“Un libro siempre es un hijo amado”,
hemos escuchado en disímiles de ocasiones esta expresión de los
creadores; pero cuando ese retoño es recibido en situaciones
difíciles, quizá la más extrema de nuestras vidas, un sentimiento
agregado nos marca por siempre. Y el libro de los posts que ahora nos
convoca, titulado Isla interior, el segundo de este género,
después de Bloguear a ciegas, nos estampa ese sentimiento de
lucha que casi siempre nos confunde con angustia, por la situación
que se vive en mi país, y en mi vida en particular.
Antes de comenzar a escribir en el
blog, escuché frases de desprecio hacia los posts, que provenían de
poetas, narradores, y los que se hacen llamar periodistas de la
oficialidad, los trataban como algo menor que no valía la pena
incursionar. Luego supe que los corroía el miedo, escribir los posts
era un camino salvaje, honesto y profundo que los llevaba a una
realidad que no estaban dispuestos a enfrentar. Mejor se mantenían
en su literatura, versos y reportes intrascendentes de lo bien que se
administra el país, disfrutando de su vida intelectual y
profesional, recibiendo los regocijos que implica ser aceptado, que
ser marginados de la cultura. No hay que ser matemático para
comprender la diferencia.
Nunca he criticado a los que se
mantienen en su cascarón de miel, los que prefieren vivir con la
máscara y fingir que desconocen los problemas sociales, o que está
justificado al abordarlo desde su literatura. Pero también me
gustaría que se respetara mi decisión de darle vida al ciudadano
que me acompaña. Cierto que de alguna manera ha dañado al
intelectual que va conmigo, por lo que ha tenido que aprender a vivir
en circunstancias extremas, en estrés constante, y a pesar de todo,
continuar creando.
El blog me abrió el camino de la
libertad que antes desconocía. Siempre dije que era un sueño tener
en una esquinita del periódico menos importante, en la última
página, un espacio donde pudiera abordar mis conflictos, los dilemas
de los que me rodean. Sabía que en un sistema totalitario sería
imposible, pero gracias al internet pude realizar ese sueño.
Y aquí me encuentro, por lograr aquel
sueño, expulsado de la literatura, marginado del mundo editorial, y
con un plan macabro de la policía política por lo que he sido
recientemente condenado, sin prueba que me incrimine, a cinco años
de cárcel, salvo el tener “la letra alta e inclinada”; por si
fuera poco, me ocupé de demostrar que era inocente, algo que ellos
no pudieron contrarrestar, porque como bien se sabe, la mentira tiene
patas cortas. Pero mis pruebas fueron desconsideradas por el
tribunal.
Algunos me preguntan qué haría si
pudiera regresar en el tiempo al momento donde decidí abrir el blog,
cuando era un escritor aupado por la cultura, en la que integraba las
antologías, Ferias del Libro y asistía a otros países para
representar mi literatura. Y les juro que no tengo que pensar la
respuesta, si llego a saber que llegaría el momento de soportar
tanta injusticia y el sufrimiento que conlleva, hubiera hecho el
doble de lo que he aportado hasta hoy por alcanzar la libertad plena
de los cubanos.
Anhelo un país donde podamos convivir
con nuestras diferencias y razonamientos. Donde impere la democracia
y nadie sea perseguido por sus ideales. Reconozco que no haber tomado
este camino hubiera continuado con las dádivas y permisos de la
dictadura, pero sería un ser humano asqueado por mi mismo, y eso es
lo peor que le puede suceder a un ser humano.
Este es mi lugar y lo defiendo a pesar
de los sufrimientos. Para mí es un honor compartir con los lectores
este espacio de plena libertad.
Gracias a ustedes,
Ángel Santiesteban-Prats
Publicado en Isla Interior
No hay comentarios:
Publicar un comentario