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12 de febrero de 2011

El reflejo en el espejo: Castro y Mubarak

Mohammed Bouazizi


El periódico Granma, Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba, junto al resto de los medios informativos oficialistas, como es normal en los regímenes totalitarios, da a conocer que las manifestaciones en contra del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, se deben a sus treinta años en el poder.

La noticia parece una burla a los cubanos. El gobierno de los Castro amenaza ya con alcanzar el doble de esa cifra al mando del país, llevándonos cada vez más a la miseria y la escasez.

El sentido común, sin embargo, parece fallarle a las autoridades, pues cierta lógica indica que no deberían publicar el reflejo de su espejo, que es la imagen de Mubarak. ¿Treinta años en el poder de la nación egipcia son malos, y buenos los cincuenta y tres de dictadura en Cuba?

Declara Mubarak, según una entrevista a la cadena estadounidense ABC, que su salida del poder sumaría al país en el caos. "No me gusta ver a los egipcios peleando entre ellos". Es difícil saber si todos los dictadores son iguales por naturaleza o estudiaron el mismo manual.

Lo risible —si esto fuera posible—, es que se burlan de sí mismos, del sentido común más elemental. Mubarak y Fidel Castro se imaginan dioses, seres elegidos capaces de guiar al pueblo si no a la prosperidad, al menos, a la "dignidad". No hay pan que brindar, pero intentan estafar con ideología populista. Lo trágico es que el precio de su amor al poder lo pagan sus pueblos.

También por estos días, en Túnez, tenemos la "intifada del pan", una rebelión contra un gobierno "enquistado en el poder durante 23 años", según describe la prensa oficial cubana. En Yemen sucede algo parecido. En Costa de Marfil la población exige respeto por los comicios. Sudán vota en referendo de autodeterminación. Los pueblos, arriesgando su destino, cansados de ser engañados, se lanzan, como carne de cañón, a imponer su voluntad.

Hace tan solo unas horas, la televisión nacional aseguraba que una representación del gobierno de Mubarak mantenía conversaciones con los opositores. La pregunta a seguir sería cuándo el gobierno de los Castro aceptará la democracia, admitirá la oposición y dejará de ignorar proyectos que pudieran sanar la actual crisis nacional.

Mohammed Bouazizi, el tunecino cuya inmolación desató la oleada de revueltas que hoy sacuden al mundo árabe, murió como Orlando Zapata Tamayo. A ninguno le quedaba otra alternativa.

9 de febrero de 2011

Cuba, los que van a morir te saludan

Imagen: Reporteros Sin Fronteras



Así hizo Orlando Zapata, se entregó con la única arma que poseía. Luego Guillermo Fariñas llegó al borde del abismo, de donde se supone que no hay regreso, pero su voluntad espiritual lo cargó y lo trajo de vuelta; además, la lucha no acababa, sólo era un capítulo a cerrar. Tanto Zapata como Fariñas son ejemplos a seguir.

Los blogueros cubanos hemos soportado intimidaciones, arrestos y pateaduras. Y aún nos parece poco si lo comparábamos con el placer infinito de comunicar, llevar la opinión de los que prefieren el silencio por el miedo a la represalia.


Los agentes de la policía política comprendieron que son burdos. Aunque continúen practicando la agresión física, ahora hilan fino. Han echado a andar la maquinaria de sus medios de comunicación y de contrainteligencia. Primero fue Yoani Sánchez, después la bloguera Diana Virgen García.


Exactamente alrededor de los festejos del 26 de julio de 2009, la fiesta más importante del régimen, fui apresado. Mi ex esposa, después de cuatro años de separación y de mantener una relación amorosa con un mayor de la policía llamado Pablo, Superior de los Jefes de Sectores del municipio Plaza, acudió a la estación de policía de Zapata y C, y me acusó de violación. Por suerte, en ese momento yo estaba distante del lugar que escogió para el falso hecho; me encontraba con amigos que servirían de testigos y en presencia de mi actual pareja.

El oficial que instruyó el caso me hizo saber que mi ex padecía trastornos psíquicos, incluso con tratamiento y un posible ingreso en un hospital psiquiátrico. Me dijo que luego de hacer la denuncia, él le explicó que tendría que llevarla a Medicina Legal para corroborar que realmente había sido violada, era la única forma de presentar ante un juicio tal atrocidad. Ella se negó. Entonces enseñó un documento médico donde se le diagnosticaba una lesión en el oído, y una foto de unas marcas detrás del mismo, como arañazos. El oficial le hizo saber que para que el documento tuviera validez, ella tenía que volver al médico con un policía que le asignaría él. También se negó a acudir. Con respecto a la foto, le insistió el oficial, sólo sería válida si era recogida por los especialistas policiales, pero como no eran visibles las marcas, no tenía sentido que se personaran los peritos.


Entonces mi ex dejó sin efecto las anteriores denuncias y dijo que me acusaba de haberle robado unas joyas familiares. El oficial comenzó a preguntarle las características de las prendas para luego corroborar con su familia y amistades, que avalaran que realmente las poseía, y compararlas con alguna foto donde se mostraran. Se volvió a negar.


Pidió entonces, como un juego de niños, que le tomaran otra declaración, el robo por mi parte de dinero en varias monedas, CUC, dólares y euros, cuya suma total apenas sobrepasaba los 100 dólares.

Al oficial que me atendió pude demostrarle con varios testigos dónde me encontraba en el horario declarado por mi ex, mientras que ella no podía presentar ningún testigo o prueba que me inculpara.

El oficial dijo que me retirara sin imponerme ninguna medida cautelar. Un mes después, pasé a unos sesenta metros de mi ex. Al siguiente día supe que intentó hacerme una acusación de asedio, pero no le aceptaron la denuncia.


Quince días más tarde, en el lugar donde mi ex residía, por la madrugada, ocurre un corte circuito en unos cables cerca de un arbusto de hojas secas, y se desata un incendio. Los bomberos demoraron más de una hora en llegar. Los vecinos les habían advertido de el corte eléctrico y que podría ocurrir un accidente. Mi ex no se encontraba en la vivienda, pero al día siguiente, cuando se personó, fue a la unidad policial y me acusó de intento de homicidio.


Sin embargo, varios vigilantes de empresas vecinas al domicilio no vieron a nadie cercano al lugar, que de hecho, posee una cerca de tres metros de altura y dos rejas con candado que los bomberos tuvieron que picar.

Veinticuatro horas después fui citado por la policía, y demostré con testigos dónde me hallaba en ese horario a la hora del incendio. Y accedieron a que me retirara. Luego, me citó una oficial de rango superior e insistió en que había que imponerme una fianza de 1500 pesos. Evidentemente, no era casual que días antes me hubiera llegado la invitación al Festival de la Palabra en Puerto Rico, firmada por la escritora Mayra Santos-Febres. Con la imposición de la fianza se evitaba mi salida del país y la posibilidad de comunicarme con los medios internacionales.


Días después me cambiaron el agente instructor. El nuevo se dio a conocer como capitán Amauri, y en breve tiempo instruyó todas las causas fantasmas, por las que la fiscalía solicitó más de cincuenta años de prisión.

Había un supuesto testigo, no sé si de alguna denuncia en particular o de todas, pero lo cierto es que el día que nos pusieron a careo, éste gritó que no lo obligaran a declarar contra mi persona, que él no me conocía.

A la salida de la estación policial, el supuesto testigo se personó en mi casa y delante de mis vecinos explicó lo que ocurría realmente. Grabé en video la confesión.


Luego, el pasado 25 de julio fui citado a la unidad porque el supuesto testigo, el único al que podían manipular, había hecho una denuncia de amenaza contra mí: "coacción" para que no declarara en mi contra. Me mantuvieron detenido 18 horas, sin agua ni alimento. Sólo cuando acabo el discurso del presidente del Gobierno por el festejo del asalto al cuartel Moncada, me soltaron sin que apareciera la supuesta víctima.

Llegué a casa y copié cien CD de la confesión del "testigo", y la entregué a la policía y a cuanto medio de divulgación existe en este país, aunque no funcionen. Y como el gesto que acalla la orquesta, se hizo silencio.


En la actualidad las autoridades no saben qué hacer con mi persona. Tienen un juicio totalmente manipulado, donde el tribunal rechazó mis testigos. Saben que poseo el video donde el testigo precisa la manipulación, promesas y presiones contra su persona para obligarlo a declarar en mi contra.


Así las cosas. Recuerdo un académico amigo, enamorado de la literatura cubana, que me preguntó, días antes de comenzar a publicar en el blog, que si estaba preparado para enfrentar la maquinaria devastadora del sistema. Quedé un rato callado, pensé en la necesidad inaplazable de comunicar mi entorno y problemática social, le respondí que no era ingenuo, que sabía hasta dónde podían llegar, y recordé a Martí y a Lorca.

Debo reconocer que jamás pensé que la policía política cubana fuera tan retorcida. No imaginé verme envuelto en tales descréditos. De todas formas, siempre es un paso más a la libertad. La desesperación del sistema es un síntoma de cansancio.

2 de febrero de 2011

El cinismo como ideología


Foto: Cafe Fuerte


Días atrás, el periódico Granma publicó en su primera página dos noticias: la censura por parte de Google de un canal de videos de Cubadebate por "infracción del copyright", y la nota siguiente: Miami: Retiran valla dedicada a los Cinco. Acto seguido, el periódico ahondaba: "Por 24 horas se respiró en Miami aires de tolerancia y libertad de expresión. Pero no por mucho más". Luego habló de una organización radicada en dicha ciudad, una minoría (y la palabra no la uso con sarcasmo, todo lo contrario), que ejercía "el derecho a la libertad de opinión" y pedía la liberación de los cinco espías que cumplen condena en Estados Unidos.

Los noticieros nacionales y el Granma, exaltados, daban la noticia. Y me pareció bien. Todos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones desde el lugar en que estemos, donde queramos, y por el medio que se nos antoje, o al menos, al que tengamos acceso. Siempre seré un defensor de mi opinión y de la ajena, aunque no la comparta.

Entonces, seres pensantes al fin, es obligada la duda, por mucha autocensura que se nos haya impuesto: al menos en Miami se pudieron respirar durante 24 horas "aires de tolerancia y libertad de expresión". ¿Y en La Habana?

Subestimar a los dirigentes del gobierno cubano sería una insensatez; por momentos he tenido la certeza de que desconocen qué es la libertad de expresión y la tolerancia. Ahora, en cambio, resulta que la reclaman y que saben usar el derecho a ejercerla. Sin embargo, ¿cuándo tuvimos la oportunidad de publicar aquí un artículo en defensa de los 75 disidentes encarcelados en juicios sumarísimos en la primavera de 2003?

¿Dónde estaban quienes tenían acceso a los medios cuando las hijas y esposas de esos presos de conciencia fueron golpeadas por exigir la liberación de sus seres queridos?

¿Cuándo pudimos publicar una nota de condolencia sobre la muerte del preso de conciencia Orlando Zapata?

¿Por qué no se le permitió explicar a Guillermo Fariñas sus razones para mantener la huelga de hambre más allá de los embustes oficiales?

¿Dónde estaba la tolerancia que ahora se exige cuando en apenas unas horas fusilaron a los jóvenes que intentaron llegar a Miami secuestrando una lancha de transporte público, sin lastimar a los rehenes, que más bien parecían cómplices y así lo hicieron saber después, cuando declararon que era una vil injusticia haberles aplicado la pena máxima a los infractores?

¿Qué se les dijo a las madres de estos jóvenes cuando se acercaron a llevarle a sus hijos bolsas de aseo y fueron informadas de que esa noche los habían fusilado?

¿Cuándo se ha podido ni siquiera recordar en los aniversarios a las victimas del hundimiento del remolcador 13 de Marzo?

¿Quién paga esos muertos inocentes? ¿Y cuándo?

¿Quién podría, desde su impresora personal (pensar en la posibilidad de una valla sería demencial con el actual régimen en el poder), imprimir un cartel con los rostros de algunos de los tantos inocentes ajusticiados en medio siglo de dictadura?

¿Hasta cuándo usarán la prostitución de las palabras y no les significará lo mismo cuando son a favor o contrarias?

¿Cuándo permitirán debatir en ese sitio web oficial y conceptualmente erróneo llamado Cubadebate?

¿Cuándo hemos tenido no ya 24 horas, sino tan solo unos minutos de esa libertad de expresión de la que disfrutó Miami, o algunos que residen en esa ciudad?

En otro periódico oficial, Juventud Rebelde, un señor llamado Lázaro Fariñas, residente en Miami (desconozco la razón por la que se encuentra allí, sólo sé que abandonó el suelo cubano como tantos otros millones), denuncia en un artículo "la corrupción de algunos políticos floridanos", y, contradiciendo lo expuesto por la nota oficial del Partido Comunista de Cuba, se refiere a "la falta de tolerancia y libertad de expresión que existe en Miami".

Ante todo, quiero felicitar al Sr. Fariñas por esa libertad de poder denunciar la corrupción política y que acto seguido no tenga a la policía en la puerta de su casa apresándolo para conducirlo a las mazmorras de la Seguridad del Estado en Villa Marista, como enemigo peligroso que atenta contra el poder máximo; también porque su familia no sea asediada, perseguida por el simple hecho del lazo sanguíneo, y porque sin la menor justificación no se quede sin trabajo y sin la posibilidad de que sus hijos, nietos y sobrinos accedan a carreras universitarias.

Felicitarlo otra vez por tener la posibilidad de publicar en la prensa oficial cubana su punto de vista, algo que no hemos logrado muchos de los que sí nos quedamos en la Isla y que por necesidad hemos tenido que acudir a medios digitales y convertirnos en blogueros, asumiendo que nos marginen profesionalmente, recibamos golpizas, persecuciones, procesos jurídicos amañados y fraudulentos, y que en muchos casos han terminado en cárcel. (En estos momentos enfrento una petición fiscal de más de cincuenta años, el tribunal ha rechazado mis testigos y no acepta una prueba contundente: la grabación del supuesto "testigo" de la fiscalía donde, ante una cámara oculta, éste explica detalladamente cómo ha sido presionado para declarar y exhibe las dádivas recibidas en pago).

Señor Lázaro Fariñas, le aseguro que el día que usted no coincida con el punto de vista oficial del gobierno cubano, no sólo dejará de publicar en la prensa oficial, sino que quizá no pueda ni volver a pisar la patria. Si lo duda, inténtelo. Supongo que tendrá al menos una arista que no converja con la actitud oficial —piense en los niños del remolcador 13 de marzo, en los jóvenes fusilados—, alguna fibra habrá en usted que se conmueva. Entonces escriba, intente publicarlo, y descubrirá (me aferro a pensar que es ingenuo y romántico, no cínico), que las puertas no se abrirán para recibirlo.

Allí estaremos un grupo esperándolo, dispuestos a brindarle compañía solidaria.