En la peregrinación a la Virgen de la Caridad del Cobre, el 8 de septiembre, un grupo de marginales eran comandados por la Seguridad Cubana para agredir a los opositores al régimen. Tengo que confesar que no pude ocultar mi sorpresa al ver a esos delincuentes que, como mercenarios, responden a las órdenes de los militares.
En aquel grupo de pueblo divisé a las Damas de Blanco con sus gladiolos en las manos, señoras con su vestimenta blanca, marchando en silencio. Me acerqué solidario y emocionado y a la vez, sin dejar de reconocer que era un disparate o inocencia de mi parte, si estaba a mi alcance, protegerlas de alguna manera.
Un opositor sacó su teléfono celular e intentó tirar algunas fotos, y uno de los delincuentes que antes lo hacía por oficio y ahora de matón con licencia de la Seguridad del Estado (G-2), intentó robárselo con violencia. Durante unos segundos de forcejeo la masa compacta se convirtió en estampida. Los periodistas internacionales intentaron captar las imágenes y los tránsfugas, ahora de oficialistas, pusieron sus manos delante de los lentes para evitarlo. Con rapidez dos facinerosos toman por el cuello a otro opositor y lo halaron hacia una dulcería de la calle Galeano, en su interior habían otros hombres esperando y allí lo golpearon hasta dejarlo inconsciente.
Entonces las supuestas Damas Blancas que iban a mi lado comenzaron a gritar “Viva Fidel, viva Raúl”, “Viva la Revolución”. Me sorprendí tanto de aquella farsa que huí espantado de la claque oficialista. Me acerqué al joven disidente que intentaron quitarle el celular. Y me contó los detalles.
Sentí tanta ira que saqué mi celular para captar los rostros de aquellos que hacían el operativo y un día, cuando llegue la libertad, al menos recordarle lo injusto y abusadores que fueron. Para mi sorpresa, no supe en qué momento me tenían rodeado. Eran diez fornidos malandrines que hacían un círculo a mi alrededor. No podía acercármele, ni ellos a mí. Con el celular los filmé, sobre todo al Jefe del Operativo (tenía una cadena de oro en el cuello), que al ver mi intención giró el rostro para evitar ser captado por la cámara. Hubo dos cosas que me despertó curiosidad, y así lo muestran las imágenes: entre los bellacos había un solo blanco, y todos tenían el aspecto de baja catadura moral, poca educación y aires de presidio.
Aquella peregrinación se me convertía en un viaje al absurdo, a la total desfachatez. En todo momento me hacía dos preguntas: ¿Cómo es posible que un Estado recurra a tales maniobras para continuar en el Poder?, y la segunda: ¿Cómo es posible que alguien pueda defender un sistema que comete estos atropellos y abusos?
El recién pasado lunes 26, en la iglesia de Las Mercedes, hicieron otro operativo pero menos oculto. Agentes de la motorizada impedían el acceso de autos por los perímetros cercanos a la Iglesia. Un cordón de truhanes vestidos de civil y con el mismo aspecto de marginales, parapetados en las esquinas, impedían la llegada de los opositores, a los cuales se les incautaba el carné de identidad y eran montados en autos marca Lada con chapa amarilla, para evitar que lo asociaran al Gobierno, y eran llevados a los cuarteles de interrogatorios.
A la misma hora se les impedía a varias Damas de Blanco salir de sus casas. En las puertas de sus hogares, dos hombres con aspecto impresentables, cada vez que ellas intentaban salir les advertían que por su bien desistieran del paseo porque la pasarían muy mal si lo hacían. En la acera del frente, varias jovencitas, con la peor facha y gesticulando en demostración chusma, le decían a los dos delincuentes: “Déjenlas salir que le vamos a ir pa arriba y vamos a despingarlas aquí mismo pa que vean que no les va a quedar más ganas de hacerse las contrarevolucionarias”.
A pesar de todo, la reacción de los vecinos fue lo que más me llamó la atención. Miraban asombrados a dónde habían llegado los hermanos Castro para salvar su inútil sistema. Y, a pesar del miedo, se expresaban en contra del abuso sin bajar la voz, y a expensas de que los apresaran.
Después vinieron otros delincuentes a sustituirlos. Y yo los seguí para saber hacia dónde se dirigían. En el camino iban alardeando de las patadas y piñazos que les darían “a esas contrarevolucionarias”, si finalmente hubieran salido de sus casas.
Aquel grupo de indeseables fueron bajando por la calle Cuba hasta llegar al Sector de la Policía que está en San Ignacio. Un camión de la policía los aguardaba para llevarlos de vuelta a sus albergues cuando terminara el operativo, también aguardaba un auto con chapa del MININT. Cuando pasé por la puerta del Sector los vi adentro merendando, retomando fuerzas para volver a la represión.
Un amigo que vive por los contornos me dijo que la mayoría de los delincuentes que estaban en los operativos son sacados de la cárcel bajo palabra de que ayudarán a la Revolución. El chantaje clásico. La mayoría que escogen son negros porque los intimidan con que serán recriminados por otro sistema que sustituya el actual, y a la vez son los que menos familiares tienen en Miami que puedan criticarlos y persuadirlos de hacer semejante acción.
Pero es más simple y directo que eso: en caso de no cumplir con lo pactado y acatar las órdenes cuando les son dadas, los devuelven a las prisiones de donde fueron sacados a cumplir el resto de sus condenas y, con seguridad, les retiran las reducciones de sanción por buena conducta. Mi amigo me aseguró que ahora viene una nueva fuerza que forma parte de los 2 900 excarcelados que Raúl Castro anunció en su último discurso.
Entonces no pude evitar sentir lástima por esos seres cautivos en el tiempo y esclavos de un destino impuesto que también, como los opositores, se debaten por buscar lo mejor para sí; solo que en el caso de los disidentes, a pesar de las golpizas y detenciones que reciben en carne propia, cuando piensan en sí mismo, sustituyen su cuerpo por la Isla de Cuba.
Ángel Santiesteban-Prats.
En aquel grupo de pueblo divisé a las Damas de Blanco con sus gladiolos en las manos, señoras con su vestimenta blanca, marchando en silencio. Me acerqué solidario y emocionado y a la vez, sin dejar de reconocer que era un disparate o inocencia de mi parte, si estaba a mi alcance, protegerlas de alguna manera.
Un opositor sacó su teléfono celular e intentó tirar algunas fotos, y uno de los delincuentes que antes lo hacía por oficio y ahora de matón con licencia de la Seguridad del Estado (G-2), intentó robárselo con violencia. Durante unos segundos de forcejeo la masa compacta se convirtió en estampida. Los periodistas internacionales intentaron captar las imágenes y los tránsfugas, ahora de oficialistas, pusieron sus manos delante de los lentes para evitarlo. Con rapidez dos facinerosos toman por el cuello a otro opositor y lo halaron hacia una dulcería de la calle Galeano, en su interior habían otros hombres esperando y allí lo golpearon hasta dejarlo inconsciente.
Entonces las supuestas Damas Blancas que iban a mi lado comenzaron a gritar “Viva Fidel, viva Raúl”, “Viva la Revolución”. Me sorprendí tanto de aquella farsa que huí espantado de la claque oficialista. Me acerqué al joven disidente que intentaron quitarle el celular. Y me contó los detalles.
Sentí tanta ira que saqué mi celular para captar los rostros de aquellos que hacían el operativo y un día, cuando llegue la libertad, al menos recordarle lo injusto y abusadores que fueron. Para mi sorpresa, no supe en qué momento me tenían rodeado. Eran diez fornidos malandrines que hacían un círculo a mi alrededor. No podía acercármele, ni ellos a mí. Con el celular los filmé, sobre todo al Jefe del Operativo (tenía una cadena de oro en el cuello), que al ver mi intención giró el rostro para evitar ser captado por la cámara. Hubo dos cosas que me despertó curiosidad, y así lo muestran las imágenes: entre los bellacos había un solo blanco, y todos tenían el aspecto de baja catadura moral, poca educación y aires de presidio.
Aquella peregrinación se me convertía en un viaje al absurdo, a la total desfachatez. En todo momento me hacía dos preguntas: ¿Cómo es posible que un Estado recurra a tales maniobras para continuar en el Poder?, y la segunda: ¿Cómo es posible que alguien pueda defender un sistema que comete estos atropellos y abusos?
El recién pasado lunes 26, en la iglesia de Las Mercedes, hicieron otro operativo pero menos oculto. Agentes de la motorizada impedían el acceso de autos por los perímetros cercanos a la Iglesia. Un cordón de truhanes vestidos de civil y con el mismo aspecto de marginales, parapetados en las esquinas, impedían la llegada de los opositores, a los cuales se les incautaba el carné de identidad y eran montados en autos marca Lada con chapa amarilla, para evitar que lo asociaran al Gobierno, y eran llevados a los cuarteles de interrogatorios.
A la misma hora se les impedía a varias Damas de Blanco salir de sus casas. En las puertas de sus hogares, dos hombres con aspecto impresentables, cada vez que ellas intentaban salir les advertían que por su bien desistieran del paseo porque la pasarían muy mal si lo hacían. En la acera del frente, varias jovencitas, con la peor facha y gesticulando en demostración chusma, le decían a los dos delincuentes: “Déjenlas salir que le vamos a ir pa arriba y vamos a despingarlas aquí mismo pa que vean que no les va a quedar más ganas de hacerse las contrarevolucionarias”.
A pesar de todo, la reacción de los vecinos fue lo que más me llamó la atención. Miraban asombrados a dónde habían llegado los hermanos Castro para salvar su inútil sistema. Y, a pesar del miedo, se expresaban en contra del abuso sin bajar la voz, y a expensas de que los apresaran.
Después vinieron otros delincuentes a sustituirlos. Y yo los seguí para saber hacia dónde se dirigían. En el camino iban alardeando de las patadas y piñazos que les darían “a esas contrarevolucionarias”, si finalmente hubieran salido de sus casas.
Aquel grupo de indeseables fueron bajando por la calle Cuba hasta llegar al Sector de la Policía que está en San Ignacio. Un camión de la policía los aguardaba para llevarlos de vuelta a sus albergues cuando terminara el operativo, también aguardaba un auto con chapa del MININT. Cuando pasé por la puerta del Sector los vi adentro merendando, retomando fuerzas para volver a la represión.
Un amigo que vive por los contornos me dijo que la mayoría de los delincuentes que estaban en los operativos son sacados de la cárcel bajo palabra de que ayudarán a la Revolución. El chantaje clásico. La mayoría que escogen son negros porque los intimidan con que serán recriminados por otro sistema que sustituya el actual, y a la vez son los que menos familiares tienen en Miami que puedan criticarlos y persuadirlos de hacer semejante acción.
Pero es más simple y directo que eso: en caso de no cumplir con lo pactado y acatar las órdenes cuando les son dadas, los devuelven a las prisiones de donde fueron sacados a cumplir el resto de sus condenas y, con seguridad, les retiran las reducciones de sanción por buena conducta. Mi amigo me aseguró que ahora viene una nueva fuerza que forma parte de los 2 900 excarcelados que Raúl Castro anunció en su último discurso.
Entonces no pude evitar sentir lástima por esos seres cautivos en el tiempo y esclavos de un destino impuesto que también, como los opositores, se debaten por buscar lo mejor para sí; solo que en el caso de los disidentes, a pesar de las golpizas y detenciones que reciben en carne propia, cuando piensan en sí mismo, sustituyen su cuerpo por la Isla de Cuba.
Ángel Santiesteban-Prats.
Estimado Ángel, desde muy lejos mi apoyo a tu causa y el deseo de que la verdad de tus palabras no logre ser silenciada por aquellos que buscan la razón en el absurdo y el respeto en el miedo.
ResponderEliminarAún digiero nuestra larga conversación en un coche rojo de bujía rebelde...
Un abrazo,
T.
Debemos sentir lástima por ellos que han caido tan bajo pero esa lástima no significa que un día respondan ante la ley.
ResponderEliminar¿EXISTE AUN LA INQUISICION?
ResponderEliminarPues parece que sí existe la inquisición dentro de la iglesia católica romana.
Ayer, poco después de enviar un e-mail solicitando la cancelación de la visita del papa a Cuba a la ¿Santa? Sede, vi que mi cuenta en HotMail había sido bloqueada.
Vean el mensaje de Microsoft:
“Your account has been blocked
Why are you seeing this?
Someone may have used your account to send out a lot of junk messages (or something else that violates the Windows Live Terms of Service).
We’re here to help you get your account back.
We’ve cleaned your account settings.”
El mensaje pasado al Vaticano lo coloqué aqui:
“¡NON ANDATE A CUBA. CHE LA CHIESA SOSPENDA SUBITO IL VIAGGIO DEL PAPA. WILMAN VILLAR `E STATO UCCISO DAL REGIME CUBANO!”
Y fue enviado a: poste.vaticane@scv.va
Yo solo comparto mis correos con amigos personales o de la web, algunos de ellos comentaristas de GY, con quienes intercambio correspondencia frecuentemente.
Aunque no tengo pruebas y me será imposible tenerlas. Los hechos circunstanciales indican que fue el Vaticano quien presentó la queja por la que eliminaron mi e-mail en un acto de prepotencia y cobardía.
CARTA ABIERTA EDUARDO GALEANO
ResponderEliminarNo te saludaré "estimado" porque ya hace mucho tiempo que has perdido la estimación y el respeto de tus colegas y lectores, excepto de aquellos a quienes halabas, limpiaselculo y que te tiran un par de migajas de vez en cuando. Tu frasecita en La Habana al llegar y participar como miembro del jurado de la tenebrosa Casa de las Américas, en cuanto a que "el mundo se divide en indignados e indignos" no tiene desperdicio. ¿Entre los indignos están tus amos los Castro? ¿Están aquellos sirvientes del castrofascismo que han masacrado y encarcelado por 53 años al pueblo cubano? De seguro que no. Tampoco estarán quienes han sumido a la isla de Cuba en la miseria más vergonzante, y que han transformado un paraíso terrenal en una cárcel y en el reino de la delación y la sospecha. Nunca me he olvidado de tu cara de terror y tu rostro que se puso más pálido que de costumbre cuando en Madrid te conté que los terroristas del comunismo internacional me acusaban de ser agente de la CIA. ¡Tuviste miedo Eduardo¡ Y me preguntaste “¿Eso no es verdad, verdad? Y buscaste a tu alrededor en el parque El Retiro para ver si tu perro guardián esbirro de la Seguridad cubana había oído mi confesión gratuita, porque desgraciadamente nunca he calificado para ser un servidor de los Estados Unidos. Tu sabes Eduardo que aquello que defiendes con el nombre de Revolución nunca ha sido socialista porque es excluyente de una parte importante de la sociedad cubana. ¿Dónde se han quedado tus esperanzas de socialismo y democracia para América Latina que expresabas cuando era director de MARCHA en Montevideo? ¿Puedes asegurar con honestidad que el socialismo castrista no es fascismo? ¿No son acaso las venas de los cubanos, abiertas por el terrorismo de Estado, también “venas abiertas de América? ¿No sientes vergüenza que el castrofascismo te haya regalado dos millones de USD para que fundaras tu oficina promotora de “escritores progresistas” en Madrid? Fue dinero arrancado de las bocas de los cubanos que tu disfrutaste en los mejores restaurantes de La Castellana, Plaza Mayor y Capitán Haya, lo sé muy bien. Luego creaste una turba de “escritores” en España que defienden a la tiranía castrista contra toda razón y lógica. (Te ayudaron esos editores que disfrutan de vacaciones gratuitas en Varadero cada año.) Mientras tanto, la tiranía te ha mandado a colaborar con el dictador venezolano Hugo Chávez, y así seguirás ayudando cuanta dictadura comunista o social-comunista se presente en la Historia. A ti poco te importará si se sustenta en el crimen, el espionaje, el terrorismo de Estado y la conculcación de los Derechos Humanos más elementales. Eres un indigno Eduardo Galeano, y quizá pensaste en ti mismo cuando acuñaste el término. Llevas razón. Yo soy uno de los indignados por haber sido engañado por el castrismo.
Carlos Medina de Rebolledo
http://www.ipanews.co.uk