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29 de agosto de 2011

Respuesta a la inocencia

Foto: Reuters



Ya sé por lógica que no se deben responder los comentarios de los foros en internet, por lo general anónimos. Pero esta vez he decidido salirme del protocolo para responder aquí porque me asusta tanto desvarío.

No niego la educación que recibí, pero más se lo agradezco a mi madre, que a veces no desayunaba para que sus hijos pudieran ir a la escuela con algo en el estómago.

Existe una equivocación, es como si el Gobierno haya regalado, como dice: “gratuito”, la enseñanza. Que sepamos ellos no tienen forma de obtener el dinero que no sea del sacrificio de los trabajadores, por ende, nuestros padres sí pagaron dicha educación, lo cual haría una gran contradicción, si nuestros padres pagaron, y crea usted que en un precio alto, nuestra educación, entonces ¿de qué gratuidad estaríamos hablando?

Sepa usted que jamás he querido ser político, pienso que los lados extremos se dan la mano, por lo tanto, si ve en mí afán de política es un error, por cierto, siempre dije que era anarquista, pero después supe que hasta el silencio es política, la practicamos consciente o inconsciente. Si hubiera querido hacer política, desde hace muchos años lo habría hecho, pero fíjese usted que nunca la aproveché. En el año 1992, luego de ser avisado de haber ganado el premio Casa de las Américas con mi libro Sur: Latitud 13, minutos antes de entregarlo, me hicieron saber que no lo recibiría, la Seguridad del Estado amedrentó a los jurados, si no pregunten a Abilio Estévez que me lo explicó avergonzado. Y desde entonces supe callar porque nunca he querido ser reconocido por escándalos extraliterarios, aunque de alguna manera ese lo era.

Acostumbrado a callar

En el año 1995 gané el premio más importante del gremio de los escritores, el UNEAC, y hasta el año 1998 no fue publicado el libro luego de censurárseme la mitad de las páginas. En esos tres años callé porque tampoco deseaba ser escándalo internacional. En un dossier que hiciera la Casa de las Américas sobre literatura de mi generación, pidieron un cuento a todos los escritores, a pesar de haber enviado cinco cuentos, ninguno fue escogido. Y callé también.

Luego, muy cerca, en el 2006, gané el premio Casa de las Américas con mi libro Dichosos los que lloran, y según dicen las bases, el libro estará impreso para la siguiente convocatoria. Tuve que esperar dos años para que llegara a las manos de los lectores, luego de varias conversaciones con la Dirección organizativa del evento literario. Y continué callando.

Fíjese usted si mi ánimo es aprovecharme y convertirme en disidente que llevo dos años soportando esta investigación a ver si desistían porque, por supuesto, me avergüenzan las acusaciones aunque me sepa inocente y para evitar el escándalo.

Con respecto a emigrar, respeto mucho a quienes lo han hecho, sobradas razones han tenido. En lo personal he visitado Estados Unidos en más de una ocasión, invitado por universidades por mi labor intelectual. A pesar de los ruegos de mi familia y amigos porque no regresara, aquí estoy, soportando que alguien me diga que me aprovecho de la circunstancia para emigrar.

En cuanto a mi fractura en el brazo, si se busca en Google, podrá leerse que el yeso fue puesto en un hospital militar: El Naval, y dije la hora que fue, pero además, el Ministerio de Cultura le pidió al MININT que iniciara una investigación, para acallar las protestas de la opinión internacional. Investigación que, al menos a mí, nunca supe la determinación a que llegaron.

¿Agresores fantasmas?

De todas formas, es un poco risible que ellos mismos se busquen, y tanto fue así que en vez de investigar a los agresores fantasmas, lo hicieron conmigo, y dije en ese entonces el nombre del Tte. Coronel que encabezaba la supuesta investigación, que realmente se dedicaba a perseguir a mis amigos, los apresaban por doce horas para interrogarlos sobre mi vida, qué hacía, a quiénes recibía, si me entrevistaba con extranjeros, etc. Por lo tanto, demás está decirle que si hubiesen tenido duda de mi fractura, con ir al hospital y entrevistar a los médicos militares que me atendieron fuera suficiente.

Pero si fuera poco, el cuestionador puede escribirme a mi correo particular y le haré llegar una imagen del certificado médico y de la placa de rayos X. Por demás, he publicado el nombre de mi abogada y el Bufete de Colectivo donde labora.

Con respecto a Yoani Sánchez, a quien usted menciona, me sería imposible alcanzarla ni superarla, ella es un ícono dentro de nuestra sociedad, y si podríamos servir de algo, es para protegerla, brindarle nuestros hombros para que su voz continúe escuchándose, y así nos sabremos todos oídos.

¿Qué más podría brindarle sino suerte con esa venda inocente que usted posee? No se preocupe, la entiendo, la mayoría fuimos como usted. Si no me equivoco podría tratarse de un extranjero, porque tanta inocencia es imposible mantener aquí dentro, ni los propios militantes del Partido Comunista son tan cándidos y reconocen lo que está sucediendo en el país. Además, en mis viajes por el mundo pude encontrar tantos románticos como usted, que ven a Cuba desde la idolatría, que Fidel Castro es un paradigma, pero nunca, desgraciadamente, piensan en el sacrificio del pueblo de Cuba, en el precio que pagan sus utopías.

Esos defensores de Cuba, algunos profesores de universidades importantes, catedráticos brillantes de clase media, después de defender a ultranza al régimen de Cuba, me comentaban amargamente que al día siguiente iría a huelga para exigir aumento de salario. Y no podía impedir hacer un paneo por la residencia donde vivía junto a su familia, hijos en escuelas particulares, su piscina sin usar, sus autos costosos. Nunca pude evitar preguntarme cuántas horas o minutos durarían apoyando al régimen de Fidel Castro, cuando tuvieran que salir a la calle para subirse en un ómnibus atestado de personas, y llegar a la casa sin saber qué podrá cocinarle a sus hijos. Y mirarles los zapatos gastados, recordar que el suyo tiene un hueco en la suela que constantemente tiene que ocultar de sus compañeros de trabajo. Pero ese ejercicio mental se desgastó. Nadie quiere ver más allá de lo que no le perjudica.

Me quedo en Cuba

Por último, decirle que posiblemente algún Presidente europeo, como usted menciona, por amabilidad, me brinde asilo, pero sepa usted que no todos los presos de conciencia salen de la cárcel y deciden irse, algunos se mantienen en prisión porque se niegan a dejar el país. De todas formas de antemano, les estoy agradeciendo y rechazando. Me quedo. Aquí recibí la luz y aquí la veré por última vez.

Pero sin ser Presidente, salvo de mi blog, le pido que venga a vivir a Cuba. Luego usted me dirá cuanto disfraz hay en sus palabras, cuan errónea es su mirada. Lo triste que es ser ciego cuando se piensa que desde una atalaya divisa el horizonte.

Es mi deseo que se instruya, lea los libros de los escritores que han tenido que abandonar su país. Lea a los blogueros deVocesdecuba.com venga a Cuba y bájese del ómnibus, recorra las calles adyacentes. Aléjese del guía de turismo y busque sus propios interlocutores, aquellos que no tienen un discurso aprendido que le sirve de coraza para no ser perseguidos. No se quede en la piscina del hotel, camine por el malecón y entérese de la realidad cubana. No pierda su tiempo con los espectáculos del hotel. Vaya al teatro, podrá ver los dilemas que enfrenta la sociedad actual. No compre sólo música tradicional, que le recomiendo, sino también aquella música que no tiene promoción, y que sus canciones son pasadas, gracias al Bluetooth, de celular en celular.

Ojalá que mi respuesta no le parezca ofensiva, sólo estoy confiando en esa ingenuidad que me ha conmovido de sobremanera.

Reciba mi saludo y mucha suerte.


Artículo Relacionado: Declaración de Principios

19 de agosto de 2011

Declaración de Principios: Los que nacimos sin horizonte

Ángel Santiesteban a las puertas de su casa, el día de las votaciones en el 2008


Fuimos una generación que al nacer nos vendaron los ojos para dictarnos la manera en que debíamos razonar y aplazar los sueños, porque nos aseguraron que la luz cegaba. Las madres soportaron la injusticia por temor y protegernos, porque sabían que lo peor aún estaba por sucedernos.

Luego, al principio, por necesidad o intuición, buscamos los destellos ínfimos que se filtraban por las hendijas en los bordes de la venda. Y era definitivamente bello. Llegamos a la convicción de que seríamos ciegos felices. Hasta que apartamos la venda. A partir de entonces ya no podemos vivir sin el fulgor de los iluminados. El Blog Los hijos que nadie quiso, en lo particular, es el espacio urgente para compartir el libre pensamiento, algo desconocido y vedado en mi país desde hace varias generaciones.

Desde que emprendí mi camino con el blog, he sentido la irradiación de libertad que desconocía. Y una vez que se prueba ya no puede faltar, es imprescindible como el oxígeno mismo. A partir de entonces mi vida espiritual se multiplica, pero la Policía Política de mi país, al no poder alcanzar lo etéreo y censurar el pensamiento, se ocupa de que el cuerpo pague la osadía. La materia es el rehén del proceso político cubano. Y a dos meses de iniciado el blog fui asaltado por tres hombres que me amenazaban: “no convenirme hacerme el contrarrevolucionario”, con el resultado de una fractura en el brazo. Esa tortura inicial se conoce con la frase: “enseñar los instrumentos”, que no lleva otro fin que atemorizar, aterrar y prevenir el sufrimiento que aguardan las futuras horas de existencia. De inmediato se me suprimió el correo electrónico asignado por el Ministerio de Cultura. Se impidió mi publicación y participación en eventos culturales. Respondieron a mis post en blogs oficiales, funcionarios, periodistas sin decoro, escritores y críticos oportunistas, por cierto, los de escaso talento.

No habrá forma de doblegarme

Entonces la Seguridad del Estado comprendió que sus presiones no habían surtido efecto, que no los tenía en cuenta y de cierta manera, los mantenía en el descrédito; por lo que idearon manipular a una ex pareja, de invención maquiavélica y han creado una serie de denuncias, por lo cuales, sin tener el más mínimo elemento que me relacione con los supuestos hechos fantasiosos, estoy siendo procesado con una petición que de la suma total de 54 años de cárcel, la Fiscalía hace una conjunta y expide una petición de 15 años de privación de libertad.

Desde hace más de dos años espero impacientemente, doy el tiempo para que el Gobierno, la Seguridad del Estado, la Policía Nacional Revolucionaria y la Fiscalía de la República recapaciten que no habrá forma de hacerme doblegar y callar mi aliento de libre expresión; a pesar de sentirme aterrado de vergonzantes acusaciones.

Siete meses después de comenzado el proceso legal, prácticamente ignorado por los investigadores al reconocer que las investigaciones no tenía ningún basamento lógico dada la personalidad y la manera de conducirse de la calumniadora, tomó participación la Dirección General de la Policía, a través de una oficial que se hubo de presentar en el momento de la entrevista, sospechosamente, justo después de recibir una invitación para el Festival de la Palabra en Puerto Rico, fui obligado a firmar una fianza de 1,000 pesos, lo que por ende, me imposibilitaba legalmente mi participación en dicho festival literario.

Estas Instituciones Gubernamentales, viendo mi postura firme, a pesar de sus esfuerzos y torturas, físicas (la fractura del brazo) y psíquicas, y a partir que publicara varios post sobre la manera que intentaron hace años construirme como miembro de la Seguridad del Estado, han decidido forzar, intensificar y apurar el proceso infame que mantienen sobre mi persona, en su intento de que calle o pague la osadía de revelarme contra el silencio que ellos imponen.

Privado de ver a mi hijo

Como comienzo de la tortura psicológica, se me impuso una orden de “alejamiento de la supuesta víctima”, pero el objetivo real ha sido evitar mis relaciones filiares con mi hijo de 12 años, por lo que he sido privado, por espacio de dos años, a todo contacto con él. De esa manera enferma también, mi hijo ha sido alejado de su media hermana, los que hasta ese momento, mantenían una relación afectivamente intensa. Desde entonces ni siquiera ha ocurrido una llamada telefónica.

El pasado 4 de agosto, mi abogada, Lic. Lourdes Azúa, fue atemorizada al intentar involucrarla en el proceso investigativo contra mi persona. El Capitán Amauri (de educación semianalfabeta), de manera irrespetuosa y de subestimación, me hizo preguntas capciosas delante de la Licenciada, donde ponía en entredicho la ética profesional de la Letrada que se ha mantenido en su profesión por más de cuarenta años. Mi representante de inmediato hizo llegar una carta a la Directora de su Bufete Colectivo, y a la Dirección Nacional de Justicia, para que tuvieran conocimiento de lo que pudiera ser, el comienzo de hostigamiento a su persona por cumplir con su deber.

Después de abandonar la estación policial, estuve deprimido por espacio de veinte horas, pero finalmente, en horas de la madrugada toqué puertas donde me abrieron sus corazones y aconsejaron, ayudaron a levantar el espíritu optimista que generalmente poseo. También pensé que tener el ánimo recaído les haría más fácil su trabajo de verdugo. Quizá hasta brinden por mi mala suerte.

Sin la más mínima intención de convertirme en mártir, tengo la certeza de que la misión que traje ya pude haberla cumplido. Tengo dos hijos. Escribí varios libros. Sembré un árbol en la Demajagua, a unos metros de la campana redentora. Y he cumplido a cabalidad con Dios, con la raza humana, la Institución Masónica a la que pertenezco por casi 25 años. A continuación sería repetirme, porque mis sueños personales no abarcan mucho más, salvo ver mi país con todas las libertades que están adheridas al ciudadano.

A pesar del miedo

Por lo que quiero asegurar que mientras posea fuerza en mi cuerpo, continuaré expresando mis sentimientos a través de la palabra escrita, con la literatura y el blog de Los hijos que nadie quiso. No aceptaré intimidaciones, actos vandálicos, o procesos burdos aunque atenten contra lo más preciado: los sentimientos y el decoro. Soportaré hasta lo indecible para no ser doblegado y continuar expresando mis ideas, criterios y posiciones de principios.

No importa que me encarcelen, vejen, humillen, desmoralicen, avergüencen, palabras que quizá sean sinónimos pero me han enseñado el sentido más profundo y etimológico de cada palabra y lo que las diferencia. A pesar del miedo, del sufrimiento a mi familia y amigos, soy feliz porque creo estar cumpliendo con el ideario martiano, con la irrenunciable labor de alcanzar para todos la luz prometida del Partido Revolucionario Cubano que fuera, entre otros, fundado por José Martí.

Si llegara el momento les aseguro que iré orgulloso a prisión. Y allí permaneceré el espacio que dure mi cuerpo en ayuno. No deseo que me recuerden. No haré nada que lo amerite. Otros ya lo han hecho y son insuperables. Con seguridad plena, estoy convencido que después de mí, vendrán los que con hidalguía sabrán conquistar los sueños de los que ya no estaremos, lo que agradezco de antemano.

También reconozco infinitamente el apoyo de todos y cada una de las personas que han respondido al llamado de la Justicia, porque preferiría no estar que aceptar continuar con la venda y la mordaza, parafraseado al Apóstol, viendo un Amo en mi Patria.

En lo que respecta a mí, si humildemente pudiera hacer una petición, sería que Dios y Martí no me abandonen nunca.

En La Habana, a los 17 días del mes de agosto de 2011

12 de agosto de 2011

Cuba, los que van a morir te saludan

Imagen: Reporteros Sin Fronteras




(Publicado originalmente el 9 de Febrero, 2011)


Así hizo Orlando Zapata, se entregó con la única arma que poseía. Luego Guillermo Fariñas llegó al borde del abismo, de donde se supone que no hay regreso, pero su voluntad espiritual lo cargó y lo trajo de vuelta; además, la lucha no acababa, sólo era un capítulo a cerrar. Tanto Zapata como Fariñas son ejemplos a seguir.

Los blogueros cubanos hemos soportado intimidaciones, arrestos y pateaduras. Y aún nos parece poco si lo comparábamos con el placer infinito de comunicar, llevar la opinión de los que prefieren el silencio por el miedo a la represalia.


Los agentes de la policía política comprendieron que son burdos. Aunque continúen practicando la agresión física, ahora hilan fino. Han echado a andar la maquinaria de sus medios de comunicación y de contrainteligencia. Primero fue Yoani Sánchez, después la bloguera Diana Virgen García.


Exactamente alrededor de los festejos del 26 de julio de 2009, la fiesta más importante del régimen, fui apresado. Mi ex esposa, Kenia Rodríguiez Guzman, después de cuatro años de separación y de mantener una relación amorosa con un mayor de la policía llamado Pablo, Superior de los Jefes de Sectores del municipio Plaza, acudió a la estación de policía de Zapata y C, y me acusó de violación. Por suerte, en ese momento yo estaba distante del lugar que escogió para el falso hecho; me encontraba con amigos que servirían de testigos y en presencia de mi actual pareja.

El oficial que instruyó el caso me hizo saber que mi ex padecía trastornos psíquicos, incluso con tratamiento y un posible ingreso en un hospital psiquiátrico. Me dijo que luego de hacer la denuncia, él le explicó que tendría que llevarla a Medicina Legal para corroborar que realmente había sido violada, era la única forma de presentar ante un juicio tal atrocidad. Ella se negó. Entonces enseñó un documento médico donde se le diagnosticaba una lesión en el oído, y una foto de unas marcas detrás del mismo, como arañazos. El oficial le hizo saber que para que el documento tuviera validez, ella tenía que volver al médico con un policía que le asignaría él. También se negó a acudir. Con respecto a la foto, le insistió el oficial, sólo sería válida si era recogida por los especialistas policiales, pero como no eran visibles las marcas, no tenía sentido que se personaran los peritos.


Entonces mi ex dejó sin efecto las anteriores denuncias y dijo que me acusaba de haberle robado unas joyas familiares. El oficial comenzó a preguntarle las características de las prendas para luego corroborar con su familia y amistades, que avalaran que realmente las poseía, y compararlas con alguna foto donde se mostraran. Se volvió a negar.


Pidió entonces, como un juego de niños, que le tomaran otra declaración, el robo por mi parte de dinero en varias monedas, CUC, dólares y euros, cuya suma total apenas sobrepasaba los 100 dólares.

Al oficial que me atendió pude demostrarle con varios testigos dónde me encontraba en el horario declarado por mi ex, mientras que ella no podía presentar ningún testigo o prueba que me inculpara.

El oficial dijo que me retirara sin imponerme ninguna medida cautelar. Un mes después, pasé a unos sesenta metros de mi ex. Al siguiente día supe que intentó hacerme una acusación de asedio, pero no le aceptaron la denuncia.


Quince días más tarde, en el lugar donde mi ex residía, por la madrugada, ocurre un corte circuito en unos cables cerca de un arbusto de hojas secas, y se desata un incendio. Los bomberos demoraron más de una hora en llegar. Los vecinos les habían advertido de el corte eléctrico y que podría ocurrir un accidente. Mi ex no se encontraba en la vivienda, pero al día siguiente, cuando se personó, fue a la unidad policial y me acusó de intento de homicidio.


Sin embargo, varios vigilantes de empresas vecinas al domicilio no vieron a nadie cercano al lugar, que de hecho, posee una cerca de tres metros de altura y dos rejas con candado que los bomberos tuvieron que picar.

Veinticuatro horas después fui citado por la policía, y demostré con testigos dónde me hallaba en ese horario a la hora del incendio. Y accedieron a que me retirara. Luego, me citó una oficial de rango superior e insistió en que había que imponerme una fianza de 1500 pesos. Evidentemente, no era casual que días antes me hubiera llegado la invitación al Festival de la Palabra en Puerto Rico, firmada por la escritora Mayra Santos-Febres. Con la imposición de la fianza se evitaba mi salida del país y la posibilidad de comunicarme con los medios internacionales.


Días después me cambiaron el agente instructor. El nuevo se dio a conocer como capitán Amauri, y en breve tiempo instruyó todas las causas fantasmas, por las que la fiscalía solicitó más de cincuenta años de prisión.

Había un supuesto testigo, no sé si de alguna denuncia en particular o de todas, pero lo cierto es que el día que nos pusieron a careo, éste gritó que no lo obligaran a declarar contra mi persona, que él no me conocía.

A la salida de la estación policial, el supuesto testigo se personó en mi casa y delante de mis vecinos explicó lo que ocurría realmente. Grabé en video la confesión.


Luego, el pasado 25 de julio fui citado a la unidad porque el supuesto testigo, el único al que podían manipular, había hecho una denuncia de amenaza contra mí: "coacción" para que no declarara en mi contra. Me mantuvieron detenido 18 horas, sin agua ni alimento. Sólo cuando acabo el discurso del presidente del Gobierno por el festejo del asalto al cuartel Moncada, me soltaron sin que apareciera la supuesta víctima.

Llegué a casa y copié cien CD de la confesión del "testigo", y la entregué a la policía y a cuanto medio de divulgación existe en este país, aunque no funcionen. Y como el gesto que acalla la orquesta, se hizo silencio.


En la actualidad las autoridades no saben qué hacer con mi persona. Tienen un juicio totalmente manipulado, donde el tribunal rechazó mis testigos. Saben que poseo el video donde el testigo precisa la manipulación, promesas y presiones contra su persona para obligarlo a declarar en mi contra.


Así las cosas. Recuerdo un académico amigo, enamorado de la literatura cubana, que me preguntó, días antes de comenzar a publicar en el blog, que si estaba preparado para enfrentar la maquinaria devastadora del sistema. Quedé un rato callado, pensé en la necesidad inaplazable de comunicar mi entorno y problemática social, le respondí que no era ingenuo, que sabía hasta dónde podían llegar, y recordé a Martí y a Lorca.

Debo reconocer que jamás pensé que la policía política cubana fuera tan retorcida. No imaginé verme envuelto en tales descréditos. De todas formas, siempre es un paso más a la libertad. La desesperación del sistema es un síntoma de cansancio.

11 de agosto de 2011

Los intentos fallidos para construime en "agente" VI

Foto: Alejandro Azcuy


Me he preparado para prescindir de mi “abogada”. Ella, como el resto de los juristas apegados al sistema, no pueden hacer nada que no le sea conveniente a la Fiscalía, que es la representante del Estado. La justicia en mi país no tiene las manos atadas, desde hace mucho tiempo se las cercenaron. La balanza de la equidad está soldada a una de sus inclinaciones.

Mi abogada me dice de memoria todos los artículos de procesamiento penal y jurídicos, que han violado con mi persona. Mi representante no tiene opción de acudir a una instancia legal para exigir que se haga justicia. Su palabra es: esperar. La mía es: evolución.

En Cuba en estos momentos hay un grupo de Abogados que a través de las propias leyes del Estado están pidiendo que se les reconozca ser independientes. La Ministra de Justicia hace caso omiso a su petición. La Ministra viola e incumple las propias leyes por las que debe velar.

Dado que mi “abogada” no puede hacer nada al respecto, sólo esperar que la maquinaria del sistema le avise cuándo abrir la boca, contrataré a esos abogados independientes que están más cercanos a mi posición social.

Antes de tomar esta decisión tuve una primera entrevista con el abogado Wilfredo Vallín. Luego de atender pacientemente mi situación legal, ha aceptado representarme. Sólo me ha pedido que redacte los hechos y se los entregue.

Un amigo asustado al saber mi decisión me ha dicho que es un paso para apretar mi soga al cuello. Quizá tenga razón. Es casi seguro que tenga razón. Pero de todas formas no soporto tampoco vivir con la soga acomodada al cuello. Todos sabemos que existimos con la soga al cuello, pero mientras no aprieten no importa, se sobrevive que es lo importante. Algunos están acostumbrados y hasta pueden olvidarse de ella. Otros viven en vigilancia perenne para que no sea apretada, y con sus actos diarios aseguran el status.

En ninguna de las variantes es vida. Yo prefiero que me sea apretada hasta donde dure el oxígeno de mis pulmones.

10 de agosto de 2011

Los intentos fallidos para construime en "agente" V

Foto: AP


El rencor del Estado Totalitario es letal. Es la perenne persecución. Toda una estructura devastadora capaz de irte aniquilando lentamente. Con persistencia están donde menos uno se los imagina, hasta percibir su porción de veneno. Una serpiente mortal que espera su momento para morder. Y siempre es su momento.

Por donde menos esperaba recibí el ataque. Una exmujer fue captada, aprovechando su despecho de tres años de separación, para usarla en mi contra. Sin que medie una sola prueba, he sido acusado de “Violación”, “Robo”, “Intento de Homicidio”, “Amenaza”, “Asedio”, “Lesiones”, “Atropellar a un menor en la vía pública”, entre todos los supuestos delitos, la suma de años sobrepasan los cincuenta. Y otras acusaciones que seguramente estarán por llegar. Es como un mensaje de la mafia: colaboras a las buenas o a las malas. He optado porque sea a las malas. Por lo único que siento preocupación es por no poder cumplir todos los años en caso de ser sancionado. Con la edad que tengo y los años que piden es imposible terminarlos.

Hace poco informé en este blog que me citaron para el Hospital Psiquiátrico de La Habana (Mazorra). No puedo predecir qué están tramando. Luego fui entrevistado por un Teniente Coronel de Operaciones y un Mayor Político, así se identificaron, y me hicieron relatar todas las acusaciones que sostiene la Fiscalía sin una sola prueba en mi contra. Por supuesto, sabía que grababan la conversación. Le hice saber la fabricación de los delitos y que estaba consciente de que era un plan ideado por la Seguridad del Estado para doblegarme y, en caso de persistir, desacreditarme internacionalmente.

Evidentemente ellos no escucharon nada nuevo, lo sabían todo. Supongo que sólo pretendían grabarme o ver el grado de daño que habían logrado en mí. Se habrán sentido decepcionados, pues cada acto de injusticia que comentan contra mí o mis semejantes, es una fuerza agregada a mi voluntad de ser bloguero.

Antes de irme les dije a los oficiales que no me importaba que me condenaran, tampoco que me llevaran a prisión, que estaba convencido que había cumplido con las misiones más importante de las que vine a hacer en esta vida.
1. Tener hijos.
2.
Escribir libros.
3.
Sembrar un árbol, para honor mío, a unos metros de la Campana en la Demajagua.
4.
Y de sobrecumplimiento, he sido un masón disciplinado y entregado a mi Institución.

A partir de eso, todo lo siguiente que podría hacer, sería repetirme, continué diciéndoles, además, que estaba consciente, a través de terceras personas que se habían confesados, que la Seguridad del Estado las presionaba para continuar el hostigamiento contra mí, dije finalmente.

Ellos no opinaron, sólo escucharon y prometieron volverse a reunir conmigo para darme una respuesta a toda la parafernalia que crearon con respecto a mi persona. Sé que el objetivo era ver mi estado de ánimo, mi capacidad de persistencia y la forma de continuar socavando mis fuerzas.

No espero nada bueno de ellos. Ya ni siquiera espero. Decidí olvidarlos, continuar laborando por el progreso humano porque, en algún momento comprendí, que un estado depresivo aparecía con frecuencia en mi psiquis. Y por instantes pensé que lo podían lograr.

Y no hay mejor respuesta que escribir.




Los intentos fallidos para construime en "agente" IV

Foto: Getty Images


Después de la Primavera Negra, cuando detuvieron a los 75 opositores al Gobierno, a través de mi hermana menor, conocí a uno de ellos que había sido excarcelado por enfermedad. Y en la visita a la casa aprecié que su hija era de una belleza absoluta. Creo que fue una simpatía mutua desde el comienzo, y aceptó pasear conmigo, luego ser mi novia.

A decir verdad me burlaba de la disidencia, al menos de aquella que visitaba su casa. La mayoría buscaba aval político para abandonar el país hacia territorio norteamericano. Los padres de mi novia vendían, de su puño y letra, la “evidencia” que luego presentaban en la SINA para la posible aprobación y ganar el status de protegidos de los Estados Unidos. También vendían las donaciones que ofrecía la Oficina de Intereses de los E.U., los radios, cámaras fotográficas, grabadoras, papel de oficina, y los libros de una Biblioteca Independiente que era abastecida constantemente.

Aquellas personas me eran repugnantes por su deshonestidad. Unos mercenarios que se aprovechaban sin misericordia de cuanto estaba al alcance de su mano. Me llamó la atención que la esposa, mi suegra en aquel entonces, no formara parte de las Damas de Blanco. Me dijo que estuvo en contra y las catalogaba de enemigas porque tenían distintas maneras de ver la realidad. Algo que me pareció extraño pero razonable, era su libre albedrío.

Meses después, mi novia me dijo que había sido abordada por un oficial de la Seguridad del Estado y le había pedido que cooperara con ellos. Me dijo que se había negado al asegurarles que era apolítica. Al oficial insistirle pudo comprender que su intención era saber de mí, ¿qué estaba haciendo?, ¿con quiénes estaba interactuando? Le negué, no era posible que estuvieran más interesados en mí que en sus padres. Con seguridad pretenderían que los traicionara, terminé diciendo.

Y ella río convencida de que yo no tenía razón. Hubo segundos de silencio. Supuse que pretendía decirme algo que no lograba captar. Me confesó que no era la primera vez que hablaba con los “agentes”, casi me dio a entender que era una asidua colaboradora. Inferí que traicionaba a sus padres. Pero la mayor sorpresa fue cuando me relató una llamada telefónica de la madre, la cual, antes de hacerla le había pedido privacidad y que se alejara de la cabina, y ella pensando que era un engaño matrimonial contra su padre, se fue acercando sin que su madre se percatara, y escuchó cuando pedía hablar con un oficial y se identificaba como la agente Victoria.

Entonces recordé las historias de su madre subida en la cerca de la prisión del Combinado del Este, exigiendo que le dejaran ver al esposo; que en alguna Mesa Redonda y periódicos había sido mencionada como disidente. Y todo me pareció decepcionante.

No volví a ver a mi novia. La última vez que la encontré regresaba de la SINA, en sus manos llevaba la aprobación de ingreso a los Estados Unidos. Desde entonces comprendí que no vale la pena creer que existen los secretos. Ellos saben más de nosotros que uno mismo. Lo mejor es expresar libremente lo que se siente y lo que se desea.

Y asumir las consecuencias, por supuesto.