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24 de julio de 2012

Oswaldo Payá en el altar de la Patria.


Se nos muere Oswaldo Payá, un hombre que con su “Proyecto Varela”, le enseñó a mi generación y a Cuba que la libertad era posible. Por ese entonces éramos muy jóvenes y nuestros ideales eran gritar libertad a través de la obra literaria, que, desde nuestra ingenuidad pensábamos era el camino más directo a la democracia, y, ésa, nuestra única posible arma de lucha.
Hasta hace poco estábamos en la parroquia dándole el último adiós al cuerpo que lo acompañó —porque su espíritu, como todos sabemos, se queda con el pueblo cubano: su gran amor—. Comenzamos a gritar que Payá vive. Las manos nos dolían de aplaudir mientras su féretro era llevado desde la entrada hasta el altar. El párroco tuvo que intervenir para detener aquella muestra de dolor y admiración que parecía, y es, interminable. Finalmente se pudo hacer la ceremonia. Mientras sucedía, la imagen que venía a mi pensamiento era la del Padre de la Patria: Carlos Manuel de Céspedes, que encontraba similitud en aquellos momentos agónicos, los minutos finales en San Lorenzo y aquella triste y solitaria carretera en las cercanías de Bayamo. Como si fuera poco, esos caprichos misteriosos, no solo convergieron en los ideales, sino que se acercaron en el espacio geográfico.
Al terminar, volvimos a los gritos: libertad, libertad, libertad… La esposa, deshecha, fue hasta el micrófono y pidió silencio pues deseaban orar. Luego comenzamos a pasar junto al sarcófago. Uno de los primeros que alcancé a ver fue a Monseñor Carlos Manuel de Céspedes. Cuando tuve la posibilidad de acercarme al ataúd pude notar, en el rostro de Payá, los golpes que sufrió en la fatal caída, y también esa luz permanente que resplandece en su imagen y que lo acompañará siempre.
A las 8 PM participamos en las honras fúnebres. Mañana a la 8 AM el Cardenal Jaime Ortega dará la misa. Luego se dice que uno de los dos sobrevivientes brindará rueda de prensa explicando lo sucedido. Entonces sabremos la verdad. Hasta entonces sólo tenemos sospechas y conjeturas.
Y una ira que, ojalá, sepamos aprovechar.
Ángel Santiesteben-Prats.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Veo a Paya a la altura del Padre Varela.