No niego la educación que recibí, pero más se lo agradezco a mi madre, que a veces no desayunaba para que sus hijos pudieran ir a la escuela con algo en el estómago.
Existe una equivocación, es como si el Gobierno haya regalado, como dice: “gratuito”, la enseñanza. Que sepamos ellos no tienen forma de obtener el dinero que no sea del sacrificio de los trabajadores, por ende, nuestros padres sí pagaron dicha educación, lo cual haría una gran contradicción, si nuestros padres pagaron, y crea usted que en un precio alto, nuestra educación, entonces ¿de qué gratuidad estaríamos hablando?
Sepa usted que jamás he querido ser político, pienso que los lados extremos se dan la mano, por lo tanto, si ve en mí afán de política es un error, por cierto, siempre dije que era anarquista, pero después supe que hasta el silencio es política, la practicamos consciente o inconsciente. Si hubiera querido hacer política, desde hace muchos años lo habría hecho, pero fíjese usted que nunca la aproveché. En el año 1992, luego de ser avisado de haber ganado el premio Casa de las Américas con mi libro Sur: Latitud 13, minutos antes de entregarlo, me hicieron saber que no lo recibiría, la Seguridad del Estado amedrentó a los jurados, si no pregunten a Abilio Estévez que me lo explicó avergonzado. Y desde entonces supe callar porque nunca he querido ser reconocido por escándalos extraliterarios, aunque de alguna manera ese lo era.
Acostumbrado a callar
En el año 1995 gané el premio más importante del gremio de los escritores, el UNEAC, y hasta el año 1998 no fue publicado el libro luego de censurárseme la mitad de las páginas. En esos tres años callé porque tampoco deseaba ser escándalo internacional. En un dossier que hiciera la Casa de las Américas sobre literatura de mi generación, pidieron un cuento a todos los escritores, a pesar de haber enviado cinco cuentos, ninguno fue escogido. Y callé también.
Luego, muy cerca, en el 2006, gané el premio Casa de las Américas con mi libro Dichosos los que lloran, y según dicen las bases, el libro estará impreso para la siguiente convocatoria. Tuve que esperar dos años para que llegara a las manos de los lectores, luego de varias conversaciones con la Dirección organizativa del evento literario. Y continué callando.
Fíjese usted si mi ánimo es aprovecharme y convertirme en disidente que llevo dos años soportando esta investigación a ver si desistían porque, por supuesto, me avergüenzan las acusaciones aunque me sepa inocente y para evitar el escándalo.
Con respecto a emigrar, respeto mucho a quienes lo han hecho, sobradas razones han tenido. En lo personal he visitado Estados Unidos en más de una ocasión, invitado por universidades por mi labor intelectual. A pesar de los ruegos de mi familia y amigos porque no regresara, aquí estoy, soportando que alguien me diga que me aprovecho de la circunstancia para emigrar.
En cuanto a mi fractura en el brazo, si se busca en Google, podrá leerse que el yeso fue puesto en un hospital militar: El Naval, y dije la hora que fue, pero además, el Ministerio de Cultura le pidió al MININT que iniciara una investigación, para acallar las protestas de la opinión internacional. Investigación que, al menos a mí, nunca supe la determinación a que llegaron.
¿Agresores fantasmas?
De todas formas, es un poco risible que ellos mismos se busquen, y tanto fue así que en vez de investigar a los agresores fantasmas, lo hicieron conmigo, y dije en ese entonces el nombre del Tte. Coronel que encabezaba la supuesta investigación, que realmente se dedicaba a perseguir a mis amigos, los apresaban por doce horas para interrogarlos sobre mi vida, qué hacía, a quiénes recibía, si me entrevistaba con extranjeros, etc. Por lo tanto, demás está decirle que si hubiesen tenido duda de mi fractura, con ir al hospital y entrevistar a los médicos militares que me atendieron fuera suficiente.
Pero si fuera poco, el cuestionador puede escribirme a mi correo particular y le haré llegar una imagen del certificado médico y de la placa de rayos X. Por demás, he publicado el nombre de mi abogada y el Bufete de Colectivo donde labora.
Con respecto a Yoani Sánchez, a quien usted menciona, me sería imposible alcanzarla ni superarla, ella es un ícono dentro de nuestra sociedad, y si podríamos servir de algo, es para protegerla, brindarle nuestros hombros para que su voz continúe escuchándose, y así nos sabremos todos oídos.
¿Qué más podría brindarle sino suerte con esa venda inocente que usted posee? No se preocupe, la entiendo, la mayoría fuimos como usted. Si no me equivoco podría tratarse de un extranjero, porque tanta inocencia es imposible mantener aquí dentro, ni los propios militantes del Partido Comunista son tan cándidos y reconocen lo que está sucediendo en el país. Además, en mis viajes por el mundo pude encontrar tantos románticos como usted, que ven a Cuba desde la idolatría, que Fidel Castro es un paradigma, pero nunca, desgraciadamente, piensan en el sacrificio del pueblo de Cuba, en el precio que pagan sus utopías.
Esos defensores de Cuba, algunos profesores de universidades importantes, catedráticos brillantes de clase media, después de defender a ultranza al régimen de Cuba, me comentaban amargamente que al día siguiente iría a huelga para exigir aumento de salario. Y no podía impedir hacer un paneo por la residencia donde vivía junto a su familia, hijos en escuelas particulares, su piscina sin usar, sus autos costosos. Nunca pude evitar preguntarme cuántas horas o minutos durarían apoyando al régimen de Fidel Castro, cuando tuvieran que salir a la calle para subirse en un ómnibus atestado de personas, y llegar a la casa sin saber qué podrá cocinarle a sus hijos. Y mirarles los zapatos gastados, recordar que el suyo tiene un hueco en la suela que constantemente tiene que ocultar de sus compañeros de trabajo. Pero ese ejercicio mental se desgastó. Nadie quiere ver más allá de lo que no le perjudica.
Me quedo en Cuba
Por último, decirle que posiblemente algún Presidente europeo, como usted menciona, por amabilidad, me brinde asilo, pero sepa usted que no todos los presos de conciencia salen de la cárcel y deciden irse, algunos se mantienen en prisión porque se niegan a dejar el país. De todas formas de antemano, les estoy agradeciendo y rechazando. Me quedo. Aquí recibí la luz y aquí la veré por última vez.
Pero sin ser Presidente, salvo de mi blog, le pido que venga a vivir a Cuba. Luego usted me dirá cuanto disfraz hay en sus palabras, cuan errónea es su mirada. Lo triste que es ser ciego cuando se piensa que desde una atalaya divisa el horizonte.
Es mi deseo que se instruya, lea los libros de los escritores que han tenido que abandonar su país. Lea a los blogueros deVocesdecuba.com venga a Cuba y bájese del ómnibus, recorra las calles adyacentes. Aléjese del guía de turismo y busque sus propios interlocutores, aquellos que no tienen un discurso aprendido que le sirve de coraza para no ser perseguidos. No se quede en la piscina del hotel, camine por el malecón y entérese de la realidad cubana. No pierda su tiempo con los espectáculos del hotel. Vaya al teatro, podrá ver los dilemas que enfrenta la sociedad actual. No compre sólo música tradicional, que le recomiendo, sino también aquella música que no tiene promoción, y que sus canciones son pasadas, gracias al Bluetooth, de celular en celular.
Ojalá que mi respuesta no le parezca ofensiva, sólo estoy confiando en esa ingenuidad que me ha conmovido de sobremanera.
Reciba mi saludo y mucha suerte.
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