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26 de diciembre de 2011

Carta abierta del escritor Ángel Santiesteban-Prtas al nuevo presidente de España.



La Habana, 20 de diciembre de 2011



Presidente Mariano Rajoy, me dirijo a usted el día en que mi hija cumple años de nacida. Precisamente pensando en los jóvenes cubanos decido escribirle estas humildes y sinceras palabras sin más regocijo que darle la felicitación merecida, y clamar por esa juventud de mi país que solo encuentra horizonte en el Estrecho de la Florida y que tantas muertes nos causa. No sin antes hacerle un pequeño recuento de los últimos dos gobiernos de su país y, por ende, la repercusión que tiene en el nuestro.
A partir que se ausentara del plano oficial el Partido Popular, tres elecciones atrás, la libertad de los cubanos se ahuyentó. Raudo recibimos a un embajador medio comunista representando al PSOE que vino a pactar con los hermanos Castro. Desde entonces el silencio y la complicidad zapaterista echó su manto oscuro sobre el archipiélago cubano. Los días en que la libertad y el pueblo eran más importantes para España que las relaciones con el tirano, se alejaron.
Aquella complicidad con el Agregado Cultural nos daba la bienvenida, con la intención de participar en algún concurso literario en España, los sobres llenos de cuentos y esperanzas se terminaron. A partir de ese momento dejamos de recibir las últimas publicaciones de libros en la península ibérica, así como la entrega de la revista Encuentro de la Cultura Cubana que nos proveía de los últimos acontecimientos culturales en el mundo y, especialmente, de nuestra cultura de la diáspora prohibida en suelo cubano.
El concurso literario, ensayo y fotografía que idearon en la Embajada española, del cual fui jurado y me consta, que no existieron presiones porque se premiara algún texto irreverente con el sistema político que despreciamos y que impera en el país, solo alcanzó una convocatoria. El apoyo a artistas marginados por la política oficial, se desvaneció. También perdimos el trabajo constante y profundo del Centro Hispanoamericano el cual la dictadura cerró su sede por no ser de su agrado el espacio de libertad cultural que venía desempeñando.
Luego, el encuentro con el Embajador desgarbado del que solo recuerdo su nombre “Lázaro”, y que burló el pasaje bíblico de “Lázaro, levántate y anda”, porque el Lázaro que nos enviaron más bien vino a echarse a los pies del dictador. Y el siguiente encuentro del Día de la Raza, que celebrábamos desde hacía varios años en la residencia del Embajador, y apenas Lázaro nos agrupó leyó lo que sería luego su plan de trabajo, que era “nada”, hacerle la segunda al Gobierno de la Isla. Desde entonces no regresamos a pesar de continuar llegándonos la invitación.
Meses después los Embajadores de la Unión Europea quisieron un encuentro-dialogo con escritores cubanos en la residencia del Embajador de Austria que presidía la Unión en ese entonces. Allí estábamos Leonardo Padura, Amado del Pino, Pedro Juan Gutiérrez, Reinaldo Montero y yo. Cada cual dio su visión de la realidad social.
Algunos Embajadores se mostraban en suspenso con las relaciones de Venezuela con Cuba, y pensaban que quizá, según expresó el Embajador español, a partir de una mejora sustancial en el orden económico, podía suscitarse una mejoría en las libertades individuales. Que él esperaba mejores tiempos para Cuba, el levante de la economía nacional y libertades sociales.
Cuando intervine dije que referente a la posibilidad de “mejora económica”, me manifestaba pesimista puesto que los años de dictadura habían demostrado la pésima administración de los bienes del Pueblo, y que en el supuesto caso que Venezuela se convirtiera en lo que fue la Unión Soviética y el resto del campo socialista para Cuba, sería desastroso para las libertades individuales, pues al verse fortalecidos, también se acrecentaría la represión.
Que el Gobernante (en ese entonces era Fidel Castro, ahora es su hermano, pero siempre ha sido el mismo binomio), había cedido espacio de su férrea dictadura a partir del Período Especial donde perdió credibilidad y seguidores, pero si sucedía un retorno de consolidación económica, lo cual dudaba, podían dar por seguro que se agudizaría la represión, censura y encarcelamientos de los opositores al gobierno.
Luego que la reunión terminara, mientras tomábamos algún refrigerio, se me acercó el Embajador Lázaro, para decirme con aires de bonachón “no seas tan pesimista”. Lo recorrí con la mirada porque la impotencia hacía amago por superarme. Señor, le dije, cómo es posible que usted se atreva a pedirle optimismo a uno de los integrantes de la tercera generación que el proceso consume sin reportarle ningún beneficio. Fidel Castro es una trituradora humana.
El Embajador quiso escapar, pero lo detuve: nunca, sentencié, he visto que el Estado cubano prospere en materia económica ni libertades individuales, y desgraciadamente vamos a estar vivos los dos para verlo.
El Embajador levantó los brazos y se alejó. Nunca volvimos a encontrarnos. A sus invitaciones no accedí. En el lugar que hoy se encuentre debe recordar las palabras que sin ser un entendido en las materias políticas y sociales, lo dejan a él, diplomático de carrera, en la mayor desventaja por nuestros pronósticos, con su fracaso como Embajador y parte de una política de partido aburrida y sumisa, tanto, que los propios trabajadores de la embajada española en La Habana nos dejaron saber que tenían una habitación llena de revistas de Encuentro de la Cultura Cubana, por no repartirla, porque el gobierno se lo había prohibido en negociaciones secretas.
En estos dos gobiernos zapaterista, hemos sufridos la desvergüenza de ambas presidencias (Zapatero-Fidel y Raúl Castro) y sus acólitos. Aquellos supuestos logros en materia de presos de conciencia solo han servido para ser cómplices y ayudar a destapar la olla y sacar presión y así evitar un estallido social en la Isla, procurar respiro a un proceso que por momentos se asfixia, y que recurre a estrategias con la intención de mejorar su imagen internacional, premiar a sus encubridores y en definitiva alargar un sistema en el cual su población no cree, como la excarcelación de los presos de conciencia y que España aceptó recibirlos como refugiados políticos, con los cuales se desentendieron después de su llegada y han lanzado a la buena de Dios. El Maestro de Ceremonia de tamaño circo fue el Ministro de Exteriores Miguel Moratinos.
Al final demostraron que excarcelarlos no fue una intención humana, sino política. También ruego por ellos y le pido encarecidamente que les provea el lugar que ellos merecen después de padecer persecución, torturas y encarcelamientos, sería muy bondadoso de su parte detener esa escalada de agonía, y finalizar con algo que comenzó enfermo. Está en sus manos lograrlo.
Por supuesto, sabemos que aunque el Partido Popular haya ganado, no quiere decir que resolverá los inmensos problemas que sacuden a España, mucho menos solucionará el dilema de los cubanos. Lo que sí estamos seguros es que al menos con usted, Presidente Mariano Rajoy, tendremos una mano solidaria y que sabrá tomar distancia de una dictadura que agoniza, pero aún en sus últimos estertores, patea y está dispuesta a cobrar vidas de los que la enfrenten.
Por estos días los cubanos hemos perdido al amigo, intelectual y ex presidente de la República Checa, Václav Avel, pero Dios nos ha proveído de usted. Sus razones habrá tenido para llamar a Su lado al escritor checo, y dejar esa misión en sus manos.
Con humildad sólo le pedimos Presidente Rajoy, un Embajador que nos respete y nos devuelva el lugar de una oposición atenta, consagrada y resuelta a alcanzar las libertades inherentes al ser humano.
¡Bienvenido sea!
Saludos,
Ángel Santiesteban-Prats

24 de diciembre de 2011

Mueren los delegados en la tierra del bien y del mal



Mueren dos líderes políticos con tan solo algunas horas de diferencia. Pero además de ese tiempo también eran incompatibles en sus maneras de ver la vida, de actuar y de entrega por sus pueblos. Uno representaba la Justicia en la tierra y el otro personificaba la malignidad. El primero, Václav Avel, fue un luchador nato, un intelectual y político por naturaleza, de esos que no esperaron más que el sufrimiento al oponerse a una de las dictaduras más feroces de la humanidad. Por ello fue perseguido, humillado, cumplió prisión y fue torturado. Al final murió por la secuela ocasionada por la osadía de enfrentar una dictadura que ahogaba a su pueblo. Pero al menos su pueblo lo supo premiar y hoy lo llora, porque les regaló un país libre y próspero. Fue Presidente el tiempo necesario, cumplió y se retiró a observar el transcurrir de un país que se desarrolla.
La otra muerte, el dictador Kim Jong Il, que no podemos llamar “pérdida humana”, porque para eso habría que tener sentimientos que justifiquen esa categoría. No fue más que un tirano, de los más perverso y ególatra que hayan existido. Tras su muerte, solo deja el sufrimiento que garantizan todos los de su tipo: castigo, hambruna y muerte.
Václav Avel no se conformó con ver a su país soberano, sino que luchó también por la libertad de otros pueblos como el de Cuba. En su geografía personal el archipiélago cubano ocupaba un lugar primordial. Fue constante su interés por la realidad cubana, las condiciones de los cubanos y, desde la sede de su país en La Habana, sentimos el apoyo de su Gobierno por el libre pensamiento, por la voluntad individual y la independencia nacional, porque en nosotros se veía a sí mismo en los años de dictadura, en el actual estado totalitario que sufrimos, él sentía por los cubanos como uno más.
Kim Jong Il, no tuvo más destaque en su vida que haber sido el príncipe de esta nueva modalidad de dinastía que comparten Corea del Norte y Cuba, el legado familiar. Su padre, el dictador y mitómano Kim Il Sun, le garantizó la entrega del poder, lo cual ha recibido también su nieto, y luego será su bisnieto. No importa que su país carezca de alimentación y libertad, lo único imprescindible es lo que coincide en los demás de su estirpe autócrata: mantener el poder. Y ante la repugnancia general del mundo civilizado, el Gobierno Cubano decreta duelo nacional por el vil tirano.
En algún momento, puede que muy pronto, erigiremos el monumento que Václav Avel supo ganarse, allí pondremos las flores por el resto de nuestros días, generación tras otras. Mientras que en Corea del Norte, derribarán las estatuas de los Il apenas tengan la oportunidad.
Los cubanos le deseamos al pueblo coreano que pronto obtengan su libertad, como la deseamos nosotros también, y les deseamos felicidad. Al pueblo checo el sentido pésame, y le lloramos agradecidos a su líder amigo que nos comprendió y acompañó en todos los momentos. Y más que setenta y dos horas de duelo, le daremos la eternidad.
Hasta siempre Presidente Václav Avel.

Ángel Santiesteban-Prats

22 de diciembre de 2011

Cuba: un país que se subasta.

La Hija de Emilio (1974), de Servando Cabrera Moreno, una de las obras subastadas por el gobierno cubano.



Por estos días la nación cubana debería estar llorando y retorciéndose en su propia traición. Da la sensación de un país que se desgasta de a poco, que se vende con prisa como alguien que intenta sacar cualquier beneficio antes de la partida.
Desde hace años se viene subastando el patrimonio cultural en ofertas por vía internet. Obras de destacados artistas de la plástica, que ni siquiera están vivos para reponerlas. Creaciones que difícilmente volverán a nuestro país. Este año se han subastado, por más de 600 000 dólares, las importantes obras de Servando Cabreras Moreno, un cuadro de 1957: “Figura con ave”, “Capullo”, de 1945, “La hija de Emilio”, 1974, y “Besos”, 1966. De Wilfredo Lam: “Último viaje”, 1979. Fueron 44 artistas entre los que se encontraban Tomás Sánchez, Mario Carreño, René Portocarrero, Amelia Peláez y Raúl Martínez. En los últimos años hemos perdido una parte importante de la riqueza pictórica de la nación.
En otros países las reglas de los Gobiernos por salvar sus patrimonios culturales, que es intocable, cuando los coleccionistas particulares deciden vender, establecen que Estado tiene la prioridad en caso de interesarle, y se aceptan tres proposiciones. En caso de no ponerse de acuerdo, el dueño tiene la posibilidad de quedarse con la obra pero no de venderla, y mucho menos de sacarla fuera de las fronteras del país. A eso agréguele que, por mantener en su casa un cuadro considerado Patrimonio de la Nación, anualmente debe pagar un impuesto al Estado. Me parece una labor loable. Considero que la pintura de cada nación donde mejor está es en sus museos, para que sea admirada por sus nacionales y los extranjeros que lo visiten.

Robo y demagogia.

Aún por estos días escuchamos la denuncia de los voceros del Gobierno cubano lamentándose por el “latrocinio en los museos por las tropas aliadas cuando entraron en Irak”. También aún el mundo solloza por las obras culturales destruidas y saqueadas por las hordas nazis a los países agredidos y que gran parte de ellas permanecen ocultas.
Pero en Cuba es como si no tuviéramos la capacidad de mirarnos a nosotros mismos, esa fue la educación exigida en aras de proteger a la supuesta revolución de 1959, y que no era más que la manera de permitirle a Fidel Castro hacer sus desmanes sin ser criticado; acepto que intentarlo hubiera sido una falacia de craso error, al enfrentarlo se recibía de inmediato un castigo feroz, pretender una crítica, ni siquiera constructiva en aras de una honestidad “revolucionaria”, es visto como un suicidio.
Pocos de aquella generación, ninguno de los que hoy viven dentro del país y tienen participación oficial en la vida social, enfrentaron los designios del Zar Fidel Castro, y en aptitud cobarde callaron porque no se consideraron aptos de asumir el castigo. Prefirieron ser esclavos, cómplices en silencio e incapaces de disentir. Lo que consideraron apropiado para la subsistencia, y olvidaron su lugar ante su conciencia y la historia, que los recogerá como lo que fueron y aún son en el presente.
Y esa educación intentaron trasmitirla a las tres generaciones que les han seguido. Y por no aceptarlo nos tildan de traidores, de estar en confabulación con un enemigo que ni siquiera hemos conocido, ni que ha intentado “comprarnos”, “captarnos”, o cualquier otra acusación hecha por los voceros de la sufrible Mesa Redonda, quienes ya no pueden creer en la conciencia martiana. Y que luego, en conversaciones personales, aceptan tanto o más que uno los problemas del sistema, y en ocasiones hasta se descubre cierta admiración por las antagónicas posturas que sus miedos, en momentos de rebeldía, no les dejaron desarrollar.

Intelectuales benéficos.

Entonces qué nos puede quedar de un medio cultural que, en mi caso, por criticar que un grupo de intelectuales haya sido enviado a una Feria del Libro en México por el Instituto Cubano del Libro, sin la mínima garantía económica, máxime que iban representando a Cuba, se hayan prestado para atacar al que los defendía, por acatar las órdenes de los Funcionarios que los enviaron a representar una imagen de “delegación de la hambruna”, y por persistir como escritores oficialistas dispuestos a mover las banderitas y continuar siendo considerados de “confianza” al régimen y, por ende, permanecer cobrando las dádivas en actitud mercenaria.
Fuera de Cuba he presenciado a Premios Nacionales de Literatura pedir limosna a los organizadores de eventos internacionales, con el pretexto de que “Cuba es pobre”, por lo que asumen que sus almas también lo son, y entierran el orgullo y el decoro. La “revolución” de tanto que les pidió sacrificio, de las veces que los ha hecho arrastrarse para pedir perdón por palabras o acciones cometidas y que a los políticos no les agradaron, les hicieron perder la vergüenza. Habría que parafrasear al indio Hatuey, “si eso es la revolución, entonces prefiero no ser un revolucionario”.
Intelectuales que a pesar de no compartir sus posturas políticas se respetan, inconmensurables por su obra creativa, espiritual, y en muchos casos por su misión social. Pero asumen una actitud de silencio, a pesar de inferir que les duele en el alma ver cómo se pierde la riqueza cultural de la nación. El mismo Historiador de La Habana Vieja, el señor Eusebio Leal, que le ha devuelto al casco histórico el orgullo y el respeto que merece, calla ante el latrocinio del Gobierno. El gran poeta Roberto Fernández Retamar, Director de la Casa de las Américas, también hace silencio ante la depredación, y se irá de esta vida con las sangres en su alma de los jóvenes fusilados en el intento de fuga en una lancha. El Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el etnólogo y escritor Miguel Barnet, también se calla como ha sabido hacer siempre. Ellos, entre muchos, que son las voces respetables, debieran aunarse para defender los tesoros culturales de la nación.

¿Qué haremos con el yate Granma? ¿Lo hundimos en el mar?

¿Por qué el Gobierno de Cuba no prefiere vender el yate Granma? Sé de algunos que lo comprarían, para destruirlos o adorarlo, el destino de esa chalana sería de su elección. ¿Por qué no vender todas las pertenencias del argentino Ché Guevara? Tiene muchos fans en el mundo que comprarían sus armas y uniformes con desprendimiento económico. Que se deshagan de esos museos heroicos por toda la Isla, copados con sus materiales de guerra. ¡Podrían ser subastados…! Pero es que el egoísmo del régimen y la falta de respeto por la cultura ha sido constante. Se deshacen del arte porque lo subestiman, les molesta porque no refleja su épica o porque sus autores son homosexuales. Sólo lo ven como fuente de riqueza y, ante la crisis económica prefieren perder la nación que los símbolos que sustentan su ideología, su gran farsa y estafa. Y todo, ante el silencio cobarde de las voces llamadas a custodiarlas.
Ángel Santiesteban-Prats.

10 de diciembre de 2011

Fidel Castro: Culpable de asesinato a la nación cubana.





La dictadura cubana critica la posibilidad que brinda el gobierno de los E.U. al aceptar a los cubanos que cruzan el estrecho de la Florida en un intento por alcanzar sus sueños. Escriben extensos manifiestos para disfrazar la realidad de la Isla, y culpar a los que reciben el problema. Lo que significa mirar la consecuencia y olvidar la causa.
Por supuesto, ¿quién dentro de Cuba cuestionaría esa mirada obligada del problema? ¿Quién se atrevería a cuestionar la “causa”, cuando no lleva otro nombre que los hermanos Castro. ¿Qué han hecho con este país? ¿Dónde está lo logrado a costa del sacrificio de los inmolados bajo sus órdenes? ¿A cuánto asciende el precio de perdida humano y material en los últimos cincuenta años? ¿Por qué Fulgencio Batista ya no parece tan tirano? ¿Quién se encargó de superarlo, de ser más extremista y dictador? ¿Quién llenó las cárceles y fusiló a jóvenes insatisfechos, desesperados, a disidentes y todos los que se les opusieron? ¿A cuánto ascendía los años de prisión por intentar salir del país ilegalmente? Los sancionaban con la misma condena que le impusieron a Fidel Castro por asaltar el cuartel Moncada en Santiago de Cuba.
A mi Padrino en el año 1967 por recibir una carta de un primo que vivía en Miami, intentando convencerlo de que emigrara con ellos, y en la que le advertía a dónde podía llegar un gobierno comunista y totalitario como el de Fidel Castro, lo detuvieron y condenaron a diez años de cárcel que cumplió día a día, pues en la aduana le abrieron la carta sin que él nunca la recibiera. Cuando salió y me vio con casi once años, comenzó a llorar por todo el tiempo perdido injustamente. Se abrazó a mi madre y, suplicando con sus ademanes homosexuales, dijo que nunca más quería volver a ver a un hombre a su lado. Fueron diez años de ser usados por las bestias, le dijo a mi madre en medio del llanto.

¿Quién ha sido más dictador, Batista o Castro?

Sabemos, según la historia que ellos mismos nos contaron, que en el Gobierno de Batista se abusaba, torturaba y en secreto mataban a los jóvenes para luego dejarlos tirado al borde del camino. Lo que consideramos horrendo. Pero ¡acaso Fidel Castro no fusilaba ante la mirada del pueblo! Por solo mencionar a los jóvenes desesperados que intentaron robarse en la bahía de La Habana una lancha de pasajeros para llegar a Miami con el objetivo de trabajar, realizar sus sueños más urgentes que una “revolución” no supo asegurarles. Y que después de quedar varados en altamar por falta de combustible, y fueran remolcados por los Guardafronteras cubanos hasta la bahía de Mariel, y negociaran con las autoridades, que hablaban en nombre de Fidel Castro, los engañaron, luego de garantizarles que no les sucedería nada y, si se entregaban, a cambio recibirían un escarmiento mínimo.
Los propios acompañantes de la lancha, entre ellos extranjeros que dieron testimonios de que no fueron maltratados ni entendían que su vida estuviera en peligro en algún momento, aunque fueran tensos, y que pidieron indulgencia por los jóvenes…, sin embargo, fueron fusilados ante la mirada de Cuba y el mundo. Sin juicio previo. Horas después de la captura. Esperaron que las madres fueran a buscar ropa y aseo para cambiarlos, y sin haber llegados a sus casas fueron informadas que los habían fusilados por orden estricta del Consejo de Estado… Por supuesto, los cubanos mantuvieron el silencio, y algunos intelectuales y artistas quedaron con sus manos manchadas, tanto, que ni su propia poesía los va a salvar del infierno. Y todo por cobardes, por pensar en su propio bienestar. Y ahora repiten como papagayos que hubo que hacerlo porque existía una amenaza real de la Armada estadounidense de invadir a Cuba, por acabar con la práctica de violar el cielo y las aguas territoriales. Eso nunca ha sido comprobado. Pero si así fuera, tampoco es ni será admitido ese vil asesinato. No pensaron en sus hijos, en sus nietos. ¿Hubieran hecho lo mismo? Con seguridad, no.

La inteligencia al servicio de la mega-malignidad.

No podemos negar que Fidel Castro ha sido de una inteligencia poco común, lo único que la puso a su servicio personal, a sus propósitos familiares. Otros dirían que al servicio del Diablo. Pero ¿qué hubiese sucedido si Fidel Castro hubiera cumplido con lo que prometió desde la Sierra Maestra? Si hubiera cumplido todos aquellos sueños de una Cuba mejor, sin salirse de la democracia y los principios estatuidos por la civilización más avanzada. Quizá hasta se le hubiera aceptado, al estilo del Rey Juan Carlos de España, ser el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de Cuba, pero sin intervenir en los asuntos de Estado. Sólo le hubiera correspondido la vigilancia de una revolución humana, destinada al mejoramiento de todos los cubanos, sin excepción de raza, credo, o filiación política.
Pero aquellos que tenemos un poco de sentido común, sabemos que Fidel Castro jamás se hubiera conformado con la vigilancia de los preceptos y derechos de la nación cubana. Él quería más. Siempre quiso más. De hecho, Cuba le quedó chiquita como la zapatilla de cristal a las hermanas de Cenicienta, y comenzó a buscar su expansión en otros continentes, tanto que se olvidó de Cuba. Nosotros solo fuimos el vehículo a sacrificar para sus mega-sueños, su mega-revolución, ser un mega-presidente, un mega-líder, a eso dedicó su vida, intentando embaucar en su embeleso con palabras de principios y ternura, engañar a otros y sumarlos a sus propósitos con frases patrióticas, heroicas, “internacionalistas.” Fidel ha ejercido como un gran mago de la palabra; siempre lo imagino soplando la flauta para hacer bailar a la serpiente, lo que en este caso, la serpiente está en el espejo, es su propia imagen la que baila con su propia interpretación, de ahí el gran truco que ha ejercido por más de medio siglo: “el encantamiento”.
Y muchos se durmieron con su encanto, y aún duermen, los menos, porque la mayoría finge dormir, pero no es más que el miedo lo que los mantiene aparentando el cumplimiento de las órdenes del Maga-dictador.
Ángel Santiesteban-Prats

1 de diciembre de 2011

Marabana: homenaje a Laura Pollán





La libertad cuesta muy cara,
y es necesario o resignarse a vivir sin ella,
o decidirse a comprarla por su precio.
José Martí

Correr siempre ha sido un gusto que me acompaña. Es el momento supremo donde confluyen la creación literaria, anhelos personales y la lucha política (si definitivamente así hay que llamarle a los criterios personales y al derecho a la determinación personal). Ese espacio en que el organismo revoluciona sus células, expulsa la grasa, la sangre fluye con velocidad y barre los residuos de colesterol y triglicéridos: lo llamaría el momento de oficina, donde se resuelven los planes de trabajo y se planifica el futuro. Cuando practicaba en el Martí, campo deportivo en G y Malecón, en el momento que rebasaba la curva frente al edificio de la Casa de las Américas, imaginaba cómo haría la noche de mi posible premiación. Quería tener una actitud irreverente, y en las otras tres cuartas partes de la pista, continuaba preparando la trama de alguna creación en la que estuviera inmerso.
El día que fui premiado, estaba la plana mayor de la oficialidad cultural subida sobre el estrado, y escalé con mis hijos tomados de cada mano; tuve el gusto de pasar por delante de ellos y dejarlos con la mano extendida. Todo ocurría ante dos mil personas que observaban con suma atención. Sólo recuerdo haberme acercado a un profesor universitario de la asignatura de historia que era jurado en el género de ensayo, y abrazarlo con admiración. Lo curioso es que recuerdo con más placer y nitidez el momento en que planifiqué todo aquello corriendo por la curva de la pista, que la noche de la premiación.
Ahora, cuando me disponía nuevamente a participar en la maratón de los 21 km, sentí que no debía hacerlo sólo por el placer que brinda el atletismo. Esa necesidad personal de ejercitarme debía ir más allá de mí, alcanzar otros propósitos colectivos (La libertad no es placer propio, es deber extenderla a los demás. José Martí). Necesitaba defender una causa nacional. Quería correr con un pulóver que dijera tantas cosas. Pensé en escribir la dirección de vocescubanas.com, GeneraciónY.com, que recordara la inmolación de Orlando Zapata, La primavera negra, algo alegórico a las Damas de Blanco, exactamente que dijera LIBERTAD, que defendiera a los blogueros, que denunciara el derecho libre de todos los cubanos a la internet, que criticara la censura, la potestad de agruparse a lo que cada cual considere más oportuno, necesario y justo. También que recordara la estampida de intelectuales cubanos que ahora andan dispersos por el mundo, y la de millones de cubanos que han huido de la miseria, del sacrificio en vano y la mala política de la familia Castro. En particular por los once balseros de mi barrio ahogados en días recientes por intentar alcanzar la Florida. Quería decir tantas cosas. Comprendí que un pulóver no me alcanzaría para todo lo que necesitaba denunciar.
Y llamé a Yoani Sánchez y acordamos vernos en su casa. Cuando le expliqué mi anhelo no respondió, solo después de escucharme, se levantó para ir a su habitación, cuando regresó venía con el pulóver de Laura Pollán en sus manos. Entonces comprendí que en esa imagen encerraba todo lo que necesitaba gritar, exigir, mostrar.
La abracé junto a Reinaldo y quedamos que el domingo a partir de las 7 am, ella estaría pendiente de lo que sucedería con mi persona.
El domingo casi no pude dormir. Una ansiedad, como cada año sucede en la noche del Marabana, me torturaba; pero en esta ocasión era diferente. Sentía una responsabilidad mayor, máxime que apenas tuve tiempo de prepararme para la competencia. A las cinco de la mañana ya estaba ejercitando los músculos. Pasé a recoger amigos, hermanos masones que estarían pendientes de mí en varios puntos distribuidos por el circuito.
El cartel con el número lo mantuve sobre la foto de Laura casi hasta la arrancada. No quería correr el riesgo de que en medio de la multitud me arrastraran fuera para impedírmelo. Dos minutos antes de de la señal de salida, bajé el cartel que exhibía el número y la foto de Laura Pollán alumbró como el Sol que es. Varios jóvenes de escuelas militares de inmediato se percataron de mi intención y corrieron la voz, pero ya era tarde, con el aviso del inicio de la competencia perdían la oportunidad de malograr mi plan. Y comenzó una carrera de emoción, los movimientos convulsos, una ola que va tomando fuerza y anuncia el peligro por los empujones de los que están detrás que quieren comenzar a correr, instantes donde existe la posibilidad de ir al suelo y ser pisoteado por una estampida semejante a la de caballos salvajes.
Al principio hay que estar atento de no pisar al de adelante, ni recibir una patada del que pugna detrás de ti. No dejarte llevar por el paso de los otros porque una mala estrategia pudiera sacarte de la competición, mantener el paso y la respiración es vital. Delante siempre van los profesionales, los integrantes de los equipos nacionales, de las escuelas deportivas, y algunos ingenuos mal situados que por lo general terminan tirados al borde de la calle con raspaduras en las rodillas, los codos y el rostro por los empujones. La salida es en el mismo Capitolio, luego bajamos por Prado y nos recordamos de niños subidos encima de los leones.
Dos kilómetros más adelante ya cada cual tiene su espacio. La entrada al malecón es el mejor de los regalos. El mar se abre inmenso, peligroso y no puedo olvidar a los once cubanos de la barriada de Luyanó que hace un mes se lanzaron al mar y desaparecieron.
Un organizador del evento que ve en mi pecho la foto de Laura pasa el aviso. Quince minutos después, una guagüita blanca con la puerta abierta y dos hombres con el torso inclinado, se acerca lentamente. Cuando me descubren le avisan al chofer para que mantenga la velocidad a mi paso. Temo que me halen hacia dentro del microbús y decido acercarme al margen pegado al muro del malecón y así impedir que puedan acercarse. Al comprender mi estrategia se van. Media hora después se acercan en el mismo microbús pero con una cámara digital, y se mantienen quince minutos tomando mi imagen con la foto de Laura en mi pecho. Vuelven a irse.
También calculé que por la derecha repartían las bolsas de agua y refrescos, y que sospechosamente se agrupaban varios hombres, por lo que existía también la posibilidad que me retuvieran. Entonces comencé a correr en forma de S, para huirle al microbús y a los puntos de entrega de agua. Yoani Sánchez me llamó para saber cómo iba mi estado de ánimo y mi seguridad. Todo bien hasta ahora, le respondí. “Creo que no van a molestarte”, me dijo. “Dale muchacho, fuerza y hasta la meta. Estoy aquí al tanto. Sabes, que la cábala es sorprendente, vi una foto tuya que subieron en internet, y el número que llevas en el pecho, casualmente, es el año de nacimiento de Laura Pollán (13-2-1948). Suerte”. No supe qué responderle. Me parecía increíble que su propio espíritu lo hubiera elegido.
Al llegar al restaurante 1830, dejamos de ver el mar porque se comienza a entrar en la ciudad. Subimos la loma de la calle 12 del Vedado, que es la primera gran prueba de resistencia. Cuando rebasé la calle Línea, descubrí un operativo que intentaban ocultar, intentaban fingir que no me esperaban y no querían reparar en mí, pero a la vez, no podían ocultar la importancia o preocupación que les causaba. Miré dos veces atrás. Me había parecido que tenían algo ideado y pensé que lo habrían abortado por la cantidad de personas que se encontraban en la intercepción. Pero cien metros más arriba, justo en la posta de 13, la calle donde vivía Celia Sánchez y donde continúa residiendo la guardia personal de los hermanos Castro, descubrí que me estaban esperando. Entonces, asustado y con las fuerzas disminuidas, saqué el celular para fingir que estaba conversando mientras me acercaba a dos maratonistas canadienses que corrían cerca de mí y que los mantuve cerca por si intentaban algo. Tuve miedo, por supuesto. Pero nunca tuve otra opción, saber eso al menos era un aliciente. Se notaban indecisos, esperando una orden que les indicara el comienzo de la acción. Como continué simulando que hablaba por el celular, subí el tono de la voz, diciendo que todo estaba tranquilo, que me encontraba subiendo la loma de 12 y 13, justo en posta de unos de los cuarteles del Presidente.
Fue el minuto de más tensión en mi vida. Me dejaron seguir de largo. Pero el temor de que al bajar la velocidad sirviera para retenerme con más facilidad, me hizo mantener el paso de ascenso, algo que después de todo les agradezco. Desde ese momento una moto se mantuvo detrás de mí. Y doblamos por la calle 23, allí estaban esperando al pie de la guagüita con la cámara en mano. Me alejé unos metros. Y al llegar a Jalisco Park se hicieron los 10 km, gran parte de corredores se quedaron en ese punto al cumplir con la distancia de inscripción. Me llamó Manuel Fernández desde Madrid para decirme “hermano estamos al tanto de lo que pueda ocurrirte, no estás solo”. Mi hermana Mary llamó desde Miami asustada porque lo que podría sucederme. Nada peor que vivir sin libertad, le respondí.
Seguimos por 23 a buscar la calle 26, allí doblamos hacia la Ciudad Deportiva. A esa parte del circuito los maratonistas le pusieron el “cachumbambé”, por las múltiples curvas y lomas. A partir de ese momento una ambulancia se mantuvo cerca de mí, desde su interior varios hombres me miraban y sonreían con cinismo. Yo los ignoraba. La moto se mantenía detrás.
Al comenzar el ascenso de la loma del zoológico las piernas empezaron a flaquearme por primera vez. Un dolor subió desde el tobillo como si me estuvieran introduciendo un tornillo a sangre fría. Tuve vergüenza de no poder lograrlo. Y una voz me dijo: “No flaquees que el espíritu de Laura está contigo. Déjate llevar que ella te va a cargar hasta la meta”. Miré, y era un dulce anciano que hubiera querido saludar. Intenté mostrarle una sonrisa pero no sé si lo logré. Sólo recuerdo que las fuerzas aparecieron, y el tornillo en el tobillo comenzó a retroceder. Y sentí un himno dentro de mí. Imaginé a Laura Pollán caminando a mi lado con su gladiolo pegado al pecho. Los ojos se me pusieron llorosos. Y esa fuerza continuó surgiendo desde lo más profundo de mi ser, una explosión de luces pugnaba en mis venas. Las piernas volvieron a estirarse, los músculos se relajaron, y un organizador me dijo cuando pasaba por la Calzada del Cerro y 26 que llevaba buen paso.
En los siguientes segmentos de la carrera, varios “civiles” con cara de segurosos aguardaban en las aceras, y algunos tomaron testimonio desde sus cámaras fotográficas o celulares. El asedio de la guagüita fue más esporádico. Cuando llegamos a Carlos III me sentí en la meta, aunque aún faltaran unos pocos kilómetros. Varios amigos me llamaron preocupados y solidarios desde Miami, entre ellos los escritores Daniel Morales, Zilma desde España, Gume Pacheco, Torralbas, Amir desde Panamá, Lilo Vilaplana lo hizo desde Colombia para gritarme que estaba orgulloso de mí, de ser mi hermano.
Al pasar por el edificio de la Gran Logia me saludaron algunos masones que no comprendían qué hacía yo inmerso en aquel desgaste mientras ocurría momentos trascendentales en la historia de la Institución. Levanté el brazo feliz en señal de festejo.
Al bajar por la calle Reina una mujer me dijo que Laura se veía más linda que nunca. La palpé y el pulóver que estaba completamente mojado. Seguí el descenso y mi bombillo de energía personal parpadeaba. El Parque de la Fraternidad me pareció hermoso como nunca antes. “Vamos que ya llegaste”, me gritaban. “Dale que la trajiste como a la Caridad del Cobre, la virgen mambisa”, dijo otro. Algunos me felicitaban. Y todo eso me reconfortaba. Aunque quedaba la preocupación del final, si me estaban esperando para detenerme, pero sinceramente ya eso no me importaba. Llegar significaba que el susto ya había pasado. Mi cuerpo no vale nada, menos después de correr una distancia de 21 km. Desde Radio Martí me hicieron una pregunta, y aún tuve fuerzas de expresar que le hacía un homenaje a Laura Pollán, intentaba ser un grito de CUBA LIBRE.
Los últimos metros son los peores. La emoción imaginada se frustra por el cansancio. Al rebasar la meta un médico me pregunta si necesito asistencia. Niego. Me entregan la medalla. Y me dicen que entre por un pasillo oscuro que cruza la Polivalente Kid Chocolate. Hago como que voy a entrar y atravieso el pasillo del cine Payret y escapo.
Mis amigos me esperaban. Nos sentamos en el Parque Central, a los pies de José Martí y leí el texto que guardaba en mi bolsillo:


Hijo de Cuba soy, a ella me liga
un destino potente, incontrastable;
con ella voy: forzoso es que la siga
por una senda horrible o agradable

Con ella voy sin rémora ni traba,
ya muerda el yugo o la venganza vibre.
Con ella iré mientras la llore esclava,
con ella iré cuando la cante libre.

José Jacinto Milanés
(Carta enderezo de José Jacinto Milanés al poeta mexicano Ignacio Rodríguez Galván).




Nota no tan al margen:



Desde el mismo domingo del maratón, en horas de la tarde, la Seguridad del Estado visitó mi vivienda. Pero hace dos años que decidí abandonarla, desde que comenzaron los primeros “actos de repudio” frente a mi casa, busqué cobijo en espacios diferentes, soy un itinerante con laptop y cepillo de dientes. Desde entonces nunca duermo una semana en el mismo lugar. Siempre que me citan o detienen insisten en el lugar exacto donde pernocto. Y les enseño la dirección de mi carné de identidad. Luego del domingo han ido buscándome a casa de mi pareja y otros dos lugares que generalmente visito. Hasta ahora no han podido encontrarme. Antes que me detengan al menos necesito terminar algunos post para repudiar al régimen y desenmascarar su atroz dictadura.
Pero no sufran por la noticia, nunca he sido más feliz.
Ángel Santiesteban-Prats.