar a Su lado al escritor checo, y dejar esa misión en sus manos.
Con humildad sólo le pedimos Presidente Rajoy, un Embajador que nos respete y nos devuelva el lugar de una oposición atenta, consagrada y resuelta a alcanzar las libertades inherentes al ser humano.
¡Bienvenido sea!
Saludos,
Ángel Santiesteban-Prats