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28 de febrero de 2013

#YoSoySantiesteban Mi prisión es un bochorno para la intelectualidad cubana

El escritor Angel Santiesteban deberá presentarse este jueves para cumplir una sanción de cinco años de cárcel.


Por Wilfredo Cancio Isla
 
Esta mañana del jueves 28 de febrero de 2013, un escritor de 46 años, considerado como uno de los pilares de la narrativa de su generación y avalado por los máximos galardones literario de su país, irá a la cárcel.
Angel Santiesteban Prats debe presentarse a las 9 a.m. en el Tribunal Provincial de La Habana, adonde fue citado para comenzar a cumplir una condena de cinco años, dictada el pasado octubre luego de un tortuoso proceso judicial. La causa se extendió por tres años y al final  Santiesteban fue condenado bajo cargos de “violación de domicilio y lesiones” contra su ex esposa.
El proceso estuvo sometido a irregularidades que el escritor denunció desde un comienzo como parte de una maniobra gubernamental para acallar sus posturas disidentes. Su caso ha cobrado atención internacional, mientras dentro de Cuba el movimiento disidente y colegas que lo aprecian le han mostrado su total solidaridad.
Pero el gobierno ha hecho caso omiso de los reclamos y tras concluir el pasado domingo la XXII Feria Internacional del Libro de La Habana -casi que un cálculo manifiesto- se apuró su encarcelamiento. El lunes, Santiesteban recibió la citación de manos de un vecino, adonde la habían dejado las autoridades dos días atrás. Cosas de idiosincrasia policial criolla que siguen sin cambiar.
Anoche, el escritor fue despedido por amigos y partidarios durante un encuentro en el proyecto Estado de STATS, que dirige Antonio Rodiles. La lectura se tituló “Zona de silencio” y Santiesteban compartió sus mejores relatos con el público solidario que allí se congregó.
El hombre que va a la cárcel es uno de los autores cubanos más consistentes de las últimas dos décadas dentro de la producción literaria de la isla. En 1995 fue Premio Nacional de la Unión de Escritores por su libro de relatos Sueño de un día de verano. En el 2001 se llevó el Premio de Narrativa Alejo Carpentier por Los hijos que nadie quiso.  Cinco años después coronó su obra con un Premio Casa de las Américas con el volumen Dichosos los que lloran.
Como escribió Julio Cortázar a Carpentier en una carta de 1971, a raíz del arresto del poeta Heberto Padilla, "toda prisión de un escritor es un hecho penoso e inquietante". Para hacerlo aún más notoriamente desastroso, Santiesteban iría a la cárcel al cumplirse el quinto aniversario de que el gobierno de Raúl Castro firmara los pactos de derechos humanos, civiles y políticos, económicos, sociales y culturales de Naciones Unidas, en febrero del 2008.
Conversé telefónicamente con Santiesteban en vísperas de su eventual cautiverio. Los dejo entonces con su palabra, su firmeza y su fe.
Extrañas preguntas
Me enteré este lunes que habían dejado la citación en casa de un vecino, el fin de semana, muy raro todo porque en mi casa hubo gente siempre.  Este jueves a las 9 de la mañana debo estar en el Tribunal Provincial de La Habana, al lado del Capitolio. De allí me llevarán a la prisión que ellos determinen. Son tan torpes que ni se acordaron que ese es el día del aniversario de los Pactos de Naciones Unidas firmados por Cuba en el 2008.
Yo creo que es una decisión definitiva para encarcelarme. Sé de un escritor, que tenía mucha confianza con mi hijo -fue mi maestro, pero prefiero no decir su nombre- y le preguntó en varias ocasiones si no me había llegado la citación, y a mí me extrañó por qué con tanta seguridad sabía él que iban a enviármela. En un momento pensé que no me iban a citar, pero este escritor le preguntaba insistentemente: ¿Ya le llegó la citación a tu papá? Es decir, estaban seguros de que me iban a citar. No sé hasta dónde pueden llevar el juego, pero no me parece que sea ahora una amenaza ni una presión.

El silencio de Miguel Barnet
Miguel Barnet, que preside la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), es también desde el domingo uno de los 31 miembros del Consejo de Estado. Me han preguntado si puede ayudar desde su posición a reevaluar mi caso y yo pensaría que sí, pero ya tiempo ha tenido y no ha hecho nada hasta hoy. El envió al juicio a la representante jurídica de la UNEAC y ella le explicó bien de que allí no había nada en contra mía. El sabe que es una injusticia, lo que no sé hasta dónde le pueda llegar el valor y la posibilidad de que lo dejen actuar. Hay una presión muy fuerte y él lo sabe. De todas maneras, el balde de excremento se lo echan encima él, Abel Prieto y la UNEAC. Yo no, yo pasaré a una etapa de honor, de verdad es un honor ir preso por la dictadura. Para ellos será un bochorno que sabiendo que no hay una sola prueba contra mí y habiendo demostrado en el juicio que soy inocente, me lleven tras las rejas.
Han tenido que mentir para condenarme. No han tenido ni la decencia de reconocer que se han equivocado. No quiero que nadie me defienda, solo estoy pidiendo un juicio justo. Con eso me basta. Y que cuando se haga haya observadores internacionales. No pueden seguir jugando de esa manera con los seres humanos.

Una despedida fraternal
Estaré puntual este jueves en el tribunal. Va a ser una mañana caliente, porque la oposición en pleno quiere hacer acto de presencia allí. Va a ser una despedida fraternal para decirle de alguna manera que no estoy solo.
Estoy bien de ánimo, tengo hoy aquí junto a mí a José Daniel Ferrer, que es una cátedra en todo esto del sufrimiento cubano. El tiene una manera muy valiente de asumirlo. Hemos conversado bastante y me ha transmitido toda esa valentía. Intentaré hacerlo con la mayor dignidad posible.
Estoy tranquilo. Voy a pasar a otra fase de lucha; estaré en sus manos directamente,  pero sé que les voy a causar más problemas de lo que ellos se imaginan. Todo el mundo se hace la misma pregunta: ¿por qué encarcelar ahora un escritor, en momentos en que el gobierno trata de dar una imagen de cambios y aperturas ante el mundo?  Mi única esperanza es que al última hora salga un Superman que diga, No, esto hay que detenerlo. Pero yo ni pienso en eso, porque sería un desgaste que me llevaría a perder ese tiempo que debo dedicar a otras cosas importantes.
No es solo alarmante porque lleven a prisión a un escritor que ha ganado los máximos premios y galardones literarios que da este propio gobierno, sino que es burdo el proceso, demasiado burdo, demasiado mal hecho.  Esto no se puede sostener jurídicamente. Si yo no tuviera formas de demostrar que soy inocente, pues entonces tendría que callarme la boca. Pero es que no tienen ni una prueba, ni un pelo de mí.  Solo una perito teniente coronel que dice que por el tamaño y la inclinación de la letra escrita sobre un papel yo soy culpable. Otra siquiatra que dice que porque mi hijo nació con un síndrome, yo soy el culpable de ese síndrome. Llegan incluso a confundirse en el acápite por el que tenían que sancionarme de acuerdo a los cargos impuestos.  Incluso escogen un acápite que era ajeno a lo que yo había hecho y que comprendía menos años de cárcel. Eso es suficiente en cualquier lugar del mundo para anular el juicio, menos en Cuba.

Farsa de grosera fabricación
En el video que logramos tomarle al testigo Alexis Quintana Kindelán y que circula en la internet, él mismo confiesa que mi ex esposa le dijo lo que hacía falta que declarara, sabiendo que era falso, y este testigo llega a reconocer que ella tiene una relación íntima con el policía que luego es utilizado para acusarme. ¡Y ese era el testigo de la fiscalía, no era el mío! ¡Esa era la persona que iba a ser usada para decir que me vio entrando a la casa! Entonces cuando el testigo de ellos pasó a ser provechoso para mí, lo quitaron del proceso.  Era el único testigo que ellos tenían.
Es tan grosero lo que han hecho que no puede explicarse. Se supone que yo entré a la casa de mi ex esposa, la golpeo, la violo, robo, intento asesinarla, todo en cadena de acontecimientos, cosas que se fueron agregando durante un mes. ¿Cómo van entonces a quitarse los delitos mayores y dejar los delitos ínfimos, si todo habría estado encadenado?  Si la secuencia es continua, ¿cómo se puede cometer un delito y los otros no? Es una falta de respeto, porque mi hijo dice que yo no estaba en la casa, y hay testigos de que yo estaba en otra parte. Las autoridades dijeron que había una contradicción entre el menor y mis testigos, pero realmente no hay ninguna contradicción, todo lo contrario. Así se ha armado esta farsa, que es judicialmente insostenible.

Intelectuales aterrados
Si lo que quieren es que sufra un poco, pues estoy dispuesto a sufrir con el mayor orgullo, porque no me voy a amilanar. Lo que si quiero que quede claro ante el mundo es que a mí no se me demostró culpabilidad alguna. Es difícil de creer que una persona que no había tenido jamás un problema, un mes después de abrir un blog -Los hijos que nadie quiso- con críticas a la situación de derechos humanos, se convierta en un delincuente sanguinario, en el peor delincuente de este país.
Los intelectuales cubanos se ocultan, porque aceptar que hay un problema conmigo, supone que tengan que tomar una posición. Si ha habido una injusticia, deben decirlo.  Pero mientras tengan esa tibieza de duda y cautela para no pronunciarse, amparándose en que hay que escuchar las dos versiones, no hay nada que esperar de ellos. Dentro de esos intelectuales hay quienes  fueron pisoteados y humillados en una época no tan lejana por ser homosexuales o por hacer una literatura que no satisfacía la imagen edulcorada de la revolución que el régimen quería dar, y no fueron capaces levantar la voz para defenderse ellos mismos y defender a sus compañeros de generación por la injusticia cometida. Los aplastaron y esperaron en silencio y con paciencia que el gobierno necesitara de ellos para perdonarlos y los trajera de vuelta a la vida pública. ¿Voy a tener yo la esperanza de que van a defenderme?  En todo caso, si se decidieran a abogar por mí, es porque van a defenderse como institución y como país, porque la vergüenza no es para mí, es para ellos.

Desde el punto más oscuro
Esto es como la espera de lo inconcebible.  Estamos en un Estado sin derecho y desde un principio sabíamos que las arbitrariedades podían afectarme, aunque quizás no pensé que llegaran tan lejos. Solo resta la presión internacional y que sepan que no pueden determinar a voluntad sobre la vida de un opositor porque piense diferente. Soy un intelectual cubano que piensa por sí mismo y tiene la necesidad de expresar ese pensamiento, que por lo general los intelectuales cubanos callan por miedo. Yo he logrado quitarme ese miedo.
No me callaré lo que pienso tampoco ahora. Desde mis nuevas circunstancias voy a continuar luchando para emitir mi opinión. Desde el punto más oscuro donde puedan  llevarme, voy a estar en rebeldía y defendiendo la libertad y la democracia en mi país.

Publicado por Café Fuerte

27 de febrero de 2013

Los cambios y el PEN Club


Los amigos solapados o abiertos del Gobierno cubano tienen razón cuando hablan y escriben de transformaciones en el trabajo represivo del régimen. Es verdad, siempre son otros los perseguidos. En cada periodo hay nuevos rostros y nuevos nombres. Ahí radican los cambios reales.

Esta semana, el Comité de Escritores en Prisión del PEN Club ha difundido un documento en el que denuncia una nueva ola de hostigamiento contra periodistas y escritores en Cuba.

La institución rechaza el encarcelamiento sin juicio, en septiembre de 2012, del periodista Calixto Ramón Martínez. Lamenta la condena a 14 años por espionaje a José Antonio Torres, corresponsal de Granma, órgano del Partido Comunista, y sentencia a cinco años por allanamiento y asalto al escritor Ángel Santisteban.

El Pen Club solicita pide la liberación inmediata de Martínez Arias. Y demanda que las autoridades den garantías de que las condenas contra Torres y Santiesteban no estén relacionadas con sus reportajes, y que hagan públicos sus juicios.

Las caras y las vidas son otras. El calabozo es el mismo. 


Raúl Rivero Castañeda

Publicado en El Mundo

24 de febrero de 2013

Documento: Los Pactos, cinco años después

Acción de Pen Club Internacional por Calixto Martínez, Antonio Torres y Ángel Santiesteban


CUBA: Two journalists jailed, one writer sentenced to five years in prison


CUBA: Two journalists jailed, one writer sentenced to five years in prison

The Writers in Prison Committee (WiPC) of PEN International protests a renewed wave of repression and harassment against journalists and writers in Cuba, including the imprisonment of two journalists and the conviction of a writer. Independent journalist Calixto Ramón Martínez Arias has been detained pending trial since September 2012 on charges of “disrespect” against the head of state, while state journalist José Antonio Torres is reportedly serving a 14-year sentence for espionage; both were jailed after reporting on sensitive subjects. Writer and blogger Ángel Santiesteban Prats has been sentenced to five years in prison for alleged trespassing and assault on the basis of an apparently flawed trial. The WiPC calls for Martínez Arias’ immediate and unconditional release. It also calls on the Cuban authorities to provide assurances that Torres’ and Santiesteban’s sentences are not related to their reporting, and to make public details of their trials.

Calixto Ramón Martínez Arias, journalist for the independent news agency Hablemos Press, was arrested by the Cuban Revolutionary Police at José Martí International airport on 16 September 2012. He had been investigating allegations that medicine provided by the World Health Organisation to fight the cholera outbreak, which began in mid-2012, was being kept at the airport instead of being distributed, as the Cuban government was trying to downplay the seriousness of the outbreak. He was taken to a police station near the airport where he was put in a cell. When he complained about his detention, he was allegedly beaten and pepper-sprayed in the eyes and called out “Down with Raúl, down with Fidel” (“Abajo Raúl, abajo Fidel”). He was held at the police station for 10 days before being transferred to Valle Grande prison until 10 November 2012, when he was transferred to Combinado del Este prison, where he remains.
Although Martínez Arias has not been informed of any official charges against him, he is reportedly being accused of “disrespect” (desacato) towards President Raúl Castro and former president Fidel Castro, which carries a maximum penalty of three years’ imprisonment. His lawyer has not been allowed access to his case file.
There are concerns for Martínez Arias’ welfare in prison. In September 2012 he was reportedly transferred to hospital for treatment for blows received to the left eye. In November-December 2012, he carried out a 33-day hunger strike in protest against at prison conditions. On 12 December 2012 he was placed in solitary confinement after calling Hablemos Press and informing them of the poor conditions inside the prison, in defiance of an order by prison authorities forbidding him to use the telephone. In early January 2013 Martínez Arias reported that he was running a fever but had been denied medical attention.
Prior to his detention, Martínez Arias was arrested several times in May and June 2012. Amnesty International considers him to be a prisoner of conscience, detained solely for his peaceful exercise of his right to freedom of expression.

Also imprisoned is José Antonio Torres, former correspondent for the government newspaper Granma. Torres was arrested in February 2011 after writing articles about the mismanagement of an aqueduct project in Santiago de Cuba and the installation of fibre-optic cable between Venezuela and Cuba. Torres’ 5,000-word article on the mismanagement of the aqueduct project, published in July 2010, was reportedly praised by President Raúl Castro, who wrote in Granma that “this is the spirit that should characterise the (Communist) Party press: transparent, critical and self-critical.” His report on the fibre-optic cable was published four months later. Torres noted in neutral terms that the Vice President Ramiro Valdés was responsible for supervising both projects.
Three months later Torres was arrested and in mid-June 2012, following a closed trial, he was convicted of espionage and sentenced to 14 years in prison and the withdrawal of his university degree in journalism. He has reportedly appealed against his conviction, but fears that his sentence could be increased as a result. Cuba’s state-run media has made only a few brief references to Torres’ case and little is known about the espionage charge, although there are rumours that he may have offered or given confidential information to the US diplomatic mission in Havana.

Meanwhile, Ángel Santiesteban Prats, award-winning writer and author of the blog ‘The Children Who Nobody Loved’ (‘Los Hijos que Nadie Quiso’), is awaiting imprisonment after being sentenced to five years in prison for alleged assault and trespassing. The case dates back to 2009, when a number of charges were filed against him, including charges of a hit and run and aggravated robbery. He was eventually found guilty of having broken into his ex-wife’s house and physically assaulted her; all of the other charges were dropped. His sentence was handed down on 8 December 2012 and confirmed on appeal by the Supreme Court on 28 January.
Santiesteban maintains that the charges are fabricated and politically motivated, retribution for his blog which is critical of the Cuban situation and government. He also claims that he was informed of what the outcome of the trial would be on 8 November 2012, one month before the sentencing took place, when he was arrested along with 15 others following the detention of lawyer Yaremis Flores Julián, and then beaten.
Details of the case against Santiesteban have not been made public in state media. However, according to the appeal lodged by his lawyer, there were a number of irregularities in the trial and sentencing. The plaintiff is said to have changed her statement four times and overall her testimony was inconsistent with the crimes of which Santiesteban was eventually found guilty. A supposed eyewitness for the plaintiff allegedly later confessed in a home video that he had been pressured and bribed by the plaintiff to lie, but this was reportedly discarded by the court. A number of important witnesses in Santiesteban’s defence are said to have been overlooked, including three individuals who testified that he was not at the scene at the time that the crimes are alleged to have taken place, and the headmistress at his son’s school, who stated that the boy had confessed to her that his mother had forced him to make statements incriminating his father. The two-year sentence for trespassing is reportedly a year above the maximum one year penalty for such an offence.
Sanitesteban is a member of the official Union of Writers and Artists of Cuba (Unión de Escritores y Artistas de Cuba – UNEAC). He has won a number of awards, including the Juan Rudolfo Prize from Radio France International (1989), National Prize from UNEAC (1995), Cesar Galeano award (1999), Alejo Carpentier Prize from the Cuban Book Institute for his short story collection Los hijos que nadie quiso (2001) and the Casa de las Américas Prize for his book Dichosos los que lloran (2006).

Please send appeals:
  • Protesting the imprisonment of Hablemos Press journalist Calixto Ramón Martínez Arias in violation of his right to freedom of expression, guaranteed by Article 19 of the International Covenant on Civil and Political Rights (ICCPR), which Cuba signed in 2008;
  • Calling for Martínez Arias to be released immediately and unconditionally;
  • Expressing concern that the trials of former Granma correspondent José Antonio Torres and writer and blogger Ángel Santiesteban Prats apparently failed to meet international human rights standards for fair trials, outlined in Article 14 of the ICCPR;
  • Calling on the Cuban authorities to provide assurances that Torres’ and Santiesteban’s sentences are not related to their reporting, and to make public details of their trials;
  • Urging the Cuban authorities to remove unlawful restrictions on freedom of expression, association and assembly in Cuba.
Appeals to:

Head of State and Government
Raúl Castro Ruz
Presidente de la República de Cuba
La Habana, Cuba
Fax: +41 22 758 9431 (Cuba office in Geneva);
+1 212 779 1697 (via Cuban Mission to UN)
Email: cuba@un.int (c/o Cuban Mission to UN)
Salutation: Your Excellency

Attorney General
Dr. Darío Delgado Cura
Fiscal General de la República
Fiscalía General de la República
Amistad 552, e/Monte y Estrella, Centro Habana, La Habana, Cuba
Salutation: Dear Attorney General

Interior Minister
General Abelardo Coloma Ibarra
Ministro del Interior y Prisiones
Ministerio del Interior, Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba
Fax: +1 212 779 1697 (via Cuban Mission to UN)
Email: correominint@mn.mn.co.cu
Salutation: Your Excellency

Please send also appeals to diplomatic representatives of Cuba in your country.
***Please send appeals immediately. Check with the WiPC if sending appeals after 20 April 2013***
For further details contact Tamsin Mitchell at the Writers in Prison Committee London Office: PEN International, Brownlow House, 50/51 High Holborn, London WC1V 6ER UK, United Kingdom Tel: + 44 (0) 20 7405 0338  Fax: + 44 (0) 20 7405 0339  e-mail: tamsin.mitchell@pen-international.org

Publicado por Pen Deutschland

23 de febrero de 2013

#ratificapactos Exclusiva: Lanzamiento mundial del último libro de Ángel Satiesteban Prats


Hace instantes salió publicado en la revista otro Lunes mi último libro Isla Interior  en edición digital para bajar de manera gratuita.  Se trata de la compilación de los posts que integran este blog y que tanto irritaron a la dictadura.
Mi reconocimiento a todos los que participaron de esta edición:  Michael H. Miranda, Sindo Pacheco, Enrique Del Risco, Luis Felipe Rojas, Elisa Tabakman y Amir Valle.
Este trabajo ha sido posible también gracias a la Editorial El barco ebrio que desde España colaboró cediendo los derechos del libro Bloguear a ciegas, publicado antes con un breve muestrario de artículos del blog.
Agradezco su amplia difusión y los invito a dejar todos sus cometarios en este mismo post.

Ángel Satiesteban Prats
Escritor cubano.



22 de febrero de 2013

Unas ficciones reales y dolorosamente incómodas

Carlos Espinosa Domínguez

Con sus tres libros de cuentos, Ángel Santiesteban Prats ha cimentado una obra de sólidos valores que significa una valiosa aportación a nuestra narrativa
El de Ángel Santiesteban Prats (La Habana, 1966) constituye un caso bastante singular en el panorama de la literatura cubana de las últimas décadas. Aunque a fines de los años 80 había dado a conocer algunos cuentos, algunos de los cuales fueron incluidos en varias antologías, y había obtenido algunos reconocimientos (mención en el Premio Juan Rulfo, 1989; primer premio en el Concurso Nacional de los Talleres Literarios, 1990; menciones en el concurso de cuento de La Gaceta de Cuba en 1994, 1995 y 1996), nada permitía anticipar la destacada y ascendente trayectoria que años después ha desarrollado. Un dato que lo pone de manifiesto lo es el hecho de que los tres libros que hasta la fecha ha publicado recibieron los galardones más importantes que se otorgan en la Isla: el UNEAC, el Alejo Carpentier y el Casa de las Américas. Pero más allá del aval que representan esos galardones, están los sólidos valores de una obra que ha significado una valiosa aportación a nuestra narrativa.
El primer libro suyo que vio la luz fue Sueño de un día de verano (Ediciones Unión, La Habana, 1998, 78 páginas). Resultó ganador en el Premio UNEAC de cuento en 1995, cuyo jurado integraban Julio Travieso, Reinaldo Montero y Alberto Garrandés. En la breve nota que aparece en la contraportada, se apunta que en esas narraciones la participación de los cubanos en la guerra de Angola se pone de manifiesto “no a la manera épica de los primeros intentos de abordar esta temática, ahora Santiesteban prefiere darnos el antihéroe, el arrepentido, el corrompido, en fin, personajes que también son hijos legítimos de cualquier conflagración bélica”.
En efecto, la participación de los soldados cubanos en la guerra de Angola (1975-1991) se había plasmado en obras testimoniales y narrativas que solamente mostraban su lado heroico (a esos libros hay que sumar las películas Caravana, Kandanga y Sumbe, que siguen con fidelidad esos patrones). Con la irrupción de los llamados “novísimos”, empezó a incorporarse otra visión, mucho menos hipotecada al paradigma heroico. Un ejemplo representativo es la novela Cañón de retrocarga, con la que Alejandro Álvarez Bernal obtuvo en 1989 el Premio David. Su protagonista es un joven de veinticinco años que no teme expresar: “La guerra me tiene harto, me cago en mi condición heroica de dilecto hijo de la patria”, al tiempo que se pregunta: “¿Estoy obligado a sonreír a las nuevas generaciones desde una foto rígida mientras mi nombre cuelga en un CDR?”. El tema del conflicto bélico lo trataron algunos de los novísimos en cuentos aislados, pero hasta la publicación de Sueño de un día de verano no había sido el tema central de un libro completo.

Lo invisible tras la hinchazón patriótica

Esta nueva visión a partir de la cual se aborda el tema se advierte ya desde el primero cuento, cuyo título corresponde al del libro. Al igual que sus compañeros, al protagonista la lejanía lo lleva a encontrarse a sí mismo, a descubrir aspectos que no conocía, a extrañarse de las cosas más cotidianas y a saber su verdadero precio. Desaprueba así actitudes suyas que ahora reconocen fueron inmaduras, como lo fue la de haber aceptado venir a pelear en Angola. Allí descubre además la retórica vacía que hay en frases y consignas como internacionalismo proletario y solidaridad con los hermanos pueblos de África: “El teniente no entiende o no quiere entender. No se cansa de decir que esto es un pedazo de la patria. Pero no es lo mismo, aunque hagamos los mismos sacrificios. Y qué carajo se va a hablar de la patria, de allá, tan lejos, y lo difícil que está aquí”.
En Sueño de un día de verano no hay glorificación de grandes hazañas bélicas. Aunque no deja de estar presente, el autor no pone énfasis en resaltar el coraje de los soldados cubanos. Evita además el impulso épico, así como el didactismo ideológico y las valoraciones impuestas desde fuera. Su intención es, ante todo, mostrar el lado puramente humano de esa guerra, revelar lo invisible tras la hinchazón patriótica. Los cuentos se centran en las incidencias cotidianas de unos hombres expuestos a situaciones extremas. No son héroes ni paladines, sino personas de carne y hueso que combaten sin retroceder, pero que como cualquier soldado en cualquier guerra libran diariamente una batalla individual por sobrevivir.
Aunque no lo pongan en evidencia a través de su comportamiento, el miedo a morir nunca los abandona. Algo, por lo demás, perfectamente comprensible al tratarse de un enfrentamiento bélico, en el cual las opciones que se tienen son dos: matar o que lo maten a uno. Eso justifica que la muerte tenga una presencia constante a lo largo del libro. En uno de los mejores cuentos, “Después del silencio”, Santiesteban Prats incluso pasa a convertirla en personaje: “No soporta perder. Los que nos quedamos, sabemos lo que nos espera, porque Ella es rencorosa y se la cobra más temprano que tarde. No tiene escrúpulos. Nunca se conmueve. Y desde ese momento no queda más remedio que empezarla a entretener, y nos turnamos con las cartas, y le enseñamos números de magia, y a jugar damas, y ajedrez, a ver si de alguna manera se olvida o nos perdona. De todas formas siempre nos alegra que alguien se le haya ido, porque un poco que sentimos que nosotros la jodimos también”.
En Sueño de un día de verano dominan los hechos simples y ordinarios, que por lo general los libros de Historia nunca recogen. El médico que, a escondidas de sus superiores, cura la gonorrea a los reclutas. El soldado que está orgulloso de seguir vivo para su familia, pues “son los únicos que lo van a agradecer”. El que quisiera ser el oficial que, dos horas antes de que dieran la orden de una ofensiva contra un campamento enemigo, es autorizado a regresar a Cuba debido a que su padre falleció. El que ante la visión de los senos desnudos de dos jóvenes angolanas, no puede evitar una hinchazón en la entrepierna y, disimuladamente, se la aprieta con el puño. El que al dar cuenta de su “primera contradicción”, confiesa: “El primer herido que vi me puso muy triste; no pensaba en la herida de él, sino en las que me pudieron hacer a mí”.
Por otro lado, en algunos cuentos Santiesteban Prats muestra las secuelas físicas y sicológicas que esa experiencia dejó en quienes tomaron parte en ella. En “En la guerra no hay misa”, un joven que era pianista pese a haber regresado a Cuba, sigue estando “allá”. Ya no es el mismo. No logra dormir. Siente miedo por los que quedaron. Ahora piensa “en mapas, no en partituras; ni en el piano como antes, sino en fusiles”. No busca “informaciones de concursos, sino partes de guerra”. Algo similar le ocurre al protagonista de “Suerte que tienen algunos” (5). Hace dos años que volvió de Angola, aunque con una pierna de menos. En su barrio lo consideran un héroe y lo apodan el Inter. Fue condecorado y le dieron un apartamento. Pero “por las noches, siempre sueña con las mismas imágenes. Sueña que lo han mandado a avanzar sobre el terreno minado el día anterior”.
Pero el mérito de esos textos no solo radica en mostrar la guerra de Angola sin maquillajes, eso que podríamos llamar su lado B. Al interés de la propuesta temática, se suma el aspecto formal con que Santiesteban Prats ha sabido plasmarla. En esos cuentos consigue una inteligente coherencia entre lo que narra y la manera como lo hace. Eso se hace más evidente en los mejores, en los que esa manera muestra ser idónea y eficaz. Digo esto pensando en narraciones tan logradas como “Carta amarilla”, “Sueño de un día de verano”, “La misión”, “El puente”, “Sur: latitud 13” y “La última carta”. Su autor además abreva en el mejor realismo, esto es, un realismo no dogmático ni contenidista.

Tuvo que eliminar cinco de los cuentos

A partir de esa opción estética, Santiesteban Prats ha escrito unos cuentos en los que se alternan distintas personas narrativas (primera, segunda, tercera). Esa polifonía de voces tiene una perfecta correspondencia con el protagonista colectivo que tiene el libro, y contribuye a crear un gran fresco de la realidad que se muestra. Aunque cada texto posee entidad por sí mismo, existe una aleación sutil entre todos. Tanto los cuentos como las viñetas que integran los bloques titulados “La Cruz del Sur”, “Suerte que tienen algunos” y “Dos pájaros de un tiro”, pueden muy bien ser leídos como piezas de una novela que se disgrega en varias direcciones para luego volver a confluir. Asimismo conviene señalar que esos y otros aciertos hacen que, pese a tratar un solo tema, Sueño de un día de verano esté muy lejos de ser un libro monocorde.
Aquel libro tuvo unos avatares que, dada su poco complaciente visión del tema, era de prever. En su versión original se titulaba Sur: latitud 13, y en 1992 estuvo a punto de ganar el Premio Casa de las Américas. Pero evidentemente no era el libro sobre la guerra de Angola que quienes se encargan de esos menesteres querían que llegara a los lectores de la Isla. Su autor, sin embargo, no desistió de su empeño de que se publicase. Como él comentó en una entrevista, en 1995 dio a aquel original otro título, Sueño de un día de verano, lo envió al concurso convocado por la UNEAC y resultó galardonado. Pero demoró tres años en llegar a las librerías, solo después que él aceptara la condición de eliminar cinco de los cuentos.
Y sobre eso, Santiesteban Prats cuenta: “Luego lo saqué completo por una editorial fantasma que ideé, y a la que puse Emily, el nombre de mi madre. Puse que estaba editado en España, pero es incierto. Hice una impresión de cuatro mil ejemplares, que fui regalando a cuanto intelectual hay en Cuba, así como también a amigos”. Al cotejar los dos libros, Sur: latitud 13 y Sueño de una noche de verano, comprobé que, en efecto, hay tres cuentos y dos viñetas que no aparecen en el segundo. Se trata de “Mambrú no fue a la guerra”, “Siete tristes tigres”, “Los olvidados”, “Suerte que tienen algunos” (7) y “La Cruz del Sur” (6). Por cierto, su autor logró rescatar el tercero de esos textos, al incluirlo en su siguiente colección.
Con Los hijos que nadie quiso (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2001, 95 páginas), Santiesteban Prats demostró que el hallazgo de aquel estupendo primer libro no fue obra de un flautazo casual. Así debió entenderlo el jurado del Premio Alejo Carpentier, que en la edición de 2001 le concedió el galardón correspondiente al género de cuento. Este segundo título recoge seis narraciones que superan en extensión a las de Sueño de un día de verano. Y a diferencia de las de aquel volumen, no están escritas en torno a un mismo núcleo temático. Tres de las mismas muestran aspectos de la vida de los cubanos durante el llamado Período Especial (“Lobos en la noche”, “Los aretes que le faltan a la luna”, “Los hijos que nadie quiso”). Otras dos narran historias que tienen lugar en el microcosmos carcelario (“La Puerca”, “La Perra”). Y la que cierra el libro, “Los olvidados”, está ambientado en la guerra de Angola.
“Lobos en la noche” ocurre durante la hambruna que sufrió el país durante la primera mitad de los años 90. Sus dos protagonistas roban y matan vacas, como una desesperada salida para poder comer. Se trata, ambos lo saben, de un delito que es severamente castigado. Pero para ellos la subsistencia está más allá de leyes y códigos éticos. Xinet, la protagonista de “Los aretes que le faltan a la luna”, se ha visto forzada a abandonar temporalmente sus estudios en la universidad para dedicarse a la prostitución con extranjeros. Gracias a eso, su familia no sufre necesidades, penurias ni estrecheces. Pero el precio que les toca pagar a todos es alto, pues conlleva la frustración de sueños e ideales, la destrucción de los valores familiares y la dignidad humana. Y “Los hijos que nadie quiso” recrea el “maleconazo” de 1994, a través de las incidencias de un grupo de hombres que se lanzan al mar en una improvisada y endeble balsa.
Al inicio de “Los olvidados”, el narrador expresa: “Desde que montamos el helicóptero tengo el presentimiento de que no regresaremos con vida. Algo me sobrecoge, la piel se me ha puesto como una lija y los ojos llorosos”. Una vez que son dejados en medio de una inmensa ciénaga, los dieciséis soldados y el oficial que los manda van a parar a una situación límite. Varios de ellos pierden la vida, incluido el sargento. “Les aseguro que se van a arrepentir, deben actuar como seres humanos y no como animales”, le comenta el narrador a sus compañeros. Y precisamente lo que el cuento desarrolla es el proceso de animalización que se va produciendo en el grupo. Personalmente, pienso que el autor lleva esa idea hasta límites demasiado extremos, con lo cual ello el cuento pierde verosimilitud. Con ello se desvía un tanto del propósito de humanización de los conflictos y de evitar la simplificación, uno de los aciertos de Sueño de un día de verano.
Dos de los cuentos más logrados e impresionantes son aquellos en que Santiesteban Prats nos sumerge sin anestesia en ese entorno tan proclive a la degradación y el abuso que es la cárcel. Sus personajes son presos comunes que cumplen condenas por causas que no se especifican. La violencia que impera en ese mundo cerrado aparece presentada con toda crudeza. Así, en “La Puerca” se desencadena a partir de la necesidad sexual. Esta se convierte en un instinto primario y animal que lleva a que dos reclusos se enfrenten, a causa de la posesión de un “gordito tímido” que hace poco llegó a la galera. Pero del mismo modo que saca y amplifica las pasiones más bajas, la cárcel también es capaz de hacer que afloren las características positivas de la condición humana. El travesti apodado la Perra transgrede las normas penitenciarias y ofrece ayuda a un preso que ha sido golpeado salvajemente por los guardias. A su vez, este termina por pasar por encima de su “educación machista” y establece una relación humana con “la única persona que lo había socorrido arriesgando su seguridad personal”.

Una fábrica que produce animales humanos

Realmente, aquellos dos textos formaban parte del que iba a ser el tercer título de Santiesteban Prats, Dichosos los que lloran (Fondo Editorial Casa de las Américas, Las Habanas, 2006, 149 páginas). Con él obtuvo el premio de cuento en el concurso convocado anualmente por esa institución. Se lo concedió un jurado integrado por escritores de Argentina, Colombia, México, Uruguay y Cuba. Puntualmente, los libros galardonados se presentan el año siguiente, en enero. No fue ese el caso de Dichosos los que lloran, que por razones que nunca se explicaron no fue presentado hasta septiembre de 2008, en el Sábado del Libro. Lo curioso es que en la última página se dice que “se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2006”.
Para su autor, Dichosos los que lloran significó el retorno al libro de estructura monotemática, además de que en este caso partió de una realidad que conoció de primera mano. A los diecisiete años, cuando estaba por ingresar en la Escuela Interarmas Antonio Maceo, cayó preso por acompañar a la costa a sus hermanos, quienes intentaban salir clandestinamente del país. Ellos fueron penalizados con diez años, mientras que a él lo sancionaron por encubrimiento con catorce meses, que cumplió en La Cabaña. Como él ha comentado, allí fue donde descubrió la pasión por la literatura.
“La cárcel es una fábrica que produce animales humanos”, afirma el protagonista de La fábrica de animales, la magnífica novela de Edward Bunker. Santiestban Prats lo confirma en esas veinticinco narraciones, en las que aborda sin ningún tipo de concesiones el mundo de las prisiones. En esos cuentos ese microcosmos aparece captado con una minuciosa y opresiva intensidad. De ello resulta un libro poderoso, dolorosamente incómodo y lleno de sabiduría. Que nos golpea con fuerza en el estómago y, tras concluir su lectura, nos hace pensar. Son, como argumentó el jurado del Premio Casa, unos “relatos conmovedores que nacen del encierro, los miedos, las soledades, las frustraciones y la pérdida de valores humanos”, y que su autor escribió “sin emitir juicios moralizantes, y desde una visión objetiva y a la vez desgarradora”.
En Dichosos los que lloran, la cárcel es mostrada desde dentro, con toda su carga de marginalidad y degradación moral. Se trata, ante todo, de un espacio que se rige por unas leyes propias, y que pese a no estar escritas son inquebrantables. A una de esas normas recurre Chepe cuando envía un emisario al Llanero Solitario, para tratar de convencerlo de que acate su derecho a ser el primero en disfrutar sexualmente de la Puerca: “Ve y díselo, a ver si te entiende y acepta y se aparta de mi camino, que no rompa las costumbres establecidas, esto no lo inventé yo, desde que la cárcel es cárcel las cosas han sido así: el mandante es el que reparte”.
La nota que domina en la vida de los presidiarios es la violencia. La ejercen por igual mandantes y guardias. Estos últimos actúan con una brutalidad que, en muchos casos, es injustificada (esto se muestra en cuentos como “La Perra” y “El Padrino”). En “Los trabajos y los días”, un error durante el recuento de los presos hace que el oficial golpee con su tablilla al mandante de la galera. Este se desquita después con los hombres bajo su manado. Coge un pedazo de madera que se ha zafado del mural y “les dice que por culpa de ellos ha sido golpeado, por estar en la bobería y no atender a lo que debían (…) ¿Yo puedo irme?, pregunta el Jábico. El mandante no contesta, solo alza el listón para dejarlo caer muchas veces sobre los reclusos que se ahogan en sus propios gritos, piden de favor que no los golpee más, que ya es bastante; uno dice que está herido, y el jefe se detiene cuando le ve el rostro cubierto de sangre y un hilillo salpicando la camisa. Les dice que vayan hasta la puerta y pidan ir a la enfermería, cuando les pregunten qué les pasó, digan que fue la tablilla del oficial”.
Eso convierte la prisión en un submundo de barbarie, en donde el único objetivo de los reclusos es sobrevivir mientras dure la condena. Sobrevivir sin que los cosan a puñaladas o les partan el culo. Eso significa estar dispuesto a todo, incluso a sabotear la libertad del compañero que ha sido amigo, hermano y guardaespaldas por tantos años (“La despedida”). La agresividad, la constante actitud defensiva, la venganza, el miedo, son los códigos de conducta que van forjando el carácter de los reos. En ese entorno brutal y violento, donde la vida no vale nada, conservar algo de humanidad e inocencia es así un empeño imposible. Solo queda el recurso de escapar a un mundo alterno, creado por la imaginación, como hacen los protagonistas de “El francotirador” y “Pabellón”.
En esa summa del mundo carcelario que es Dichosos los que lloran, Santiesteban Prats reserva espacio para las personas que padecen las consecuencias desde otra perspectiva. Aparece en algunos cuentos y es el asunto central de “Síndrome del nido vacío” y “La madre”. En el segundo, una mujer acude el día de la visita a ver a su hijo. La vez anterior le dijeron que por indisciplina lo habían mandado a la celda de castigo. Allí iba a estar veintiún días, con media ración de comida y sin salir al sol. Ahora, por más que los oficiales le aseguran que su hijo está en el salón, la mujer no consigue dar con él. Solo ve a un muchacho solitario, que duerme con el rostro oculto entre los brazos. No puede ser su hijo, pues este es alto y fuerte. En cambio, aquel joven pelado al rape tiene brazos flacos, la piel muy blanca y la espalda estrecha. Aunque sabe que es por gusto, se le acerca, desconsolada. “Con temor, le toca por el hombro; el muchacho levanta la cabeza y la abraza”.

Este mundo también nos pertenece

Si en Sueño de un día de verano su autor cuestiona la naturaleza de toda guerra, en Dichosos los que lloran hace una demoledora crítica contra la deshumanización de la vida en prisión. Si en el siglo XIX se sentían orgullosos de ellas, como recuerda Michel Foucault en Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, en nuestros días por el contario nos dan vergüenza. Acostumbramos pensar que las cárceles son sitios a donde se envía a los elementos dañinos de la sociedad, para que sean rehabilitados y reintegrados. Pero en la práctica, el sistema penal se muestra incapaz de asumir esas funciones. Allí van a parar, por haber cometido pequeños delitos, hombres que, al tener que convivir entre delincuentes y asesinos, salen convertidos en auténticos criminales. Para ellos, ir a la cárcel significa un viaje sin retorno a la fábrica de producir animales.
Eso plantea una cuestión a la cual se refirió el filósofo argentino Edgardo Castro, en una entrevista reciente. Si las cárceles no cumplen la función que debieran cumplir, ¿por qué las mantenemos? O mejor dicho, ¿por qué las mantenemos de la misma manera, combinando la privación de libertad con el castigo frecuentemente arbitrario? Humanizar las prisiones sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes que todos los países sin excepción tienen hoy.
Durante la presentación de Dichosos los que lloran, Francisco López Sacha expresó que al leerlo sintió que “estaba ante un testimonio literario, ante un hecho de la literatura, es decir, ante una expresión que tomaba un referente real, objetivo y lo convertía en arte. Inmediatamente me di cuenta de que tal vez desde 1938, desde Hombres sin mujer, no existía en la literatura cubana un libro tan compacto sobre un asunto común, no digo un tema. El asunto era la vida del hombre en un presidio común”. Suscribo plenamente su opinión. Esos cuentos destilan un nivel de autenticidad que no resulta impostado, que denota un conocimiento cabal de lo que cuenta. Pero su autor ha logrado que lo que pudo haberse quedado en un testimonio se materialice en excelente literatura.
Dichosos los que lloran es una obra en la cual la importancia de la propuesta temática se enriquece con el acierto estético de su plasmación. En lugar de literatura que se concibe como escritura autónoma, aquí las formas surgen como consecuencia de los contenidos. Santiesteban Prats demuestra un dominio mucho más maduro y afinado de las técnicas narrativas, así como de las exigencias propias del cuento. Este es, como ha recordado el novelista Rodrigo Fresán, el género donde más se ven los defectos de un escritor. O dicho de otro modo, donde mejor se ponen de manifiesto sus cualidades. En ese sentido, hay que decir que los cuentos de Dichosos los que lloran cumplen espléndidamente esas reglas de oro del género que son la intensidad, la medida y la necesidad.
Poseen el acierto de que desde la primera línea atrapan al lector y lo mantienen atento e interesado hasta el final. Están escritos además con una impecable factura y una estructura unitaria y llena de claves interiores. Asimismo me parece pertinente destacar el acierto del autor de eludir los juicios morales sobre los personajes. Por el contrario, lo que más bien este parece decirnos es, como comentó López Sacha: “observen este mundo, este mundo también nos pertenece, hemos sido causantes también de la desdicha de esas personas; esas personas tienen derecho a reivindicar su vida, a modificarla”.
Tras esa sobresaliente trayectoria como escritor, reconocida con varios premios, Ángel Santiesteban Prats se enfrenta ahora a la cruel ironía de estar a punto de ingresar en el mismo régimen carcelario que cuestionó en su último libro. Se le acusa de un supuesto delito de violación de domicilio y lesiones, cargos que las evidencias presentadas no han podido demostrar convincentemente. En realidad, se trata del más reciente hecho de su caída en desgracia. Comenzó a partir de que el autor de Sueño de un día de verano abrió un blog donde escribió comentarios críticos de carácter político.
El pasado 8 de noviembre Santiesteban Prats fue brutalmente golpeado y detenido cuando acudió a una estación de policía de La Habana para interesarse por la suerte de varios opositores arrestados el día anterior. “Cuando me detuvieron”, declaró a Café Fuerte, “el que me arrestó me advirtió que si no me bastaba con los cinco años de sanción que me esperaban”. Hace pocos días el Tribunal Supremo Popular le dio la razón a aquel fulano, al confirmar la sentencia de cinco años de cárcel para el escritor. Eso me ha hecho recordar una breve escena de Alicia en el país de las maravillas:
“—¡Que el jurado considere el veredicto! —ordenó el Rey por enésima vez aquel día.
—¡No, no! —atajó la Reina—. ¡La sentencia primero! ¡Ya habrá tiempo para el veredicto!”.

Publicado en Cubaencuentro

Pen Club Internacional denuncia nueva ola represiva y de hostigamiento en Cuba

PEN Club Internacional denuncia represión contra periodistas y escritores en Cuba

El Comité de Escritores en Prisión pidió escribir a Raúl Castro para interceder por dos periodistas y un escritor.


PEN: el gremio de escritores agrupa a 20.000 escritores en más de 100 países
 
 
PEN: el gremio de escritores agrupa a 20.000 escritores en más de 100 países

El Comité de Escritores en Prisión del PEN Club Internacional ha emitido una protesta por lo que describe como “una nueva ola de represión y hostigamiento contra periodistas y escritores en Cuba”, incluyendo el encarcelamiento de dos periodistas y la condena de un escritor.

El órgano de libertad de prensa y expresión de PEN lamenta la detención sin juicio desde septiembre de 2012, cuando realizaba su labor periodística, contra el periodista independiente Calixto Ramón Martínez Arias; la condena a 14 años de prisión por espionaje al corresponsal del diario Granma José Antonio Torres; y la sentencia a cinco años por supuesto allanamiento y asalto contra el escritor y bloguero Ángel Santiesteban.

La nota del Comité de Escritores en Prisión pide la liberación inmediata e incondicional de Martínez Arias. También demanda a las autoridades cubanas que den garantías de que las condenas contra Torres y Santiesteban no están relacionadas con sus reportajes, y que hagan públicos los detalles de sus juicios.

El texto incluye abundantes detalles sobre lo que se ha publicado de los tres casos, e insta a los miembros del prestigioso gremio de escritores a escribir al gobernante Raúl Castro, al Fiscal General y al Ministro del Interior de Cuba para protestar por el encarcelamiento de Martínez Arias en violación de su derecho a la libertad de expresión, y demandar su libertad inmediata y sin condiciones;

También, para que expresen su preocupación por los juicios contra Torres y Santiesteban, los que –dice-- aparentemente no cumplieron con las normas internacionales de derechos humanos sobre juicios justos, descritas en el artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas; y para que Insten a las autoridades cubanas a eliminar las que define como “restricciones ilegítimas a las libertades de expresión, asociación y reunión”.

Fundado en 1921, PEN agrupa a más de 20.000 escritores en más de 100 países. Su lema es "Celebrar la literatura y defender la libertad de expresión".
 
Publicado en Martí Noticias

21 de febrero de 2013

El tren de las generaciones



Me sorprende el asombro que expresan algunos intelectuales de que esté atravesando un proceso jurídico amañado por la Seguridad del Estado, ¿acaso pensaron que decir las verdades en el rostro de la dictadura, además desde el interior de la isla, iba a pasar inadvertido? No creo que existan cubanos con tanta ingenuidad ni tampoco con tan mala memoria.
Recuerdo que esta realidad que ahora sufro me la hizo saber un extranjero que reside en Francia, estudioso de la literatura cubana, y también conocedor del proceso totalitario que persiste por más de cincuenta años en Cuba, y en los días que concebía el blog me advirtiera lo que ocurriría conmigo al comenzar a escribir los primeros post, ¿si estaba preparado a perderlo todo y a enfrentar la maquinaria mediática, demoledora física y mental que arremeterían en mi contra? Le respondí que sí, ya no soportaba más el silencio, continuar con la máscara.
Reconozco que para ese entonces no imaginé que llegaran a tales degradaciones, embustes y atropello. Uno siempre piensa que un Estado, por fascista que sea, tendrá el escrúpulo, o al menos, una manera más inteligente para hacerlo, y no de la forma burda con que han manejado la situación para desacreditarme. Jamás sospeché que podría serles tan importante, un enemigo vital como lo que han demostrado según su dedicación y riesgos, al punto de construir testigos falsos, que gracias a la suspicacia de una amiga, pudo entrevistar al más importante y filmarlo, y por suerte, todas aquellas acusaciones que llegaron a sumar los 54 años de cárcel como petición Fiscal, se cayeran al presentarles a su “testigo” relatando las presiones y sobornos que había recibido por parte de la denunciante (cómplice del gobierno) y de la policía (el testigo asegura la relación marital entre la denunciante y el Mayor Pablo, Jefe de los Jefes de Sectores del municipio Plaza), para que aceptara mentir en mi contra.
Por si fuera poco, ese mismo testigo asegura en el video que no hubo tal visita mía por encontrarse casualmente en las afueras de la vivienda de la denunciante, por ende, no existió de mi parte “violación de domicilio ni agresión”, y lo que resultaba el “flamante testigo” de la Fiscalía, pasó a ser una prueba contundente de mi abogado, y que el Tribunal desaprobara para beneficio de la propia Fiscalía, como fueron desaprobados los demás testigos que aseguraban mi inocencia y mi permanencia en otro lugar en el mismo momento donde la denunciante asegura que me encontraba. El tribunal desaprobó otro testigo, amigo de la denunciante, que aseguraba que como mínimo en dos ocasiones, antes que se efectuara la denuncia, ésta le confesó que me haría “un número 8 judicial”, y no escuchó sus ruegos de que no lo hiciera, que recordara que yo era el padre de su hijo. También el Tribunal desaprobó a la testigo maestra del menor y Directora de la escuela, en este caso de mi hijo, y que éste le revelara que su madre le pedía que falseara hechos denigrantes en contra de su padre.
¡Siempre me pregunto qué hubiera sucedido hoy si alguien, en este caso ese “testigo”, hubiera mentido, declarado que me encontraba en aquella vivienda y hube de cometer todos los horrores que me quisieron endosar! Entonces ahora mi realidad fuera otra, si me condenaron a cinco años sin pruebas, ¿a cuánto hubiera ascendido con los demás horrores que me endilgaban? En estos momentos yo fuera el hombre más solo de la dictadura, porque pocos creerían que un “Estado” fuera capaz de cometer semejantes vejámenes espurios contra un intelectual por el solo hecho de abrir un blog.

La soledad del intelectual en un Estado sin derechos.

Desde el principio me convirtieron en un marginado de la cultura cubana, ese fue el primer castigo, luego, en un intento de aislarme internacionalmente, cerraron el correo que el Ministerio de Cultura me había contratado y por el cual pagaba el alquiler, por usarlo para enviar los post al exterior, eso dijeron.
A los pocos días me golpearon y fracturaron el brazo. Muchos, como ahora con el proceso jurídico, se mostraron inseguros de creerlo, la policía política del país no trabaja así, dijeron, porque les conviene mostrarse inseguros, aceptarlo los llevaría a una realidad que no quieren asumir de ninguna manera. Por supuesto, cuando vieron la golpiza filmada que arremetieron bestialmente contra mi persona, entonces hicieron silencio. Por lo general solo opinan para esconderse detrás de la inseguridad y no correr riesgos, no quedar de un lado ni del otro, salvo cuando son convocados directamente y no les queda más remedio que mover la banderita ante el paneo de la cámara de televisión oficialista.
Desde hace tiempo aprendí a comprenderlos. El miedo los corroe. Nada puede sorprendernos de una generación que humillaron, castigaron, les hicieron las injusticias más increíbles, y siguen apoyando desde su miedo. ¿Qué solidaridad se puede esperar para los demás si no fueron capaces de ejercerla con ellos mismos y exigir, ni siquiera tenue, sus derechos?, y resistieron las degradaciones y pidieron perdón sabiendo que no cometieron pecado para merecerlo, si no lo es escribir con el alma la realidad que los circundaba o ser homosexuales. Y esperaron años, décadas, a que el Gran Dios de la revolución les hiciera falta para cubrir su imagen, y les brindara espacio cultural, televisivo y hasta puestos de funcionarios.
La duda de esos intelectuales es la capa de miedo que los cubre. No tuvieron voces para ellos ni para los artistas de generación que fueron castigados, vilipendiados, profanados. El silencio siempre ha sido su vocación. Esperar lo contrario, máxime ahora que son una generación anciana, sería una ingenuidad. Así nacieron, así sobrevivieron, y así morirán.

La generación del espejo

En ese espejo, les siguió una generación que comenzó a imitar el estilo de sobrevivencia que les antecedía. Hicieron silencio porque alcanzaron a ver a los castigados, les contaron las atrocidades cometidas contra ellos. También consiguieron a recibir castigo y silencios culturales. Vieron partir al exilio a gran parte de su generación. Y callaron, esa fue la mejor lección aprendida. Con los líderes no se juega porque entonces les enseñaban los famosos “instrumentos” que tanto les hablaron. Hicieron una obra a medio tono, para que no exaltara las molestias del Estado. Ellos comenzaron el cinismo, intentar pasar inadvertido, escribir sin levantar ronchas y sobrevivir.

La generación de los novísimos.

Así nos llamaron, y fuimos los primeros en mostrar rebeldía, irreverencia, porque sabíamos que más importante que nosotros mismos era la obra, el arte, y nada podía llevarnos al estatus de las generaciones que nos antecedieron y que nos mostraban sus desdichas como trofeos. Todos fuimos perseguidos, golpeados, castigados, gran parte detenidos, interrogados, maltratados, asustados.
De esa generación que encontré en aquel Seminario de Narrativa en el Centro Alejo Carpentier a mediados de los años ochenta, si mal no recuerdo, soy el único que se mantiene en el país con el oficio de escritor. Todos decidieron partir y llevarse consigo las heridas y cicatrices que la policía cultural y política les había propinado por esa insistencia de hacer una literatura honesta.
El hecho de dar la espalda a su país y a la familia, era una respuesta tácita a que no soportarían los designios políticos ni las injusticias cometidas por décadas. Partieron para salvar sus vidas y su obra. Y ahora sus voces redimidas, en su mayoría, desde sus espacios de total libertad, claman justicias históricas y un proceso democrático para el país.
Otros intelectuales de generaciones que nos siguen han comenzado a levantar sus voces de solidaridad, arriesgando conscientes los que puede acarrear sus actitudes y los posibles castigos que recibirán por ello.
Pero a veces la voluntad del corazón puede más que la fuerza del bolsillo y del bienestar físico. Y eso lo desconocen la gran mayoría que albergan en su pecho, como inquilino permanente, el desbastador terror que les sembraron.
Jamás le pediría a ningún intelectual que clame por mí. Eso es de una naturaleza que se necesita hacerlo o sientes que mueres. Algunos se han adaptado a estar muertos.
Pues que en gloria estén, si sus conciencias se los permite. 


Ángel Santiesteban-Prats 

20 de febrero de 2013

Confesiones de un novelista por sus Ángeles desamparados

Rafael Vilches Proenza/ Foto: Luis Felipe Rojas
 
 
 
 
Confesiones de un novelista por sus Ángeles desamparados,
a favor del escritor y hermano Ángel Santiesteban.


Por Rafael Vilches Proenza.

Les basta ser, y esto es inexpresable.
Pero nosotros tenemos miedo, y no solo en la oscuridad
sino que en la luz fecunda.
V. Holan





Fueron años difíciles los que escogí para escribir la novela Ángeles desamparados, libro que escribiera entre Santa Clara y Vado del Yeso y que terminara en 1996 en mi casa en Chichacoja, a un costado de Vado del Yeso.
El culpable de la aventura, o del viaje hacia la novela fue ese entrañable ser que es y seguirá siendo para todos sus amigos, por siempre Guillermo Vidal.
Había leído 2 o 3 cuartillas de algo que yo llamaba cuento en un Encuentro de Talleres Literarios en Bayamo a principio de los 90, donde el Guille había sido jurado hacía un momento. Por supuesto que no me dieron ni mención.
Zoelia Frómeta me permitió que acompañara al Guille a almorzar en el entonces Hotel Central, ahora Escuela de Artes Plásticas. Ahí, con dos lacones de por medio, él me pidió que le hablara del cuento, y yo lo hice, le narré una historia y el muy cabrón se atrevió a decirme: “Vilches, ahí tienes una novela, una cabrona novela, hermano”. Y yo entre pasmado e incrédulo le dije “no jodas, que novela ni novela, si son dos míseras cuartillas, solo escritas para participar en el encuentro debate y estar junto a ustedes compartiendo estos momentos”. “Sí”, -dijo- “te lo voy a demostrar”. Y seguimos almorzándonos aquellos dos lacones, que para el período especial por el que estábamos pasando casi todos los habitantes de la isla (o sea, los cubanos de a pie que se ha pasado la vida entera en período especial, que no significa nada bueno ni glorioso, todo lo contrario y por más que luchamos no logramos salir de él) era y sigue siendo un suculento manjar.
Más tarde, en el parque Carlos Manuel de Céspedes, me dijo: escucha, y sacó un libro del peruano Jaime Baily, que yo no sabía quién rayos era en ese momento:  No se lo digas a nadie y me leyó un fragmento, solo un fragmento de la novela, “mira, la novela que vas a escribir deberá estar por ese tono o por esa cuerda, recuérdalo”, - me dijo- “no lo olvides”. Y me leyó las palabras de contracubierta del libro, escritas nada más y nada menos que por Mario Vargas Llosa, a un escritor entonces muy joven y de mi generación. Y ahí comenzó el maldito-bendito viaje hacia una novela que me ha dado muchas alegrías.
Años después, mi amigo y hermano el poeta Omar Parada me prestó dos libros de Jaime, y siguió siendo el mismo escritor fabuloso que un mediodía bayamés me descubriera en su voz Guillermo Vidal mientras esperábamos por la aparición de Zoelia Frómeta en esa preciosa ciudad que sigue siendo Bayamo.
Solo bastaron unos pocos años para que el Guille leyera mi novela y me diera un fuerte abrazo en la plaza cultural de Las Tunas, y otros consejos para que la culminara. Novela que me mereciera la amistad de Mariela Varona, que se la leyó en su original que le fue pasado por Michael Hernández Miranda, que sabe otra historia alrededor de la novela y un premio, pero como es una historia fea, no la cuento, porque no pretendo mencionar nombres. Novela por la cual Martha María Montejo dejó de hacer su programa de las medianoches bayamesas en vivo, y tuvo que hacerlo desde entonces grabado y supervisado, por permitirme leer varios fragmentos de mi entonces novela inédita y al otro día la querían incinerar, degollarla viva, el gobierno, el partido y la dirección de la radio en pleno; pero esa noche estuvimos hasta bien entrada la madrugada compartiendo y recibiendo llamadas de los oyentes que querían comprar la novela, pero aún no se había publicado en ninguna parte. Novela de la cual escribieron Manuel Navea y Carlos Manuel Pérez mucho antes de su primera publicación que solo contó con 600 ejemplares que desaparecieron ese mismo año de las librerías. Novela de la que se volvió un ferviente promotor y prestamista, hasta que no le devolvieron su ejemplar dedicado, mi hermano Luis Felipe Rojas Rosabal, a quien donde quiera que se encuentre vaya mi eterno agradecimiento. Novela que escribí en los años que más recio fue El Periodo Especial, en una casa de tablas y de pencas de guano que se mojaba por todas partes, y que el agua de lluvia permanecía por varias semanas dentro de la casa. Casa en que yo me levantaba temprano todos los días en un verano terrible y desolador y escribía como un loco hasta las 3 o las 4 de la tarde sin parar en mi pequeña máquina de escribir Erika, y mi vecina Ana me traía por la ventana, donde yo estaba apostado, un plato con harina, huevo frito, con manteca de puerco, cuando no había nada más que comer y Betsy se encontraba de vacaciones en Santa Clara con nuestro pequeño hijo. Y no hay en esta novela la más mínima alusión a esos años duros, cuando miraba en el lodo las lombrices gordas y coloradas retorcerse. El hambre de todos los días. Ese vivir a tope sin saber cómo sería el próximo día. No me pasó por la cabeza jugar con el dolor de todos, ya bastaba con las miserias que sufrían y siguen sufriendo mis personajes en la novela.
Hace pocos días cuando fui a felicitar a Mariela Varona por haber terminado de escribir su primera novela, se lo comentaba a su esposo el historiador y amigo Ramón Legón y me dijo muy categórico, “eso fue lo mejor que le pudo pasar a la novela, si no la hubieras envenenado con historias circunstanciales que serán para otra historia o para ninguna”.
Cuando en 2002 la novela se presentó en la Feria Internacional del Libro de La Habana, ahí en el público estaban mientras la presentaba Eduardo Heras León, Guillermo Vidal, Amir Valle, Alberto Garrido, Reinaldo García Blanco, Luis Felipe Rojas, Michael Hernández Miranda, Francisco López Sacha, Bladimir Zamora, Lucy Araujo, entre otros amigos que ahora la memoria no los retiene porque la Sala Lezama Lima estaba llena; ahí también me acompañaba Ángel Santiesteban, que entonces para todos era un gran escritor, y que ahora aunque lo siga siendo se debe encontrar en el infierno, como puede ser para cualquiera que cae en desgracia y por el que estoy pidiendo sin miedo ninguno, porque hoy es él, mañana puede ser cualquiera de nosotros…, ya lo sufrí una vez, y quién levantó la voz por mí o por Manuel García Verdecia: unos pocos, y quién se disculpó con nosotros. Ahora paso por un mal momento del que no hablo, porque las personas involucradas son de mi querencia, y ya una vez traté de aclarar una injusticia, y todo se enredó más, así que ahora no pretendo aclarar nada, y que la vida siga.
Ángel como mismo estuviste aquella mañana en la presentación de mis Ángeles desamparados, y has estado todos estos años de amistad junto a mis martirios y momentos felices, la última vez que nos vimos no fue en la casa de María Antonia, pero si en la casa de unos amigos y hablamos mucho. Ahora levanto la mano para que se haga justicia y sé a lo que me expongo.
Agradezco a todos los que se leyeron mi novela y me dieron sus opiniones valederas y sinceras, a Edgardo Higinio Fonseca que en su momento quiso que yo la reescribiera, a Héctor García Quintana que cuando la estaba editando para la editorial española El Barco Ebrio me hizo releer la novela con mucha calma porque le parecía que le faltaban fragmentos completos, a Yoenia Gallardo que leyó la primera impresión, a Yulia Carrazana que al mecacopiar la novela se comió algún pedazo y fue la culpable de esta reescritura, a Eliécer Almaguer que me obligó a reescribirla en su totalidad sentado a mi lado como un editor quisquilloso y como el amigo y hermano que es. Y nuevamente a La Editorial el Barco Ebrio por confiar en mí y publicarla. Gracias amigos.
Soy una voz que se suma a otras voces por la causa del escritor y amigo Ángel Santiesteban, sabiendo las consecuencias. Libertad para Ángel Santiesteban. ¿Dónde están los que se decían sus amigos? ¿Dónde están los que me decían que era él el mejor narrador de Cuba?
Todos tenemos miedo. Pero hay otra cosa peor que el miedo. Las miserias humanas.

P.D: Juventina Soler me hizo caer en la cuenta que quien presentó mi libro en La Habana fue Guillermo Vidal.

19 de febrero de 2013

Por otra Cuba este sábado 23 #ratificapactos

A través de Por otra Cuba  

A cinco años de que el gobierno cubano firmara los pactos de la ONU ¿Cuál es la situación de los derechos civiles y políticos de los sociales económicos y culturales en Cuba? ¿Cómo crece la campaña Por otra Cuba y cuál ha sido la respuesta gubernamental? ¿Cuáles son las expectativas reales de cambio en el corto y mediano plazo? Todos estos temas serán tratados por actores de la realidad cubana.
Usted puede ser parte de este panel enviando sus preguntas vía sms y recibirá respuesta a tiempo real a través de twitter. Sea parte del cambio, tiremos esas falsas barreras. Cuba cambia si tú quieres. Los esperamos.
Etiquetas en Twitter: #ratificapactos y #cincoañosynada
Fecha y hora: sábado 23 de febrero 10:30 am
Lugar; Ave 1ra #4606 entre 46 y 60 Miramar Playa


15 de febrero de 2013

Jorge Olivera Castillo: agente DSE Raúl Capote NO es miembro del Club

Juan Gonzalez Febles

Cuba noticias, Lawton, La Habana, (PD) El recientemente destapado por la superioridad de la policía Seguridad del Estado (DSE) en su condición de agente infiltrado, Raúl Capote, no forma parte de la membresía del Club de Escritores de Cuba.
Lo anterior fue ratificado por el ex prisionero de conciencia, miembro del Grupo de los 75 y escritor y periodista independiente Jorge Olivera Castillo quien preside el Club.
La duda se disparó cuando entre los firmantes de una declaración solidaria con el también escritor Ángel Santisteban, emitida por el Club de Escritores de Cuba, se deslizó el nombre "Raúl Capote". Olivera aclaró que el nombre se deslizó como firmante de la declaración, producto de que en tiempos pasados efectivamente formó parte del Club. "No tenemos archivos, secretarias, ni las estructuras burocráticas que son normales en las condiciones anormales en que desarrollamos nuestro trabajo. ". Concluyó.
El Club de Escritores de Cuba desarrolla su trabajo en las mismas circunstancias que todo el entramado de sociedad, civil, oposición y disidencia interna, presente en la Isla y sometido a las mismas presiones. No obstante a esto, su labor se siente como activa y fructífera en la promoción de un arte literario hecho con mucha pasión, entrega y compromiso, pero que aún no logra empoderarse todo lo que sus promotores aspiran.
Para Cuba noticias: j.gonzalez.febles@gmail.com


Publicado en Primavera Digital

14 de febrero de 2013

Los hijos que la revolución no quiso




LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -La historia se repite. Otro escritor cubano será enviado a prisión. Ángel Santiesteban, autor del blog Los hijos que nadie quiso, fue condenado a cinco años de cárcel bajo el supuesto delito de violación de domicilio y lesiones. El Tribunal Supremo Popular ratificó la sanción.
De acuerdo con lo expresado por Santiesteban a martíoticias.com, en el juicio no se mostró evidencia alguna sobre su culpabilidad. Una de las supuestas pruebas descansa en la declaración de una teniente coronel del régimen, quien argumentó que su caligrafía indicaba culpabilidad.
El laureado escritor (por libros como Sueño de un día de verano, Premio UNEAC 1995, Los hijos que nadie quiso, ganador del Alejo Carpentier 2001, y Dichosos los que lloran, galardonado en Casa de las Américas 2006), declaró que ante su condena a prisión sin pruebas procesales, sus ex colegas dentro de Cuba guardan un silencio cómplice, con tal de preservar pequeños privilegios.
No es de extrañar. Tanto el encarcelamiento de algunos escritores que disienten de la ideología oficial, como el silencio y la complicidad de los intelectuales ante las arbitrariedades de la política cultural cubana, han sido una constante en más de medio siglo de revolución.
Desde su fundación, el 22 de agosto de 1961, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), no ha sido más que un “cascarón de figurones”, como la definiera el poeta Heberto Padilla en su polémica con el escritor Lisandro Otero, a través de las páginas del suplemento cultural El Caimán Barbudo.
Ya en 1965, el “sálvese quien pueda” corrió por los pasillos de la UNEAC, y el silencio cómplice y ominoso se instaló como huésped permanente entre sus integrantes, quienes no levantaron la voz ante el envío a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), del poeta José Mario Rodríguez, acusado de “disoluto y liberaloide”, junto a otros integrantes de Ediciones El Puente.
Tampoco lo hicieron luego de un discurso pronunciado por Fidel Castro, en marzo de 1966, donde arremetía contra los homosexuales de la UNEAC y los amenazaba con enviarlos a trabajar a la agricultura. Mucho menos alzaron su voz los escritores y artistas cuando, en el denominado “Quinquenio gris”, también fueron encarcelados los poetas Lina de Feria y Heberto Padilla, y los escritores José Lorenzo Fuentes, Reinaldo Arenas y Manuel Ballagas, por supuestas difamaciones contra la revolución o por escribir textos subversivos.
Fueron los integrantes de la UNEAC quienes en el prólogo de los libros Los siete contra Tebas (teatro) de Antón Arrufat, y Fuera de Juego (poesía) de Heberto padilla, galardonados con el premio de esa organización, en 1968, los denunciaron como “contrarios ideológicamente a nuestra revolución”.
¿Acaso los miembros del “cascarón de figurones” le salieron al paso a las acusaciones lanzadas desde la revista Verde Olivo contra Antón Arrufat, Heberto Padilla, Guillermo Cabrera Infante y José Triana, entre otros escritores, por un censor oculto bajo el seudónimo de Leopoldo Ávila?
El sentimiento de pecado que les sembró el Che a los intelectuales cubanos que no lucharon contra la dictadura de Fulgencio Batista, más su cobardía personal y algunas prebendas astutamente otorgadas por el régimen, los convirtió en dóciles amanuenses que sólo escriben al dictado del amo.
Los escritores que caen en desgracia son como apestados de los que se alejan los demás, y no sólo se les saca del gremio, sino también del círculo de amistades, hasta que sean reivindicados, si llegan a serlo en vida, por lo que algunos llaman rectificación de la política cultural. Este acto de bajeza lo ilustró el escritor Eduardo Heras en sus memorias sobre las purgas intelectuales, recogidas en una conferencia titulada “Quinquenio gris: testimonio de una lealtad”, dictada como exorcismo contra la censura en el Instituto Superior de Arte (ISA) en 2007.
La prueba de “lealtad”, según Heras, se da cuando se cruza cada día, al regreso del trabajo, con otro señor. Se miran, pero nunca se saludan. Lo único que los une en ese malhadado año 1971, es que ambos son escritores y cumplen un insólito castigo por escribir libros calificados como contrarrevolucionarios. Sin embargo, añade, sólo los unía en ese instante crucial de sus vidas, la capacidad de resistencia ante la injusticia.
De modo que, de acuerdo con lo escrito por Heras León, aguantar humillaciones, abusos, callarse y no tener valor siquiera para saludar a otro marginado, es un acto de unidad. ¿Unidad en la miseria? ¿En la desgracia humana?
Sin embargo, más tarde, ya reivindicados, ¿no firmaron el propio Heras, Arrufat, Arango, Pablo Armando Fernández, César López, Miguel Barnet, Nancy Morejón y compañía, la Demanda de la UNEAC contra la Carta de los Diez intelectuales que pidieron reformas al régimen, el 31 de mayo de 1991?
Según expresaban en sus años de angustia Heras y otros integrantes de la UNEAC, los firmantes de la Carta de los Diez, más que colegas, eran amigos, y compartieron las buenas y las malas en ese proyecto social abierto y democrático que después los devoró. Entonces, ¿por qué  apoyaron con su firma el ataque y marginación a colegas de reconocida trayectoria literaria como Manuel Díaz Martínez, Raúl Rivero, Manuel Granados, José Lorenzo Fuentes y Bernardo Marqués-Ravelo? ¿Les tendieron la mano alguna vez? ¿Los volvieron a saludar? ¿Se atrevieron Heras León o Antón Arrufat a levantar la voz por María Elena Cruz Varela, Roberto Luque Escalona, Fernando Velázquez Medina, Víctor Serpa Riestra y Nancy Estrada Galván, también firmantes de la Carta de los Diez?
Cuando, dos años después, una turba instigada por la Seguridad de Estado obligó a María Elena Cruz Varela a tragarse sus poemas, y fue condenada a dos años de cárcel por firmar la Carta de los Diez y crear el movimiento Criterio Alternativo, ningún miembro de UNEAC protestó. Tampoco lo hicieron cuando el poeta Raúl Rivero fue condenado a veinte años de prisión, en el año 2003, por ejercer un periodismo libre. Todo lo contrario: condenaron en una Carta Abierta todos estos actos que denominaban conspirativos y en contra de la revolución.
Por ello, aunque demuestre ser inocente, el escritor Ángel Santiesteban será enviado a prisión, único sitio, junto al exilio, adónde van a parar los hijos que la revolución no quiso ni querrá. Sus compañeros de la UNEAC, en el mejor de los casos callarán una vez más, si es que “de arriba” no les “orientan” firmar algún documento condenatorio.

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Publicado por Cubanet